No es justo identificar los fines del fascismo y del
comunismo ruso. El primero representa la exaltación del verdugo por el verdugo
mismo. El segundo, más dramático, la exaltación del verdugo por las víctimas.
El primero no ha soñado nunca con liberar a todo el hombre, sino tan sólo con
liberar a algunos subyugando a los otros. El segundo, en su principio más
profundo, apunta a liberar a todos los hombres esclavizándolos a todos,
provisionalmente. Hay que reconocerle la grandeza de la intención. Pero sí es
justo, por el contrario, identificar sus medios con el cinismo político que han
bebido ambos de la misma fuente: el nihilismo moral. [...] Los nihilistas, hoy día, ocupan los tronos. Los
pensamientos que pretenden guiar nuestro mundo en nombre de la revolución se
han convertido en realidad en ideologías de consentimiento, no de rebeldía. He
aquí por qué nuestro tiempo es el de las técnicas privadas y públicas de
aniquilamiento.
El hombre rebelde
Albert Camus