lunes, marzo 26, 2007

La leyenda del Cristo de los Gascones de Segovia y su trascendencia histórica (Soledad Díez González)

Dicen personas muy antiguas desta Ciudad que oyeron decir a sus pasados que una compañía de Gascones y Alemanes tuvieron fuera destos Reynos un Christo, con una esquila o campana pequeña, y fue tanta la devoción que todos le cobraron que cada uno le quería para sí. Y como les fuere forzoso el salir de aquella tierra donde se hallaban, deseando todos llevar consigo esta devota Imagen, quisieron saber la voluntad de Nuestro Señor donde era servido le llevasen. Para esto se juntaron todos y vinieron en un acuerdo y parecer: que se le hiciese una caja en donde le meter y se buscase una yegua a la cuál le sacasen los ojos y le pusiesen en ella, y que puesta en camino, donde esta yegua llegase y parase, quedase allí el Christo y ellos todos en compañía y guarda del. Y es tradición muy antigua y recibida en esta Ciudad heredada de padres a hijos que, puesta la yegua sin ojos en camino y sobre ella la caja con el Christo y la esquila al cuello de la yegua, anduvo la yegua muchos días sin parar por diversas partes y los Gascones y Alemanes en su seguimiento, hasta que entró en España y vino a parar a esta ciudad de Segovia. A donde, paro por la iglesia de San Salvador, entro por una puerta y saliendo por la otra, camino de la calle abajo, y vino a parar a la iglesia de Sancti Justi, que entonces era ermita y entrando en ella se arrodilló junto a un poyo, y acostándose hacia él con la caja del Christo, reventó allí por medio. Viendo los Gascones el prodigioso caso, entendieron todos era la voluntad de Nuestro Señor se quedase en aquella Yglesia esta Santa Imagen de Christo Redentor.

La leyenda del Cristo de los Gascones de Segovia y su trascendencia histórica
Soledad Díez González

El péndulo de Foucault (Umberto Eco) [Infierno]

Lo que llama la atención en el genocidio de los judíos es la duración del procedimiento, primero se les encierra en los campos de concentración a pasar hambre, después se les desnuda, después las duchas, y la meticulosa conservación de las montañas de cadáveres, de las ropas, el censo de los bienes personales... Si sólo se trataba de matar, el procedimiento no parece racional. Pero sí lo es en el caso de que se tratara de buscar, de buscar un mensaje que uno de esos seis millones de seres humanos, el representante jerosolimitano de los Treinta y Seis Invisibles conservaba en los pliegues de la ropa, en la boca, tatuado en la piel... ¡Sólo el Plan explica la inexplicable burocracia del genocidio! Hitler busca en los judíos la sugerencia, la idea que le permita determinar, gracias al Péndulo, el punto exacto en que, bajo la bóveda cóncava formada por la Tierra hueca, se cruzan las corrientes subterráneas, que, observen ahora la perfección de la teoría, se identifican con las corrientes celestes, de modo que esta teoría de la Tierra hueca viene a materializar, por decirlo así, la milenaria intuición hermética: ¡lo que está abajo es igual a lo que esta arriba! El Polo Místico coincide con el Centro de la Tierra, el designio secreto de los astros no es más que el diseño secreto de los subterráneos de Agarttha, ya no hay diferencia entre el cielo y el infierno, y el Grial, el lapis exillis, es el lapis ex coelis en el sentido de que es la Piedra Filosofal que nace como envoltura, término, límite, útero atónico de los cielos. Y cuando logre descubrir ese punto en el centro hueco de la Tierra que es el centro exacto del cielo, Hitler se convertirá en el amo del mundo, del que es rey por derecho de raza. Por eso, hasta el final, ya encerrado en el abismo de su bunker, sigue convencido de que aún puede llegar a determinar ese Polo Místico.

El péndulo de Foucault
Umberto Eco

viernes, marzo 23, 2007

Atlas de Geografía Humana (Almudena Grandes)

Hace años que mi cara no me sorprende ni siquiera cuando me corto el pelo.
Sin embargo, aquella noche, el cepillito embadurnado de pasta negra que sostenía mi mano derecha no llegó a encontrarse con las pestañas tiesas, inmóviles, perfectamente adiestradas, que lo esperaban al borde de unos párpados bien estirados, porque un instante antes de que alcanzara su destino, me di cuenta de que mis ojos estaban brillando demasiado. Sin levantar los pies del suelo, retrocedí con el cuerpo para obtener una vista de conjunto de toda mi cabeza, y no encontré nada nuevo ni sorprendente en ella aparta de aquel destello turbio, como una capa de barniz impregnado de polvo, que insistía en brillar sobre unas pupilas incomprensiblemente húmedas. Invertí un par de segundos en analizar el fenómeno antes de emprender una recapitulación de urgencia. Ya no soy adolescente. Tampoco me había sentido mal en todo el día. No era fiebre, y tampoco exactamente emoción, ¿será la menopausia, me dije, que se ha vuelto loca, igual que el clima…? Una sola lágrima, aislada, terca, absurda, se desprendió de mi ojo derecho y rodó torpemente a lo largo de mi rostro sin lograr conmover al menor de sus músculos. Entonces comprendí que tenía que hacerlo aquella noche.

Atlas de Geografía Humana
Almudena Grandes

El viaje a ninguna parte [Recuerdos de comediante] (Fernando Fernán Gómez)

Ahora me gusta recordar aquellos tiempos... Sí, me gusta recordarlos... Pero la verdad es que fueron malos tiempos. Ahora, al cabo de los años, en el recuerdo, así..., contada, incluso parece divertida la vida que llevábamos. Resultan divertidos los ensayos con mi hijo Carlitos, que a él y a mí tanto nos hacían sufrir, los enfados de Juanita Plaza... ¡Qué espléndida mujer! También era mona mi prima, Rosa del Valle. Si fuera sólo por unos días, me gustaría volver a aquellos pueblos, a aquellos caminos... A veces, en un pueblo estábamos hasta diez días, a comedia por día. Llevábamos veinte de repertorio. Y otras veces, en un solo día trabajábamos en dos sitios distintos. Venga de colgar y descolgar nuestros telones de casa rica, casa pobre y jardín.
Lo peor, aunque hoy todo me produce nostalgia, era la lucha por encontrar trabajo seguido. En cafés, en círculos, en casinos, en almacenes, en patios, en cuadras, donde fuera. Y la lucha contra el peliculero, contra el fútbol, contra la radio.

El viaje a ninguna parte
Fernando Fernán Gómez

jueves, marzo 22, 2007

Diario (Vaslav Nijinsky)

Isáenko se dio cuenta de que yo practicaba el onanismo, pero no me dijo nada malo. Me di cuenta de que en la escuela nadie conocía mis hábitos y por eso continué. Continué hasta que me di cuenta de que mi danza comenzaba a ser peor. Me asusté, pues comprendí que mi madre estaría pronto arruinada y yo no podría ayudarla. Comencé a luchar contra la concupiscencia. Me forzaba a mí mismo. Me decía: “No tengo que hacerlo.” Iba bien en los estudios. Abandoné el onanismo. Tenía cerca de quince años. Amaba a mi madre y el amor hacia ella me hizo mejorar. Iba bien en los estudios. Todos comenzaron a reparar en mí. Obtenía las notas más altas. Mi madre estaba feliz. [...] Amaba a mi madre infinitamente. Decidí dedicarme a la danza más aún. Adelgacé. Comencé a bailar como Dios. Todos comenzaron a hablar de mí. Estando aún en la escuela, ya actuaba como primer bailarín.

Diario
Vaslav Nijinsky

Vuelta al mundo en 80 días (mi primer viaje) (Jean Cocteau)

En unas tarjetas, ¿qué digo tarjetas?, en unas lengüetas de papel las geishas nos muestran sus nombres y direcciones: Lluvia de Abril, Dinastía de la Luz, Primavera Feliz. [...]
Bailo con Primavera Feliz. Que es como decir que acarreo en torno a su cárcel de papel a una ahogada asida a un pecio; llevo una mejilla pegada al hombro, unas manos me aferran. “¡Ay, ay, mister Cocteau!” Esta queja me desgarra el alma. Unos ojos serios y severos nos siguen, nos pasan revista, nos juzgan. Cuanto más se hunde ella, cuanto más desatentada está, más me percato de cuán poco puedo ayudarla.[...] ¿Para qué tenderle un asidero ficticio? Me voy del Japón y concluyo la vuelta al mundo dentro de diecinueve días. Tengo que volver a mi sitio, en la esterilla, entre mis anfitriones, comerme una fresa pinchada en un palillo, ver a Primavera Feliz en lo hondo del agua.[...] Se acabó. El Coolidge resbala por el agua. El muelle se aparta. La isla se aleja. En la orilla, nuestros amigos van empequeñeciéndose, desaparecen, siguen con sus gestos invisibles. Suelto el pañuelo. Passepartout hace otro tanto. Las dos mariposas del Kagami-Jishi revolotean y se posan en el mar.

Vuelta al mundo en 80 días (mi primer viaje)
Jean Cocteau

Pegaojos (Hans Christian Andersen)

Al anochecer, cuando los niños están aún sentados a la mesa o en su escabel, viene un duende llamado Pegaojos; sube la escalera quedito, quedito, pues va descalzo, sólo en calcetines; abre las puertas sin hacer ruido y, ¡chitón!, vierte en los ojos de los pequeñuelos leche dulce, con cuidado, con cuidado, pero siempre bastante para que no puedan tener los ojos abiertos y, por tanto, verlo. Se desliza por detrás, les sopla levemente en la nuca y los hace quedar dormidos. Pero no les duele, pues Pegaojos es amigo de los niños; sólo quiere que se estén quietecitos, y para ello lo mejor es aguardar a que estén acostados. Deben estarse quietos y callados, para que él pueda contarles sus cuentos.
Cuando ya los niños están dormidos, Pegaojos se sienta en la cama. Va bien vestido; lleva un traje de seda, pero es imposible decir de qué color, pues tiene destellos verdes, rojos y azules, según como se vuelva. Y lleva dos paraguas, uno debajo de cada brazo.
Uno de estos paraguas está bordado con bellas imágenes, y lo abre sobre los niños buenos; entonces ellos durante toda la noche sueñan los cuentos más deliciosos; el otro no tiene estampas, y lo despliega sobre los niños traviesos, los cuales se duermen como marmotas y por la mañana se despiertan sin haber tenido ningún sueño.

Pegaojos
Hans Christian Andersen

martes, marzo 20, 2007

La música árabe y su influencia en la música española (Julián Ribera y Tarragó) (danza)

Mandó Abenhumeya que saliesen a danzar las moras solas, y hubo muchas que danzaron gallardamente, y la última que danzó fue la hermosa Luna, natural de allí, de Purchena. Salió la mora vestida ricamente de una marlota de damasco verde alcachofado, toda guarnecida de muchos fresos de oro; sacó un zaragüel de Cambray muy delgado y muy arrugado, con un zapato de terciopelo azul guarnecido con oro que era cosa de ver su hermosura. Un tocado maravilloso de bueno y una delgada toca encima, tan clara, que no impedía a la vista que lo de bajo no se viese claramente, y sacó en las manos un rico almaizal labrado en Túnez, de una fina seda de muchos colores y todos los cabos de fino oro que valía gran precio. Esta hermosa mora danzó sola, tan bien y tan gallardamente, que a todos dejó espantados, así de su gran belleza como del gallardo donaire de su danzar.

La música árabe y su influencia en la música española
Julián Ribera y Tarragó

lunes, marzo 19, 2007

Diario de un seductor (Soren Kierkegaard)

Yo soy un esteta, un artista del amor y creo en el amor; comprendí la esencia del amor y su interés, conozco todos sus secretos y tengo al respecto mis propias ideas; creo, efectivamente, que una historia de amor debe durar a lo sumo seis meses y que toda relación debe cesar ipso facto en cuanto ya nada queda por disfrutar. Sé todo esto y también sé que el mayor deleite que se puede imaginar amando es el de ser amado, el de ser amado por encima de todas las cosas del mundo. Penetrar en el ser de una muchacha con el espíritu, es todo un arte, pero saber salir de ese ser constituye una obra maestra, aunque esto último dependa siempre de lo primero.

Diario de un seductor
Soren Kierkegaard

Poemas en prosa [Retratos de queridas] (Charles Baudelaire)

En un gabinete de hombres solos, es decir, en la sala de fumar perteneciente a un elegante garito, unos hombres fumaban y bebían. No eran precisamente jóvenes ni viejos, guapos ni feos; pero, viejos o jóvenes, ostentaban esa distinción no despreciable de los veteranos del goce, ese indescriptible no sé qué, esa tristeza fría y burlona que dice claramente: «Hemos vivido con intensidad y buscamos algo que pudiéramos querer y estimar.»

Retratos de queridas, de Poemas en prosa
Charles Baudelaire

Regreso a la sombra (Luis Cernuda)

Tras la fatiga de un viaje nocturno, al final de la madrugada, con pocos y entrecortados momentos de sueño, entre febril y escalofriado, entraste en el vestíbulo oscuro y desierto del hotel. Qué vacío el de esa hora que antecede al alba; qué mundo increado o extinto el que se mira entonces.
Atrás quedaban los días soleados junto al mar, el tiempo inútil para todo excepto para el goce descuidado, la compañía de una criatura querida como a nada y como a nadie. El frío que sentías era más el de su ausencia que el de la hora temprana en un amanecer de otoño.
Despojado bruscamente de la luz, del calor, de la compañía, te pareció entrar desencarnado en no sabías qué limbo ultraterreno. Y con angustia creciente volvías atrás la mirada hacia aquel rincón feliz, aquellos días claros, ya irrecobrables.
Qué agonía en aquel alba desolada, entre los objetos sórdidos del existir cotidiano, hecho por y para aquellos que no pueden ser, ni podrán ser nunca parte de ti. Al entrar en tanta extrañeza tu vida se volvió, ella también, otro objeto inerte y vacío, como concha de la cual arrancarán su perla.
Y, ¿por qué no decirlo? Tus lágrimas brotaron entonces amargamente, pues que estabas solo y nadie sino tú era testigo de tanta debilidad, en honor de lo perdido. ¿Lo perdido? Tú mismo eras a un tiempo, viudo de tu amor, el perdidoso y el perdido.
¿No será posible recobrar en otra vida los momentos de dicha, que tan breves han sido en este existir todo fastidio, monotonía, seres extraños? ¿No será posible reunirte para siempre con la criatura que tanto quieres? («Y siempre pueda verte,/ Ante los ojos míos,/ Sin miedo y sobresalto de perderte»). Si no es posible, ¿qué razón tiene el vivir, cuando aquello en que se sustenta es ya pasado?
Como Orfeo afrontarías los infiernos para rescatar y llevar de nuevo contigo la imagen de tu dicha, la forma de tu felicidad. Pero ya no hay dioses que nos devuelvan compasivos lo que perdimos, sino un azar ciego que va trazando torcidamente, con paso de borracho, el rumbo estúpido de nuestra vida.

Regreso a la sombra
Luis Cernuda

Las ciudades serán más abiertas. Entrevista a Zaha Hadid (Pepa Roma)

La ciudad, tal como la hemos conocido hasta ahora, está basada en el concepto antiguo de fortificación, mientras que la modernidad tiene que ver con la apertura, el libre acceso. Los bloques son los que convierten a las ciudades en fortificaciones, porque son edificios y espacios privados, cerrados a la circulación del ciudadano común. Si declaras que los edificios tienen que ver con la vida y la participación ciudadana significa que tienes que pensar en edificios que las hagan posible, sin espacios bloqueados a la circulación. (...) Mi idea es crear espacios que cambien la forma de ser vividos y vistos por la gente. Son espacios fluidos, estratificados en diferentes niveles como las capas de un paisaje, con construcciones que huyen de las figuras geométricas, que cambian de forma a medida que te mueves dentro o entre ellos, como sucede cuando te paseas por la naturaleza

Las ciudades serán más abiertas. Entrevista a Zaha Hadid
Pepa Roma

El Día del Watusi (Francisco Casavella)

Escuchaba la canción más perfecta que he escuchado nunca, una misteriosa armonía negra, una música que se podía ver. Y me puse a seguir la música que oía, a cantar sin saber qué cantaba; y me daba igual que esas palabras no fueran ni siquiera palabras, porque la canción era eterna. La verdad estaba ahí debajo, y estaba también la luz que nos salva de los oscuro, lo radiante.

El Día del Watusi
Francisco Casavella

Los intereses creados (Jacinto Benavente)

He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinantes, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos, la que juntó en ciudades populosas a los más variados concursos, como en París sobre el Puente Nuevo, cuando Tabarín desde su tablado de feria solicitaba la atención de todo transeúnte, desde el espetado doctor que detiene un momento su docta cabalgadura para desarrugar por un instante la frente, siempre cargada de graves pensamientos, al escuchar algún donaire de la alegre farsa, hasta el pícaro hampón, que allí divierte sus ocios horas y horas, engañando al hambre con la risa; y el prelado y la dama de calidad, y el gran señor desde sus carrozas, como la moza alegre y el soldado, y el mercader y el estudiante. Gente de toda condición, que en ningún otro lugar se hubiera reunido, comunicábase allí su regocijo, que muchas veces, más que de la farsa, reía el grave de ver reír al risueño, y el sabio al bobo, y los pobretes de ver reír a los grandes señores, ceñudos de ordinario, y los grandes de ver reír a los pobretes, tranquilizada su conciencia con pensar: ¡también los pobres ríen! Que nada prende tan pronto de unas almas en otras como esta simpatía de la risa.

Los intereses creados
Jacinto Benavente

La risa (Henry Bergson)

Un hombre ridículo, desde el instante en que advierte su ridiculez, trata de modificarse, al menos en lo externo. Si Harpagón viese que nos reíamos de su avaricia, no digo que se corrigiera, pero sí que procuraría encubrirla o al menos darle otro cariz. Digámoslo desde ahora: sólo en este sentido se puede afirmar que la risa castiga las costumbres, haciendo que nos esforcemos por parecer lo que debiéramos ser, lo que indudablemente llegaremos a ser algún día.

La risa
Henry Bergson

La leyenda de los reyes magos (Lisandro Otero)

De la misma religión de Mitra se toma el mito de los tres Reyes Magos. Hay tratadistas que ponen en duda el carácter monárquico de los Magos, puesto que pueden haber sido miembros de una casta sacerdotal o, simplemente, sabios, Para la tradición oriental los magos eran doce pero en Occidente los redujeron a tres. Los nombres cambiaron con el tiempo. Los apelativos de los Reyes, en griego, eran Appellicon, Amerín y Damascón. Ya en el siglo XII eran denominados Bithisarea, Melichior y Gathaspa y se les suponía reyes de Arabia, Persia y la India. También se les señala como representantes de las tres edades del hombre, de las tres razas conocidas entonces, símbolos de los continentes explorados: Europa, Asia y África. La fábula afirma que los Reyes fueron bautizados y martirizados y en el siglo XII Federico Barbarroja enterró sus restos en Colonia y ulteriormente, en el año 1248, comenzó a erigirse la famosa catedral en el sitio del enterramiento.

La leyenda de los reyes magos
Lisandro Otero

Algunas notas sobre algo que no existe (H.P. Lovecraft)

Nací en Providence -donde he vivido siempre, excepto por dos pequeñas interrupciones- el 20 de agosto de 1890; de vieja estirpe de Rhode Island por parte de mi madre, y de una línea paterna de Devonshire domiciliada en el estado de Nueva York desde 1827.
Los intereses que me llevaron a la literatura fantástica aparecieron muy temprano, pues hasta donde puedo recordar claramente me encantaban las ideas e historias extrañas, y los escenarios y objetos antiguos. Nada ha parecido fascinarme tanto como el pensamiento de alguna curiosa interrupción de las prosaicas leyes de la Naturaleza, o alguna intrusión monstruosa en nuestro mundo familiar por parte de cosas desconocidas de los ilimitados abismos exteriores.
Cuando tenía tres años o menos escuchaba ávidamente los típicos cuentos de hadas, y los cuentos de los hermanos Grimm están entre las primeras cosas que leí, a la edad de cuatro años. A los cinco me reclamaron Las mil y una noches, y pasé horas jugando a los árabes, llamándome «Abdul Alhazred», lo que algún amable anciano me había sugerido como típico nombre sarraceno. Fue muchos años más tarde, sin embargo, cuando pensé en darle a Abdul un puesto en el siglo VIII ¡y atribuirle el temido e inmencionable Necronomicon!

Algunas notas sobre algo que no existe
H.P. Lovecraft

Madre noche (Kurt Vonnegut)

Sonderkommando significa destacamento especial. En Auschwitz significaba, por cierto, un destacamento muy especial: estaba compuesto por prisioneros cuyos deberes consistían en conducir a los condenados a las cámaras de gas y luego arrastrar sus cadáveres hacia fuera. Una vez finalizada la tarea, también liquidaban a los miembros del Sonderkommando anterior.
Gutman me contó que, de hecho, muchos se presentaban por voluntad propia al Sonderkommando.
- ¿Por qué? - pregunté
- Si usted escribiese un libro sobre el asunto y encontrase una respuesta a esa pregunta, a ese porqué, escribiría un libro excelente.
- ¿Usted sabe la respuesta?
- No - contestó mirándome fijamente a los ojos -. aunque yo fui uno de los que se ofrecieron como voluntarios.
Se marchó tras habérmelo confesado. Y pensó en Auschwitz; en lo que menos le gustaba pensar. Cuando regresó me dijo:
- Había altavoces en todo el campo y nunca permanecían en silencio durante mucho tiempo. Emitían bastante música por ellos. Los que sabían de música me decían que a menudo era buena música; a veces, de la mejor.
- Parece interesante.
- Música no compuesta por judíos, desde luego: eso estaba prohibido.
- Naturalmente - contesté.
- Y la música siempre se interrumpía en la mitad y luego se oía un anuncio. Durante todo el día, música y anuncios.
- Muy moderno.
Cerró los ojos, intentando recordar.
- Había un anuncio que siempre transmitían canturreándolo como una melodía infantil. Nos llegaba muchas veces al día. Era la llamada al Sonderkommando.
- Oh.
- Leichenträger zu Wache - canturreó con los ojos todavía entrecerrados.
Traducción: "Los transportadores de cadáveres al cuarto de guardia". En una institución cuyo propósito era eliminar a seres humanos por millones, se explica la frecuencia de la llamada.
- Después de dos años de oir ese canturreo por los altavoces, siempre surgiendo de entre la música, el puesto de portacadáveres acabó sonando como un buen trabajo.
- Entiendo - dije.
- ¿Puede entenderlo? - meneó la cabeza -. Yo no. Yo siempre me avergonzaré. ¡Voluntario del Sonderkommando!... Fue una vergüenza hacer algo así.
- No lo creo.
- Yo sí. Vergonzoso. No quiero volver a hablar de eso jamás.

El mundo de ayer. Memorias de un europeo (Stefan Zweig)

En Enero de 1933, cuando Aldolf Hitler accedió al poder, nuestra ópera, La dama silenciosa, estaba prácticamente acabada en partitura para piano y el primer acto, instrumentado casi del todo. Al cabo de pocas semanas se hizo pública la estricta prohibición de representar en teatros alemanes obras de autores no arios o en las que hubiera intervenido de una forma u otra un judío.; el gran interdicto se hizo extensivo incluso a los muertos y, con gran indignación de todos los melómanos del mundo, se retiró la estatua de Mendelssohn situada delante de la Gewandhaus de Leipzig. Con esta prohibición me pareció decidido el destino de nuestra ópera. Di por sentado que Richard Strauss renunciaría a una segunda obra y que empezaría una nueva con algún otro libretista. En lugar de ello, me contestó a vuelta de correo diciéndome que vaya por dios qué ideas se me ocurrían y que, al contrario, dado que él ya trabajaba en la instrumentación de la primera ópera, que yo fuera preparando el libreto de la segunda. No tenía la intención de permitir que nadie le prohibiera colaborar conmigo. Y tengo que confesar sinceramente que, mientras duró nuestra colaboración, me guardó una fidelidad propia de un buen camarada, hasta que pudo. Es verdad que, al mismo tiempo, tomó precauciones que me resultaron menos simpáticas: se acercó a los potentados, se encontró a menudo con Hitler, Göring y Goebbels y, cuando incluso Furtwangler se rebeló públicamente, aceptó la presidencia de la Cámara de Música del Reich nazi.

El mundo de ayer. Memorias de un europeo
Stefan Zweig

domingo, marzo 18, 2007

El poder y la gloria (Graham Greene)

Alguna vez en los tiempos pasados, al instruir a los niños, algún indio chiquitín de ojos almendrados le había preguntado: “¿Cómo es Dios?”, y él solía contestar fácilmente haciendo referencia al padre y a la madre, o quizá con mayor ambición, incluía hermano y hermana, y procuraba dar una idea de todos los cariños y parentescos, combinados en una pasión inmensa y, no obstante, personal... Pero en el centro de su propia fe permanecía siempre la convicción misteriosa de que estamos hechos a imagen de Dios: Dios era el padre, pero también el policía, el criminal, el cura, el maníaco y el juez. Algunas veces la imagen de Dios colgaba de una horca o adoptaba raras actitudes ente las balas en el patio de una cárcel o se retorcía como un camello durante el acto sexual. Sentábase en el confesonario y escuchaba las ingenuidades complicadas y sucias que la imagen de Dios había imaginado. Y ahora esta imagen se bamboleaba, arriba y abajo, sobre el lomo de la mula, con los dientes amarillos clavados en el labio inferior; y la misma imagen había cometido un día su acto de rebelión con María, en la cabaña, entre las ratas. A veces debe de ser un consuelo para el soldado, el que sean iguales las atrocidades cometidas por ambas partes: nadie jamás era el único.

El poder y la gloria
Graham Greene

La identidad coreana (Martin Lo Coco)

Intentar comprender la identidad de un pueblo como el coreano bajo una mirada occidental, latinoamericana y argentina, no es tarea sencilla. ¿Cómo abandonaremos nuestros sombríos y grises ropajes, para vestirnos con las festivas y coloridas tonalidades de la vida coreana? ¿Cómo nos olvidaremos de nuestra fe única, para dejarnos sorprender por las mucho más variadas formas religiosas que conviven dentro del espíritu coreano? ¿cómo dejaremos la superficie de nuestra historia apenas dos veces centenaria, para sumergirnos en las profundidades de una tradición varias veces milenaria, y que sin embargo, no ha perdido en nada su simpleza? Nuestras costumbres, nuestra historia, nuestra cultura toda, han sido creados bajo parámetros completamente distintos.
Sin embargo, quién sabe qué virtudes destaca el Occidente moderno que lo ha llevado a ensalzar en mayor proporción las tradiciones china y japonesa por sobre la coreana; a la que han creído ver brillar con una luz más tenue que la de sus vecinas de este y oeste. Pero como dijo el poeta "La pureza de las estrellas es sólo cuestión de distancia", de modo que este trabajo se propone acercar al lector al maravilloso mundo coreano, para que, brindándole una idea de aquellos elementos que definen y dan identidad a su pueblo, pueda juzgarlo por su verdadero fulgor.

La identidad coreana
Martín Lo Coco

viernes, marzo 09, 2007

Por quién doblan las campanas (John Donne)

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida,
Como si se tratara de un promontorio, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad;
Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

Por quién doblan las campanas
John Donne

jueves, marzo 08, 2007

Sopa de palillo de morcilla (Hans Christian Andersen)

¡Vaya comida la de ayer! - comentaba una vieja dama de la familia ratonil dirigiéndose a otra que no había participado en el banquete -. Yo ocupé el puesto vigésimo-primero empezando a contar por el anciano rey de los ratones, lo cual no es poco honor. En cuanto a los platos, puedo asegurarte que el menú fue estupendo. Pan enmohecido, corteza de tocino, vela de sebo y morcilla; y luego repetimos de todo.

Sopa de palillo de morcilla
Hans Christian Andersen

Se cierra el telón (José Cañas Torregrosa)

El teatro infantil y juvenil no es el hermano pequeño del Teatro con mayúsculas, el teatro de los adultos; es otro tipo de teatro diferente, con motivaciones, técnicas y estructuras distintas al teatro de los mayores. Está basado esencialmente en el juego -el juego dramático- y como tal tiene que ser concebido. Los pequeños actores y actrices son, al mismo tiempo, jugadores que disfrutan mediante unas reglas preconcebidas muy sencillas. Marcar esas reglas básicas y tener siempre presente la naturaleza lúdica del teatro por y para los niños -con sus dosis de espontaneidad y libre expresión- serán los argumentos esenciales que manejen cuantos se acerquen al hecho dramático infantil y juvenil.

Se cierra el telón
José Cañas Torregrosa

Alta fidelidad (Nick Hornby) [Dueto]

Marie saca a un tío para que cante con ella los bises. Es un menda que comparte micrófono con ella, pero con un grado de intimidad que no me hace ninguna gracia, y que le hace los armónicos en Love hurts, que la mira y la remira mientras canta, pero de una manera que me lleva a pensar que está por delante de mí en la cola de los que esperamos salir en uno de sus discos un buen día.

Alta fidelidad
Nick Hornby

miércoles, marzo 07, 2007

El Jazz. Su origen y desarrollo (Joachim E. Berendt)

El jazz surgió del encuentro entre “negro” y “blanco”; se produjo, pues, en el lugar en que este encuentro fue más intenso: en el Sur de los Estados Unidos. Hasta hoy solamente puede imaginarse este encuentro. Pierde los cimientos de su existencia, si debido a la situación racial de los Estados Unidos se acentúa demasiado el elemento blanco, o si, por el contrario, especialmente en los círculos intelectuales y de fans, con su frecuente resentimiento racial, se acentúa demasiado el elemento negro.
En la reunión de las razas, tan importante para el surgimiento y el desarrollo del jazz, se halla el símbolo de la “reunión” a secas, que caracteriza al jazz en su naturaleza musical nacional e internacional, social y sociológica, política, expresiva y estética, ética y etnológica.

El Jazz. Su origen y desarrollo
Joachim E. Berendt

Los placeres de la voz en la música autofisiopsíquica (Yusuf Lateef)

Los músicos son, a través de la música, capaces de expresar sus pensamientos y sentimientos - y si tienen un espíritu elevado y sus pensamientos están llenos de aprecio y amor por todo - su música reflejará ese amor, y si el oyente escucha atentamente oirá y sentirá aquel amor. El oyente, movido por la música a un cierto estado de ánimo, sentirá el carácter del músico. El resultado es que el oyente, al escuchar la música, experimenta un sentido del placer que es el de la personalidad del músico siendo comunicada al oyente a través del lenguaje del sonido.

Los placeres de la voz en la música autofisiopsíquica
Yusuf Lateef

Cruces sonoros de la interculturalidad (Ezequiel Paz)

El discurso del mestizaje de cualquier música actual ha de entenderse en un sentido antinómico, es decir, ha de saber hacer confluir a la vez el apego a la tradición con la separación de las experiencias musicales de sus parámetros locales, nacionales o raciales. Patrones ancestrales sí, pero desleídos en aguas sin etiquetados, pues el buen poeta musical no puede olvidar que en lo más íntimo está siempre lo más universal. Paco de Lucía, rebosante de sabiduría popular, lo resume a su manera: "Es muy importante no perderse en la tradición porque ahí es donde está la esencia, el mensaje, la base. Sobre ella sí puedes ir a cualquier sitio y escapar, pero sin dejar nunca esa raíz porque, en definitiva, la identidad, el olor y el sabor del flamenco están ahí".

Cruces sonoros de la interculturalidad
Ezequiel Paz

martes, marzo 06, 2007

Miserias de la Guerra (Pío Baroja)

Los acontecimientos se van complicando y lo que al principio pudo parecer a ciertas gentes confiadas “un pronunciamiento más”, va tomando cariz de un suceso entre serio, intrincado y peliagudo.
Hasta los que no somos españoles, pero sí residentes actuales en España, a pesar del alivio que nos pueden ofrecer nuestros documentos y nuestra condición de extranjeros, la proximidad del fuego de tan gran hoguera como la que se ha encendido, nos pone un reflejo sombrío en la cara, y algo de zozobra en el espíritu. ¿Estaremos seguros de que no arriesgamos nada?
[...]
En la puerta del piso donde vivo, he puesto un gran tarjetón en el que consta mi nombre, mi nacionalidad, y para inteligencia de los que no saben leer –dueños ahora de la calle-, una banderita inglesa que desempeña su cometido de ¡Detente, bárbaro!

Miserias de la Guerra
Pío Baroja

Milenio Negro (J. G. Ballard)

Se estaba produciendo una revolución, tan modesta y educada que casi nadie había reparado en ella. Como quien visita un plató abandonado, me detuve junto a la entrada de Chelsea Marina y escuché el tráfico matutino de King's Road, una tranquilizadora mezcla de radios de coches y sirenas de ambulancias. Más allá de la casa del guarda se extendían las calles de la urbanización desierta, una visión apocalíptica desprovista de la banda sonora. De los balcones colgaban pancartas de protesta, y conté una docena de coches volcados y al menos dos casas quemadas.

Milenio Negro
J. G. Ballard

La lengua salvada (Elías Canetti) [canciones]

La primera canción infantil que aprendí, “Manzanicas coloradas, las que vienen de Stambol“, terminaba con el nombre de la ciudad de Estambul, que según se decía era enorme, y yo pronto la relacioné con los turcos que se veían entre nosotros. Edirne –así se llamaba en turco Adrianópolia, la ciudad de la que procedían los dos abuelos Canetti- se nombraba a menudo. El abuelo cantaba canciones turcas interminables, en las que sabía mantener tonos agudos durante mucho tiempo; a mí me gustaban mucho más las canciones españolas, más fuertes y más rápidas.

La lengua salvada, de Historia de una vida
Elías Canetti

lunes, marzo 05, 2007

Lady sings the blues (Billie Holiday) [jam-session]

En el tiempo transcurrido entre que salí de Welfare Island hasta que empecé a cantar en Harlem, debí de pasar unos seis meses sin hacer absolutamente nada, lo que enloquecía a mamá. Si se ponía a darme la tabarra con esta cuestión, yo le contestaba: “No estoy en la cárcel” o “No estoy avergonzando a nadie”. Tenía mis ahorrillos y no pensaba mover un dedo hasta que se agotaran.
[...]
En esa época todo lo que ocurría, ocurría en alguna jam-session. Nunca olvidaré la noche en que Benny Goodman llevó a un flacucho de la parte alta, llamado Harry James. Era una de esas noches en que estaba todo el mundo: Roy Eldridge, Charlie Shavers, Lester Young, Bennie Webster.
Al principio James se mostró bastante hostil, por lo que recuerdo. Venía de Tejas, donde se mira a los negros como si fueran basura. Y a él se le notaba. Teníamos que quitarle eso de la cabeza... lo mismo que la idea de que era el mejor trompetista del mundo. Buck Clayton –a quien yo consideraba el mejor tipo que conocía – fue de gran ayuda. Lo disuadió con la trompeta. [...] Bastaron unos compases para bajarle los humos a Harry, que aprendió la lección, y a partir de entonces aparecía con frecuencia y muy contento a las sesiones improvisadas.
En una de ellas conocía a Lexter Young. Ese mismo día supe cuánto me gustaba que apareciera por allí e interpretara solos acompañándome.

Lady sings the blues
Billie Holiday

Crónica de una muerte anunciada (Gabriel García Márquez)

Siempre dormía como durmió su padre, con el arma escondida dentro de la funda de la almohada, pero antes de abandonar la casa aquel día le sacó los proyectiles y la puso en la gaveta de la mesa de noche. «Nunca la dejaba cargada», me dijo su madre. Yo lo sabía, y sabía además que guardaba las armas en un lugar y -escondía la munición en otro lugar muy apartado, de modo que nadie cediera ni por casualidad a la tentación de cargarlas dentro de la casa. Era una costumbre sabia impuesta por su padre desde una mañana en que una sirvienta sacudió la almohada para quitarle la funda, y la pistola se disparó al chocar contra el suelo, y la bala desbarató el armario del cuarto, atravesó la pared de la sala, pasó con un estruendo de guerra por el comedor de la casa vecina y convirtió en polvo de yeso a un santo de tamaño natural en el altar mayor de la iglesia, al otro extremo de la plaza.

Crónica de una muerte anunciada
Gabriel García Márquez

viernes, marzo 02, 2007

Pepita Jiménez (Juan Valera)

Aquella noche dio don Pedro un baile estupendo en el patio de su casa y salones contiguos. Criados y señores, hidalgos y jornaleros, las señoras y señoritas y las mozas del lugar asistieron y se mezclaron en él como en la soñada primera edad del mundo, que no sé por qué llaman de oro. Cuatro diestros, o, sino diestros, infatigables guitarristas, tocaron el fandango. Un gitano y una gitana, famosos cantadores, entonaron las coplas más amorosas y alusivas a las circunstancias. Y el maestro de escuela leyó un epitalamio en verso heroico.
Hubo hojuelas, pestiños, gajorros, rosquillas, mostachones, bizcotelas y mucho vino para la gente menuda. El señorío se regaló con almíbares, chocolate, miel de azahar y miel de prima, y varios rosolis y mistelas aromáticas y refinadísimas.

Pepita Jiménez
Juan Valera