Sonderkommando significa destacamento especial. En Auschwitz significaba, por cierto, un destacamento muy especial: estaba compuesto por prisioneros cuyos deberes consistían en conducir a los condenados a las cámaras de gas y luego arrastrar sus cadáveres hacia fuera. Una vez finalizada la tarea, también liquidaban a los miembros del Sonderkommando anterior.
Gutman me contó que, de hecho, muchos se presentaban por voluntad propia al Sonderkommando.
- ¿Por qué? - pregunté
- Si usted escribiese un libro sobre el asunto y encontrase una respuesta a esa pregunta, a ese porqué, escribiría un libro excelente.
- ¿Usted sabe la respuesta?
- No - contestó mirándome fijamente a los ojos -. aunque yo fui uno de los que se ofrecieron como voluntarios.
Se marchó tras habérmelo confesado. Y pensó en Auschwitz; en lo que menos le gustaba pensar. Cuando regresó me dijo:
- Había altavoces en todo el campo y nunca permanecían en silencio durante mucho tiempo. Emitían bastante música por ellos. Los que sabían de música me decían que a menudo era buena música; a veces, de la mejor.
- Parece interesante.
- Música no compuesta por judíos, desde luego: eso estaba prohibido.
- Naturalmente - contesté.
- Y la música siempre se interrumpía en la mitad y luego se oía un anuncio. Durante todo el día, música y anuncios.
- Muy moderno.
Cerró los ojos, intentando recordar.
- Había un anuncio que siempre transmitían canturreándolo como una melodía infantil. Nos llegaba muchas veces al día. Era la llamada al Sonderkommando.
- Oh.
- Leichenträger zu Wache - canturreó con los ojos todavía entrecerrados.
Traducción: "Los transportadores de cadáveres al cuarto de guardia". En una institución cuyo propósito era eliminar a seres humanos por millones, se explica la frecuencia de la llamada.
- Después de dos años de oir ese canturreo por los altavoces, siempre surgiendo de entre la música, el puesto de portacadáveres acabó sonando como un buen trabajo.
- Entiendo - dije.
- ¿Puede entenderlo? - meneó la cabeza -. Yo no. Yo siempre me avergonzaré. ¡Voluntario del Sonderkommando!... Fue una vergüenza hacer algo así.
- No lo creo.
- Yo sí. Vergonzoso. No quiero volver a hablar de eso jamás.
Gutman me contó que, de hecho, muchos se presentaban por voluntad propia al Sonderkommando.
- ¿Por qué? - pregunté
- Si usted escribiese un libro sobre el asunto y encontrase una respuesta a esa pregunta, a ese porqué, escribiría un libro excelente.
- ¿Usted sabe la respuesta?
- No - contestó mirándome fijamente a los ojos -. aunque yo fui uno de los que se ofrecieron como voluntarios.
Se marchó tras habérmelo confesado. Y pensó en Auschwitz; en lo que menos le gustaba pensar. Cuando regresó me dijo:
- Había altavoces en todo el campo y nunca permanecían en silencio durante mucho tiempo. Emitían bastante música por ellos. Los que sabían de música me decían que a menudo era buena música; a veces, de la mejor.
- Parece interesante.
- Música no compuesta por judíos, desde luego: eso estaba prohibido.
- Naturalmente - contesté.
- Y la música siempre se interrumpía en la mitad y luego se oía un anuncio. Durante todo el día, música y anuncios.
- Muy moderno.
Cerró los ojos, intentando recordar.
- Había un anuncio que siempre transmitían canturreándolo como una melodía infantil. Nos llegaba muchas veces al día. Era la llamada al Sonderkommando.
- Oh.
- Leichenträger zu Wache - canturreó con los ojos todavía entrecerrados.
Traducción: "Los transportadores de cadáveres al cuarto de guardia". En una institución cuyo propósito era eliminar a seres humanos por millones, se explica la frecuencia de la llamada.
- Después de dos años de oir ese canturreo por los altavoces, siempre surgiendo de entre la música, el puesto de portacadáveres acabó sonando como un buen trabajo.
- Entiendo - dije.
- ¿Puede entenderlo? - meneó la cabeza -. Yo no. Yo siempre me avergonzaré. ¡Voluntario del Sonderkommando!... Fue una vergüenza hacer algo así.
- No lo creo.
- Yo sí. Vergonzoso. No quiero volver a hablar de eso jamás.
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