martes, julio 22, 2008

El largo camino hacia Los olvidados (Agustín Sánchez-Vidal)

Pocas de sus películas habrán sido tan cuidadosamente planificadas por Buñuel en todas sus fases como Los olvidados. Aprovechando el tiempo de inactividad forzosa a que se había visto obligado por el fracaso de Gran Casino, el realizador se dedicó durante varios meses a recorrer los barrios más pobres de la ciudad de México, en algunas ocasiones con el guionista Luis Alcoriza, y en otras con su escenógrafo, el canadiense Edward Fitzgerald. Las fotos que hizo, y que se conservan en su archivo, demuestran que no pocos detalles pasaron directamente a la película, como el ciego provisto de una batería de instrumentos que le permitían convertirse en hombre-orquesta.
Consultó los ficheros del Tribunal para Menores y habló con los siquiatras que atendían a los delincuentes juveniles, como atestiguaba en los agradecimientos correspondientes de los créditos al principio de la película. De estas fichas obtuvo muchos detalles para la trama y los perfiles de sus personajes. Según Buñuel, en otras ocasiones fueron las noticias de la prensa las que le proporcionaron esa base documental, como el cadáver de un niño en un basurero, que utilizó para el final, combinándolo con el detalle del cadáver dentro de un saco, que tomó de la ópera Tosca.

El largo camino hacia Los olvidados, de Agustín Sánchez-Vidal
Extraído de Los olvidados. Una película de Luis Buñuel

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