martes, julio 22, 2008

Las inquietudes de Shanti Andía (Pío Baroja) [Una fiesta]

Así estuvieron repitiendo canción y estribillo hasta medianoche. Después se cantaron otros muchos zortzicos y luego vino un muchacho con un acordeón, que trenzaba, sin parar, la música más heterogénea; un vals se convertía en una habanera, y ésta aparecía al final con las notas de La Marsellesa o de un himno cualquiera.
Yo, en el estado de pesadez en que me encontraba, entre los vapores del alcohol y el humo del tabaco, perseguía estas melodías atropelladas, monstruosas, que salían de la filarmónica y que iban cambiando a cada instante.
A veces decía:
-Bueno, señores, me voy -y me levantaba para marcharme.
-No, no -decían todos.
-No te vayas, Shanti -gritaba un viejo.
-Tengo que marcharme.
-¡Fuera! ¡Fuera! ¡Ese patrón al agua! ¡No te vayas, Shanti! -gritaban los demás.
Cuando ya no podíamos con nuestra alma, abandonamos el Guezurrechape y nos fuimos a casa. Llovía, el muelle estaba cenagoso; yo me equivoqué y en vez de ir hacia casa fui al rompeolas. Gracias al sereno, que me encontró y me acompañó hasta casa, pude encontrarme al amanecer en mi cuarto.

Las inquietudes de Shanti Andía
Pío Baroja

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