martes, enero 22, 2008

Noticia de un secuestro (Gabriel García Márquez)

A mí no me venga a hablar mierda. Vamos a lo que se trata. Usted tiene todo empantanado por andar pidiendo huevonadas y aquí no hay sino una vaina: simplemente, los tipos tienen que entregarse y confesar algún delito por el cual se les puedan meter doce años. Es lo que dice la ley y punto. A cambio de eso les dan una rebaja de penas y se les garantiza la vida. Lo demás son puras pendejadas suyas.

Noticia de un secuestro
Gabriel García Márquez

El planeta de los simios (Pierre Boulle)

Finalmente me dio el cuaderno y el bolígrafo, mirándome con una expresión de súplica.
Ahora era ella la que se mostraba ávida de establecer contacto. Di las gracias mentalmente a Pitágoras y me atreví un poco más por la vía geométrica. Sobre una hoja del cuaderno, dibujé lo mejor que supe los tres conos con sus ejes y sus focos; una elipse, una parábola y una hipérbole. Después, sobre la hoja de enfrente, dibujé un cono de revolución. Debo recordar que la intersección de un cuerpo de esta naturaleza por un plano es uno de los tres cónicos que siguen el ángulo de intersección. Hice la figura en el caso de la elipse y, volviendo a mi primer dibujo, indiqué con el dedo a la maravillada mona la curva correspondiente.
Me arrancó el cuaderno de las manos, trazó, a su vez, otro cono, cortado por un plano a un ángulo distinto, y me señaló la hipérbole con su largo dedo. Me sentí tan fuertemente sacudido por la intensa emoción que los ojos se me llenaron de lágrimas y estreché sus manos convulsivamente. Nova, en el fondo de la jaula, chilló de cólera. No la engañaba su instinto sobre la naturaleza de estas efusiones. Entre Zira y yo acababa de establecerse una comunicación espiritual por conducto de la geometría. Yo sentía una satisfacción casi sexual y me daba cuenta de que la mona estaba igualmente turbada.

El planeta de los simios
Pierre Boulle

miércoles, enero 16, 2008

Años de perro (Günter Grass)

Nuevamente se atreve Matern a proferir la exclamación: -¡Sin duda alguna, esto es el infierno!- pese a que solamente el llorar, en todas sus variantes humanas, permanezca sin lágrimas. Emoción seca transforma la cámara en una barraca de gemidos. Armazones, que hace un momento todavía eran chatarra, para resucitar luego como esqueletos y verse habitados por mecanismos silenciosos o ruidosos, habiendo de pasar a continuación por series de pruebas tanto técnicas como acústicas, se yerguen aquí, envueltos en degradadas telas lastimosas, sobre un fondo raspado liso, y forman círculos en los que el llorar corre por turnos. Y cada círculo se ha propuesto otro tipo de tarea provocadora de lágrimas, pero que se deseca, con todo, en desiertos. Aquí empieza. El círculo vecino no puede cesar de gimotear. Este círculo solloza profundamente hacia dentro. Un aullido, que se hinca y adelgaza, abolla y distiende cada círculo. Llorar sofocado, como en cojines. Lloriqueo, como si la leche se hubiera pegado. Gimoteo, con el pañuelo entre los dientes. La desdicha se contagia. Envuelta en calambres y amenazada por el hipo. De gruñido a gimoteo: aullido hinchado y lloriqueo delgado. Y por encima de los hombros convulsos, del golpearse el pecho y del llorar quedamente en sí mismo, una voz, vecina de las lágrimas, narra con tono plañidero historias conmovedoras, historias de moco e historias de agua, historias capaces de ablandar una piedra.

Años de perro
Günter Grass

lunes, enero 14, 2008

Los judíos españoles (Felipe Torroba Bernaldo de Quirós)

Los romances y canciones formaban parte de la vida cotidiana. En las fiestas, en los acontecimientos familiares, en las celebraciones religiosas, la música, de hondo sabor español, se mezclaba con las letras de los romances.
[...]
No se tienen datos acerca de la difusión de los romances entre los judíos españoles antes de la expulsión, aunque seguramente fue amplia. El pandero bíblico acompañaban siempre a los salmos religiosos desde los tiempos de Moisés, y lo fue también para los romances, que seguramente cantaron aquellas legiones de expulsos que marchaban hacia los puertos y las fronteras.
El pueblo judaico, tan fervoroso de sus cantos, religiosos y profanos, se llevaba en el recuerdo un nutrido acervo de romances hispánicos, y cuando se dispersó en lejanos países guardó con amor esas canciones, con nostálgica añoranza de la patria perdida.

Los judíos españoles
Felipe Torroba Bernaldo de Quirós

La Hermandad (John Grisham)

El Comité de Acción Política de Defensa o el CAP-D. tal como inmediatamente se dio a conocer por doquier, hizo su clamorosa entrada en el sombrío y corrupto mundo de las finanzas políticas. Jamás en la historia política reciente había habido un comité de acción política que hubiera gozado de un respaldo tan poderoso.
La semilla inicial del dinero la había sembrado un financiero de Chicago llamado Mitzger, un ciudadano con doble nacionalidad estadounidense e israelí. Este había aportado el primer millón, que había durado aproximadamente una semana. Otros acaudalados judíos habían sido atraídos rápidamente a la causa, pero sus personalidades se escondían detrás de las empresas y las cuentas bancarias de los paraísos fiscales.
Teddy Maynard era consciente de los peligros que hubiera entrañado el hecho de que un grupo de millonarios judíos aportara abiertamente dinero de forma organizada a la campaña de Lake. De ahí que hubiera dejado en manos de unos viejos amigos suyos de Tel Aviv la administración del dinero en Nueva York.
Nlítzger era un liberal en materia política, pero, para él, nada podía ser más importante que la seguridad de Israel.
Aaron Lake se mostraba excesivamente moderado en cuestiones sociales, pero también se tomaba muy en serio el tema de las fuerzas armadas. La estabilidad de Oriente Próximo dependía de que Estados Unidos fuera una nación fuerte, por lo menos a juicio de Mitzger.

La Hermandad
John Grisham

Desprestigiando a un escéptico (Bjorn Lomborg)

Soy danés, de izquierdas, vegetariano, ex-miembro de Greenpeace; y creía en la letanía de nuestro medio ambiente en permanente deterioro. Ya saben, el catastrofista mensaje repetido por los medios de comunicación, como cuando la revista “Time” nos dice que “todo el mundo sabe que el planeta está muy mal”. Estamos dañando la Tierra, se nos dice. Nuestros recursos se están agotando. Nuestro aire y agua están más y más contaminados. Las especies del planeta están extinguiéndose, estamos lapidando la naturaleza, diezmando la biosfera.
El problema es que esta letanía no parece estar respaldada por hechos. Cuando empecé a comprobarlo con los datos de fuentes solventes — la ONU, el Banco Mundial, la OCDE, etc.— emergió una imagen diferente. No estamos agotando la energía o los recursos naturales. Hay incluso más comida, y muere por hambre menos gente. En 1900, la esperanza media de vida era de 30 años; hoy es de 67. En los últimos cincuenta años hemos reducido la pobreza más que en los quinientos anteriores. La contaminación del aire en el mundo industrializado ha disminuido -en Londres el aire nunca ha estado más limpio desde la edad media-.
[...]
Creo que necesitamos ser capaces de señalar tales cuestiones sin ser censurados. Si los críticos quieren coger cada punto de mi libro, diseccionarlo sensatamente y juzgarlo, ese es su derecho. Hasta ahora, sin embargo, un velo de histeria ha cubierto el debate. La infundada denuncia del comité danés, que algunos han denominado orwelliana, ha conducido a una protesta académica. Sólo en Dinamarca, 280 profesores han firmado una petición rechazando la decisión. Ahora, más que nunca, necesitamos garantizar un debate abierto e imparcial.

Desprestigiando a un escéptico (Algo está podrido en el estado de Dinamarca)
Bjorn Lomborg

viernes, enero 11, 2008

La Guerra Civil Española (Ramón Puche Maciá) [CTV]

De todos es sabido la ayuda extranjera que el ejército nacional obtuvo durante la guerra, ayuda que vino canalizada principalmente de países de ideología fascistas tales como Alemania o Italia. El caso de Italia es especial pues a la ayuda técnica que mandó a España (aviación, carros de combate, municiones etc.) se le debe sumar un cuerpo expedicionario de tropas que combatieron encuadradas dentro del mismo ejército nacional aunque de una manera autónoma en el llamado Corpo de Truppe Voluntario (CTV).
Dicho cuerpo empezó a llegar a Cádiz a finales de 1936 y principios de 1937 y estaba formado principalmente por soldados del ejército regular italiano y “camisas negras” (milicianos del Partido Fascista de Mussolini) hasta totalizar una suma que pueden estimarse entre 40.000 y 50.000 hombres.
[...]
Como consecuencia de los acuerdos internacionales de retirada de voluntarios extranjeros una gran parte de sus efectivos abandonaron el país a finales de 1938. Las fuerzas que se quedaron participaron en la campaña de Cataluña y tras la rendición del ejército republicano permanecieron en España hasta que el 1 de junio de 1939, tras una calurosa despedida en el puerto de Cádiz, lo últimos combatientes del CTV regresaron a su país.

La Guerra Civil Española
Ramón Puche Maciá

Iconografía personal (Luis Buñuel)

"Lo más admirable de lo fantástico" ha dicho André Breton, "es que lo fantástico no existe, todo es real." Hablando con el propio Zavattini hace algún tiempo, expresaba mi inconformidad con el neorrealismo: estábamos comiendo juntos, y el primer ejemplo que se me ocurrió fue el vaso de vino en el que me hallaba bebiendo. Para un neorrealista, le dije, un vaso es un vaso y nada más que eso: veremos como lo sacan del armario, lo llenan de bebida, lo llevan a lavar a la cocina en donde lo rompe la criada, la cual podrá ser despedida de la casa o no, etc. Pero ese mismo vaso contemplado por distintos hombres puede ser mil cosas distintas, porque cada uno de ellos carga de afectividad lo que contempla, y ninguno lo ve tal como es, sino como sus deseos y su estado de ánimo quieren verlo. Yo propugno por un cine que me haga ver esa clase de vasos, porque ese cine me dará una visión integral de la realidad, acrecentará mi conocimiento de las cosas y de los seres y me abrirá el mundo maravilloso de lo desconocido, de lo que no puedo leer en la prensa diaria ni encontrar en la calle.

Iconografía personal
Luis Buñuel