Mi hijo no entendía que existe un método en el intermitente y semicoherente intercambio de información entre Camille y yo: intentamos no agotar las dosis de conversación adjudicadas a nuestro matrimonio. Inconscientes de que esta dosificación de las conversaciones gobierna todos los matrimonios, muchas parejas jóvenes no dan paz a sus lenguas y de pronto se encuentran con intermedios de tres meses.
La próxima vez que vaya a un restaurante fíjese en cualquier pareja que parezca llevar más de diez años de casada. Mire cómo se intercambian largas y desesperadas miradas, cada uno de ellos con la esperanza de que el silencio sea roto por un incendio en la cocina o por un asalto a mano armada. Y cada uno de los dos a punto de llegar a pensar lo impensable: Deberíamos haber traído a los niños.
Camille y yo llevamos niños. De hecho, la gente dice que somos prisioneros de nuestros hijos porque los llevamos a todas partes, ya sea a Las Vegas o al Sur de Francia.
En cualquier caso, he de admitir que cada vez que Camille sugiere que salgamos sin los niños por espacio de más de hora y media, yo respondo: “pero si es más divertido ir también con los niños”, o “Ten un poco de paciencia, querida. En sólo diez o quince años se habrán casado o estarán en el ejército y entonces podremos salir tú y yo solos. Ésta es nuestra razón para seguir viviendo”.
Cásate y verás
Bill Cosby
La próxima vez que vaya a un restaurante fíjese en cualquier pareja que parezca llevar más de diez años de casada. Mire cómo se intercambian largas y desesperadas miradas, cada uno de ellos con la esperanza de que el silencio sea roto por un incendio en la cocina o por un asalto a mano armada. Y cada uno de los dos a punto de llegar a pensar lo impensable: Deberíamos haber traído a los niños.
Camille y yo llevamos niños. De hecho, la gente dice que somos prisioneros de nuestros hijos porque los llevamos a todas partes, ya sea a Las Vegas o al Sur de Francia.
En cualquier caso, he de admitir que cada vez que Camille sugiere que salgamos sin los niños por espacio de más de hora y media, yo respondo: “pero si es más divertido ir también con los niños”, o “Ten un poco de paciencia, querida. En sólo diez o quince años se habrán casado o estarán en el ejército y entonces podremos salir tú y yo solos. Ésta es nuestra razón para seguir viviendo”.
Cásate y verás
Bill Cosby