viernes, diciembre 21, 2007

El último espejo (Leopoldo María Panero)

Inspirado en una pesadilla que tuvo por nombre «Marava Domínguez Torán»
Todo aquel que atraviesa el corredor del Miedo
llega fatalmente al Último Espejo
donde una mujer abrazada a tu esqueleto nos muestra
cara a cara el infierno de los ojos sellados
de los ojos cerrados para siempre como en una máscara
de muerta representando en el más allá el teatro último:
así miré yo a los ojos que borraron mi alma
así he mirado yo un día que no existe en el Último Espejo

El último espejo
Leopoldo María Panero

martes, diciembre 04, 2007

El pesimista corregido (Santiago Ramón y Cajal)

Veo negro y siento frío. Me parece que una ola tenebrosa de la noche estelar penetra en mi alma; que la temperatura glacial de los espacios interplanetarios me empapa como el errabundo aerolito; que las células de mi cuerpo pugnan por dispersarse como enjambre de abejas enloquecidas... ¡Lástima que la muerte suspenda la conciencia sin transferirla del cerebro a la célula y de ésta a la molécula! Momento felicísimo debe ser para los átomos de carbono y de nitrógeno encarcelados en los albuminoides del protoplasma el de la liberación definitiva y su libre expansión en los amplios dominios de la atmósfera. ¡Qué placer más grande sería sentirse disolver en la nada; ocultarse de la luz, aleteando sin rumor, como el murciélago que se refugia en la caverna; caer en el abismo, a semejanza del barco zozobrado en las tinieblas, sin producir espumas ni remolinos visibles, sin dejar, en fin, en ningún corazón, el amargor de un sentimiento!

El pesimista corregido
Santiago Ramón y Cajal

lunes, diciembre 03, 2007

Leyendas Urbanas ¿Qué hay de verdad en ellas? (Santiago Camacho)

Un culto en torno a la muerte de Paul McCartney se está formando a pesar de que los familiares insisten en que el famoso Beatle está vivo y goza de buena salud.
Los rumores respecto a la muerte de Paul McCartney aparecieron hace varios meses cuando sus admiradores comenzaron a encontrar símbolos en las letras de las canciones de los Beatles y en las portadas de sus discos. Las emisoras de radio y los periódicos se han visto saturados por multitud de llamadas preguntando: ¿Está vivo Paul?”
La presión popular se fue haciendo tan fuerte que el propio Beatle –o su doble, William Campbell, vaya usted a saber- tuvo que salir a escena para hacer unas declaraciones ante los medios de comunicación: “Estoy vivo y me encuentro bien, aunque preocupado por los rumores sobre mi muerte […], pero claro, si estuviera muerto, sería el último en enterarme.

Leyendas Urbanas ¿Qué hay de verdad en ellas?
Santiago Camacho

Historia de una vida [El miedo] (Elías Canetti)

El miedo prolifera más que nada, no nos hacemos una idea de lo poco que seríamos sin el miedo. La tendencia a entregarse una y otra vez al miedo es constitutiva del ser humano. Ningún miedo se pierde, pero sus escondrijos son misteriosos. Es quizá lo que menos se transforma de todo. Cuando pienso en aquellos primeros años reconozco antes que nada sus miedos, en los que fueron inagotablemente ricos. Muchos los descubro ahora, al cabo del tiempo; otros, que nunca descubriré, han de ser el misterio que me insufle deseos de una vida infinita.

Historia de una vida
Elías Canetti

Dios salve a La Movida [Jesús Ordovás] (Silvia Grijalva?

Yo conservo cuando recibo discos o maquetas en el programa, una cierta inocencia, aunque he escuchado muchísima música y aunque casi todo me suena a algo, trato de recordar que esa gente está empezando y que hay que darle tiempo. Yo mantengo la actitud que tenía en los ochenta, cuando veía a Kaka de Luxe, y Berlanga no sabía cantar, ni Alaska tocar la guitarra, ni Canut el bajo pero, sin embargo, tenían algo especial. Ese algo, que hace que uno piense que pueden ir a más, y esa es la actitud que tengo con la gente que empieza.

Jesús Ordovás en Dios salve a La Movida
Silvia Grijalba

Confesiones de una máscara (Yukio Mishima)

Hacía ya una año que sufría la infantil angustia de poseer un curioso juguete. Yo tenía doce años.
Ese juguete aumentaba de volumen a la menor oportunidad y parecía insinuar que, debidamente utilizado, podía ser fuente de delicias. Pero en ningún lugar tenía yo instrucciones escritas de cómo utilizarlo, y por eso, cuando el juguete tomaba la iniciativa en sus deseos de jugar conmigo, quedaba yo inevitablemente desconcertado. Alguna que otra vez, mi humillación y mi impaciencia alcanzaron tal punto de gravedad que llegué a pensar que deseaba destruir aquel juguete. Sin embargo nada podía hacer como no fuera rendirme al insubordinado instrumento, con su expresión de dulce secreto, y esperar acontecimientos pasivamente.

Confesiones de una máscara
Yukio Mishima

La tentación de existir (Emile Cioran)

Tras la cotidianidad del no ser, ¡qué milagro el del ser! Es lo inaudito, lo que no puede ocurrir, un estado de excepción. Nada hace presa en él, salvo nuestro deseo de alcanzarle, de forzar la entrada, de tomarle por asalto.
Existir es una costumbre que no desespero de adquirir. Imitaré a los otros, a los astutos que lo han logrado, a los tránsfugas de la lucidez, saquearé sus secretos y hasta sus esperanzas, feliz de poder aferrarme con ellos a las indignidades que conducen a la vida. El no me fatiga, él sí me tienta. Habiendo agotado mis reservas de negación, y quizá la negación misma, ¿por que no debería yo salir a la calle a gritar hasta desgañitarme que me encuentro en el umbral de una verdad, de la única válida? Pero cuál pueda ser, eso lo ignoro todavía; no conozco más que la alegría que la precede, la alegría y la locura y el miedo.
Es esta ignorancia -y no el temor al ridículo- lo que me quita el valor del alertar al mundo de observar su espanto ante el espectáculo de mi dicha, de mi sí definitivo, de mi sí sin salida...

La tentación de existir
Emile Cioran

Memoria del flamenco [Vino profundo] (Félix Grande)

Escribo estas líneas al anochecer, junto a una botella de vino. He estado escuchando, a solas, en la casa vacía, una siguiriya que canta Camarón de la Isla. “A los santos del cielo/ les voy a pedir...” Hace unas horas, los habitantes de mi casa, los míos, mis gentes, han ido a otros asuntos; ya no tardarán en volver. En ese tiempo ha visto cómo se amortiguaba, hasta morir, la luz del día; cómo la noche, cortés e inexorable, iba llenando el mundo. Tomé un primer vaso de vino y me entregué, de buena ley y maniatado, a la voracidad de mis recuerdos. A veces, uno no tiene a sus recuerdos; a veces, uno es su prisionero, su perro, su esclavo. ¿Cada uno se reúne con sus recuerdos cuando se lo merece? No lo sé. Me asomé a los últimos años de mi vida, sintiendo un cierto vértigo, un borbotón de gratitud, algún rumor de cicatriz, algo de miedo, un fogonazo de congoja, un poco de perfume humilde, unos ruidos de pasos, puertas que se abren, una gran penumbra de manos, rostros que no se apagan nunca...

Vino profundo, de
Memoria del flamenco
Félix Grande

martes, noviembre 27, 2007

La lengua salvada [primeros amores] (Elías Canetti)

Miss Lancashire se entrevistó con mis padres y analizó con ellos si yo debía continuar en la escuela. Ella nunca había visto una pasión tan violenta en su escuela, estaba un poco ofuscada y se preguntaba si no sería debido a que los niños “orientales” maduraban antes que los ingleses. Mi padre la tranquilizó, asegurándole que se trataba de algo inocente. Quizá, dijo, tenía que ver con las mejillas espectacularmente coloradas de la niña. [...]
Ni mi propio padre sabía hasta qué punto tenía razón suponiendo que todo había dependido de las mejillas coloradas de la niña. Más tarde he reflexionado sobre este amor temprano, que nunca olvidé, y un día recordé la primera canción infantil española que oí en Bulgaria. Aún me llevaban en brazos y un ser femenino se me acercaba y cantaba: “manzanicas coloradas, las que vienen de Stambol”, al mismo tiempo que ponía el dedo índice en mi mejilla y lo hundía de pronto en ella. Yo chillaba de contento, ella me cogía en brazos y me cubría de besos. Eso ocurrió tantas veces que me aprendí la canción. Entonces la cantaba con ella, fue mi primera cancioncilla, y todos los que me querían enseñar a cantar jugaban conmigo a este juego. Cuatro años más tarde encontré mis propias manzanitas en Mary, que era más pequeña que yo y a la que llamaba siempre “pequeña”, y lo que me extraña es que no hundiera el dedo en su mejilla antes de besarla.

La lengua salvada, de Historia de una vida
Elías Canetti

jueves, noviembre 22, 2007

Ana Karenina (Leon Tolstoi)

Vronsky entró en el teatro a las ocho y media.
La función estaba en su apogeo. El anciano acomodador, al quitar a Vronsky el abrigo de piel, le reconoció, le llamó «Vuecencia» y le dijo que no era necesario que recogiese el número del abrigo, sino que bastaba con que al salir llamase a Fedor.
En el pasillo, bien iluminado, no había nadie, fuera del acomodador y de dos lacayos que, con sendas pellizas al brazo, escuchaban junto a la puerta.
Tras la puerta entornada oíanse los acordes de un staccato de la orquesta y una voz femenina que cantaba una frase musical.
La puerta se abrió dando paso al acomodador y la frase, que concluía, hirió el oído de Vronsky. Pero la puerta se cerró en seguida y Vronsky no oyó el final de la frase ni la cadencia, y sólo por la explosión de aplausos que retumbó comprendió que la romanza estaba terminando.
Al entrar en la sala, iluminada por arañas y lámparas de gas, continuaban aún los aplausos. En el escenario, la cantante, espléndida con sus hombros escotados y sus brillantes, se inclinaba y sonreía.

Ana Karenina
Leon Tolstoi

Satán en los suburbios (Bertrand Russell)

-¡Nunca te perdonaré! ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! Pero haré que te arrepientas. Te haré lamentar el día en que trataste a una pobre muchacha de este modo tan infame. Haré que tú y los de la misma profesión, seáis el hazmerreír de las gentes, del mismo modo que has hecho que yo lo sea.
Cuando Penélope hubo pronunciado estas palabras, Philip se hallaba ya vestido por completo. Ella le obligó a trasponer la puerta y permaneció en silencioso y solitario encierro durante el resto del día.

Satán en los suburbios
Bertrand Russell

miércoles, noviembre 21, 2007

Dublineses (James Joyce)

Finalmente, los niños estaban cansados, soñolientos, y Joe le pidió a María si no quería cantarle una cancioncita antes de irse, una de sus viejas canciones. Mrs Donnelly dijo ¡Por favor, sí, María!, de manera que María tuvo que levantarse y pararse junto al piano. Mrs Donnelly mandó a los niños que se callaran y oyeran la canción que María iba a cantar. Luego, tocó el preludio, diciendo ¡Ahora, María!, y María, sonrojándose mucho, empezó a cantar con su vocecita temblona. Cantó Soñé que habitaba y, en la segunda estrofa, entonó:
Soñé que habitaba salones de mármol
con vasallos mil y siervos por gusto,
y de todos los allí congregados,
era yo la esperanza, el orgullo.
Mis riquezas eran incontables, mi nombre
ancestral y digno de sentirme vana,
pero también soñé, y mi alegría fue enorme
que tú todavía me decías: «¡Mi amada!»
Pero nadie intentó señalarle que cometió un error; y cuando terminó la canción, Joe estaba muy conmovido. Dijo que no había tiempos como los de antaño y ninguna música como la del pobre Balfe el Viejo, no importaba lo que otros pensaran; y sus ojos se le llenaron de lágrimas tanto que no pudo encontrar lo que estaba buscando y al final tuvo que pedirle a su esposa que le dijera dónde estaba metido el sacacorchos.

Dublineses
James Joyce

Malos y malditos (Fernando Savater)

Hay gente a la que le gusta viajar para descubrir lo diferentes que son las formas de vivir en cada uno de los países. Y tienen razón, porque las maneras de comer, de hablar, de rezar, de divertirse, de relacionarse los hombres con las mujeres, de educar a los hijos, de organizar el trabajo, etc... son apasionantemente diversas. Pero los que además de viajar también piensan, se dan cuenta de que, por debajo de tantas diferencias, hay muchos parecidos entre las personas. Después de recorrer bastantes países y de tratar a mucha gente, me atrevo a decirte que es más importante aquello en lo que nos parecemos los humanos que todas nuestras diferencias culturales.

Malos y malditos
Fernando Savater

martes, noviembre 13, 2007

Los tigres de Mompracem (Emilio Salgari)

Delante de una larga hilera de cabañas y de sólidos edificios, que parecían almacenes, trescientos hombres estaban perfectamente alineados, en espera de una orden cualquiera para arrojarse a los barcos, como una legión de demonios, y llevar el terror a todos los mares de Malasia. ¡Qué hombres y qué tipos!
Había malayos, de estatura más bien baja, vigorosos y ágiles como monos, cara cuadrada y huesuda, color oscuro, hombres famosos por su audacia y ferocidad. Los había de Batjan, de color aún más oscuro, conocidos por su afición a la carne humana, aunque dotados de una civilización relativamente avanzada; de Dayako, isla próxima a Borneo, de alta estatura, bellos rasgos, célebres por sus estragos, que les valieron el título de «cortadores de cabezas»; de Siam, con su rostro romboidal y ojos con reflejos amarillentos; de Cochinchina, de color amarillo y con la cabeza adornada por una cola desmesurada; había también indios, buquineses, javaneses, tagalos de Filipinas y, en fin, negritos' con sus enormes cabezas y rasgos repelentes.
Al aparecer el Tigre de Malasia, un bramido recorrió la larga fila de piratas; todos los ojos parecieron incendiarse y todas las manos empuñaron las armas.

Los tigres de Mompracem
Emilio Salgari

lunes, noviembre 12, 2007

La Revolución Pop [La Banda Trapera del Río] (Jesús Ordovás)

Tanto Loquillo y los Trogloditas como Los Rápidos, Los Rebeldes y otros grupos de Barcelona pudieron darse a conocer en Musical Expres, el programa que hacía Ángel Casas en la 2 de TVE.
Fue en Musical Express donde apoyó con más medios propios –los del centro de TVE en Cataluña- a los grupos y artistas que visitaban el programa, consiguiendo que tocaran en directo las mejores bandas del momento nada más nacer. Hoy todavía se conservan en los archivos de TVE en Cataluña las primeras actuaciones para Musical Expres de Loquillo y Los Intocables, Los Rápidos o Los Burros.
En Barcelona había por entonces una escena muy rica en propuestas. En el submundo punk destacó La banda trapera del Río.

La Revolución Pop
Jesús Ordovás

Los impostores (Alfred Bester)

Winter repasó a su personal: payasos, malabaristas, acróbatas, luchadores, presentadores, un mago hindú, una encantadora de serpientes, además de boas constrictor (prestadas por la Cúpula Brasil) atontadas con amatol, y una momia egipcia contorsionista. ¡Una momia contorsionista! ¿Quién se lo iba a creer?
También contaba con cierta bailarina del vientre, cierta maorí que se había cansado de enseñar el ABC a Ahmet, un peludo comefuego y un “Judío Errante” de tres mil años que, a cambio de un modesto Syce, ofrecía consejos con la experiencia que le daba la edad.

Los impostores
Alfred Bester

viernes, noviembre 09, 2007

El libro de las ilusiones (Paul Auster)

La imagen se funde en negro. Cuando se reanuda la acción es por la mañana. Un primerísimo plano del rostro de Martin nos los muestra dormido, con la cabeza apoyada en la almohada. El sol entra a raudales por las rendijas de las persianas, y mientras observamos cómo abre los ojos y se despierta a duras penas, la cámara retrocede para revelarnos algo que no puede ser cierto, que desafía las leyes del sentido común. Martin no ha pasado la noche solo. Hay una mujer en la cama con él, y mientras la cámara sigue retrocediendo por la habitación, la vemos durmiendo bajo las sábanas, tendida de costado y vuelta hacia Martin: el brazo izquierdo indolentemente apoyado en el torso de él, los largos cabellos negros esparcidos sobre la otra almohada... Saliendo poco a poco de su sopor, Martin observa el brazo desnudo que le cruza el pecho, se da cuenta de que el brazo está unido a un cuerpo, y se incorpora bruscamente en la cama con la expresión de quien acaba de recibir una descarga eléctrica.

El libro de las ilusiones
Paul Auster

Las inquietudes de Shanti Andia [El padre muerto] (Pío Baroja)

A pesar de que yo era muy niño, recuerdo bastante bien a mi padre. Era un tipo indiferente y algo burlón; tenía la cara expresiva, los ojos grises, la nariz aguileña, la barba recortada; por mis informes debía ser un tipo parecido a mí, con el mismo fondo de pereza y de tedio marineros; ahora, que no era triste; por el contrario, tenía una fuerte tendencia a la sátira. Sentía una gran estimación por las gentes del norte, noruegos y dinamarqueses, con quienes había convivido; hablaba bien el inglés, era muy liberal y se reía de las mujeres.
Parecía haber nacido para burlarse de todo y para encogerse de hombros; pero su sátira no encerraba veneno; se reía sin amargura y sin pena.
Era de estos vascos que dejan todo su lastre de intolerancia y de fanatismo al pisar el primer barco.
Había echado la sonda en la sima de la estupidez y de la maldad humanas y sabía a qué atenerse.
Mi abuela no se entendía bien con él y arrastraba a su hija, a mi madre, a ponerse en contra de su marido. Sin duda el instinto de suegra le cegaba.
Él cedía, riendo, y mi abuela rabiaba.
Cuando mi padre llegaba a Lúzaro se reunía con otros pilotos, marineros y pescadores, y charlaba con ellos, y algunas veces cantaba y alborotaba, en su compañía, por las calles.
Todos los que le conocieron me han asegurado que era un hombre de gran corazón. He sentido siempre una gran pena por no haberle llegado a conocer. Hubiéramos sido buenos amigos.

Las inquietudes de Shanti Andia
Pío Baroja

Cartas 1964-1968 [El jazz] (Julio Cortázar)

Supe que Coltrane había muerto, y lo lamenté mucho. Hace poco había comprado “A love supreme”,que me pareció muy curioso como experiencia espiritual de un jazzman. Y ahora recuerdo las noches del Village, cuando Paul me llevó a un sitio donde actuaba Coltrane con McCoy Tyner y Paul Chambers. El jazz sigue siendo mi chamán, mi gran intercesor en los momentos duros. [Como Webern, en otro plano:] una música de pasaje, una especie de perspectiva vertiginosa hacia todo lo que no nos atrevemos a ser.

Cartas 1964-1968
Julio Cortázar

Rayuela [El jazz] (Julio Cortázar)

El jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizá había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizás había otros caminos, y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.

Rayuela
Julio Cortázar

miércoles, noviembre 07, 2007

Todo lo que usted quiso siempre saber sobre el sexo (pero nunca se atrevió a preguntar) (Woody Allen)

Esto no es ninguna chifladura. Pero en la clínica Masters y Jonson me llamaron chiflado. Porque tenía la visión de exploraciones en el ámbito sexual inimaginables para los humanos vulgares. Fui el primero que descubrió cómo hacer impotente a un hombre escondiéndole el sombrero. Fui el primero que explicó la relación entre la masturbación excesiva y el ansia de hacer carrera política. Fui el primero que dijo que el orgasmo clitoral no debía limitarse a las mujeres. Se rieron de mí. Me pusieron en ridículo. Dijeron que estaba loco. (RIE) Pero les di una lección (RIE HISTERICAMENTE) Me echaron de Marters y Jonson. Sin indemnización. Y tenía todo el derecho. Pero les di una lección. (RIE HISTERICAMENTE)

Todo lo que usted quiso siempre saber sobre el sexo (pero nunca se atrevió a preguntar)
Woody Allen

Pantaleón y las visitadoras (Mario Vargas Llosa)

El día que el suscrito efectuó la visita solo registró 8 presentes, pero había un motivo excepcional: la llegada a Iquitos del ya mentado Hermano Francisco. De las 8, la mayoría deben haber superado los veinticinco años, aunque este cálculo es incierto, pues en la Amazonía las mujeres envejecen prematuramente, no siendo raro toparse en la calle con damitas de apariencia muy seductora, caderas desarrolladas, bustos turgentes y caminar insinuante, a las que, según los standards costeños, se atribuirían veinte o veintidós años y resultan de trece o catorce, y, de otro lado, el suscrito realizaba sus observaciones medio a oscuras, pues Casa Chuchupe está pobremente iluminada, por falta de recursos técnicos o, tal vez, por picardía, pues la penumbra es más tentadora que la claridad, y, si se permite una chanza, por aquello de "en la sombra todos los gatos son pardos". La mayoría, pues, progresando hacia la treintena, con un buen lejos promedio casi todas, si se las evalúa con criterio funcional y sin exquisiteces, es decir, cuerpos atractivos y redondeados, sobre todo en caderas y senos, miembros que tienden a ser generosos en este rincón de la Patria, y caras presentables, aunque, en la inmediatez, aquí es dable comprobar más defectos, no en cuanto a fealdad de nacimiento, sino adquirida por acné, viruela y caída de dientes, accidente este último algo frecuente en la Amazonía, por el debilitante clima e insuficiencias dietéticas. Entre las ocho presentes dominaban las de piel blanca y rasgos indígenas selváticos, luego las mulatas y finalmente las de tipo oriental.

Pantaleón y las visitadoras
Mario Vargas Llosa

lunes, noviembre 05, 2007

Judas en flor (Catherine Ann Porter)

Algún día este mundo, aparentemente tan armonioso y mesurado y eterno, hasta las orillas de todos los mares será una mera maraña de trincheras abiertas, de paredes derrumbadas y cuerpos destrozados. Todo debe ser arrancado del sitio de costumbre, donde se pudrió durante siglos, arrojado al cielo y distribuido, caer limpio como lluvia, sin una identidad separada. No sobrevivirá nada que las manos agarrotadas de la pobreza hayan creado para los ricos, y nadie quedará con vida excepto los espíritus selectos destinados a engendrar un mundo nuevo limpio de crueldad e injusticia, regido por una benévola anarquía.

Judas en flor
Catherine Ann Porter

Llueve sobre Gaza (Hernán Zin)

Las olas rompen con furia en la playa. Toman altura, avanzan y se precipitan en la arena. Su ahogado clamor oculta el sonido de los tanques que esta mañana han comenzado a disparar sus obuses contra los pueblos del norte de la franja de Gaza.
Durante unos segundos me olvido del dolor, la rabia y la muerte que nos rodean. Una vez más me digo que éste podría ser un lugar de extraordinaria belleza. Observo la arena reverberante de luz, el cielo azul, límpido, surcado de nubes blancas. Siento la brisa cargada de sal y humedad que emana del mar. Sin embargo, llevo el suficiente tiempo aquí, compartiendo el sufrimiento y la desesperación de esta gente, para saber que se trata de una tregua momentánea, ilusoria, que en cualquier instante llegará a su fin.
Sólo el mar Mediterráneo ofrece el vago espejismo de una salida, de una escapatoria. Quizá debido a que su vasta presencia habla del paso del tiempo, de los hombres que a lo largo de los siglos fatigaron sus aguas pletóricos de sueños, de nostalgias, de anhelos de poder. Tarde o temprano, todo pasa. La vida misma es una experiencia efímera.

Llueve sobre Gaza. Vida y muerte en tierra sitiada
Hernán Zin

lunes, octubre 29, 2007

Barrio de Maravillas [Feísmo] (Rosa Chacel)

Ya sabes que me revientan los caprichos de Goya y los enanos de Velázquez... Porque, vamos a ver, ¿qué se saca con pintar El Bobo de Coria? Dejarlo ahí para un buen rato, para que sepamos que las gentes de aquel entonces se entretenían mirando esa podre, esos ojos en descomposición... Lo de ahora es muy diferente: en estas cosas que parecen feas hay una belleza... Una belleza que no se ve, aunque se escriba o se pinte. [...] tienes que entenderlo, a la fuerza. Hay una belleza en todo eso, que no es la que le ponen a uno delante. Es como si dentro, al fondo de lo que se ve hubiera una cosa mejor... Por ejemplo, si te ponen escenas entre gente pobre, miserable, no es para que te conmuevas -bueno, sí es para que te conmuevas, pero también para otra cosa-, es para que sientas, o sepas, que entre esos personajes -no porque sean personajes, no porque estén pasando malos ratos, sino porque forman o pertenecen a un... algo así como un género... Más todavía, no es que ellos sean lo que son, sino que ellos, entre ellos están haciendo algo...[...] no sé cómo decirte, todo, lo están haciendo todo.

Barrio de maravillas
Rosa Chacel

Corazón Cuarteado [Rey salvador o vagabundo] (Anaïs Nin)

Le costó despertar. Sus sueños de magnificencia y de grandeza pesaban sobre su cuerpo como atuendos reales, pero el rostro que abrió al alba era el rostro de la inocencia, la inocencia con la que todo hombre se enfrenta al nuevo día. Djuna leyó en él lo que se había negado a ver, la otra cara de Rango, el niño, alojada ahora en el cuerpo de un hombre corpulento mediante un simple truco.
Había sido un juego: «Djuna, estate ahí y mira cómo hago de rey y salvador. Cuando te lo diga, me admirarás». Y ella reiría y diría: «No sé si sabes que, a decir verdad, prefiero a un vagabundo que toque la guitarra».

Corazón Cuarteado
Anaïs Nin

lunes, octubre 22, 2007

La imaginación en la literatura infantil (Gianni Rodari)

Un libro para niños se puede considerar como logrado cuando interesa a los niños y estimula y compromete sus energías morales, toda su personalidad, al igual que hace un buen juguete. Esto quiere decir que el libro ha de responder a cualquier pregunta fundamental, a cualquier necesidad real de los niños, ha de ser, en cierta manera, un instrumento de su crecimiento. ¿De qué manera? No hay que olvidar que un niño no es una flecha que va en una sola dirección, sino muchas flechas que simultáneamente van en muchas direcciones. Es un centro de actividades y de relaciones. Es una mano que juega, una mente que absorbe, un ojo que juzga. No le llega un tipo único de estímulos, sino que le impactan de mil clases. El crecimiento es una investigación para la que tiene necesidad de una gran variedad de materiales y, por lo tanto, de libros diversos que constituyen a la vez algo semejante a una "biblioteca de trabajo", un campo de juego, un gran espacio abierto, que pueda gestionar libremente y que está a su servicio en distintos momentos. Libros al servicio de los niños, no niños al servicio de los libros. Libros para niños productores de cultura y de valores, no para niños consumidores pasivos de valores y de cultura producidos y dictados por otro.

La imaginación en la literatura infantil
Gianni Rodari

Corazón [De los Apeninos a los Andes] (Edmundo de Amicis)

.- Yo iré a América a buscar a mi madre.
El padre movió la cabeza, entristecido, y no respondió. Era algo loable, pero imposible de realizar. ¿Cómo iba a ir solo a América un chico de trece años, si hacía falta un mes para llegar? Pero el muchacho insistió en su idea aquel día y en los sucesivos, sin ninguna vacilación y razonando como un hombre.
.- Otros han ido -decía- y aun menores que yo. Una vez en el barco, llegaré allá como cualquier otro, y cuando esté en Buenos Aires no tengo más que buscar el comercio del tío. Hay tantos italianos por aquellas tierras, que alguno me dirá por dónde he de ir. Una vez que encuentre al tío, encontraré a mamá, y si no la encuentro, acudiré al Cónsul y buscaré a la familia argentina. Ocurra o que ocurra, allí hay trabajo para todos, y alguno encontraré para ganar lo suficiente con que pagar el pasaje de vuelta.
De esta forma, poco a poco casi logró convencer a su padre. Este lo apreciaba, sabía que era un chico juicioso y valiente, acostumbrado a las privaciones y a los sacrificios, cualidades que darían doble fuerza a su corazón para llevar a buen fin el propósito de encontrar a su madre, a la que adoraba.

De los Apeninos a los Andes, extraído de Corazón
Edmundo de Amicis

La Mirada Inocente [Vejez del artista] (George Simenon)

Siguió pintando todo el día. En la mayor parte de sus telas había huellas de su madre, de su hermana Alice e incluso de la pequeña Emilie. Nadie se daba cuenta de ello. También el rostro de los gemelos reapareció varias veces, la estufa, la canica amarilla y la sábana agujereada que separaba los jergones de la cama de Gabrielle.
Pronto cumpliría setenta años y andaba a pasitos cortos, consciente de su fragilidad. Por la noche, le gustaba sentarse en algún cine de barrio, en medio del calor del gentío. Cuando proyectaban películas antiguas, veía a los actores de cuando él era joven y apenas sí se había percatado de la existencia del cine.
Había trabajado mucho. Y seguía trabajando. Aún tardaría años antes de expresar lo que desde el principio había sentido agitarse en su interior.

La mirada inocente
Georges Simenon

La Mirada Inocente [Miedo infantil] (George Simenon)

Se sentía diminuto. Los pelirrojos tenían razón. En caso de que viviera, si lo ayudaban a vivir, sería el más pequeño de la familia.
No era más que un niño y la idea de convertirse en un adulto algún día casi le daba miedo. Su madre estaría vieja, tan vieja como su abuela. Incluso es posible que se hubiera muerto.
En cuanto se hiciera mayor, Vladimir se marcharía y no volvería a verlo. Luego les tocaría a los gemelos. ¿Por qué imaginaba que se casarían con la misma mujer?
El podría casarse con su hermana Alice, para que se quedara siempre con él. Le daba miedo que lo dejaran solo. Si lo abandonaban se moriría.

La mirada Inocente
Georges Simenon

La Mirada Inocente [Pintar la realidad] (George Simenon)

Por entonces se apañaba mejor con las pinceladas de colores puros, sobre todo desde que pintaba sobre tela. Lo que más difícil le resultaba era yuxtaponer armónicamente cosas que en apariencia no tenían relación alguna entre sí.
No trataba de copiar la realidad, una silla, una calle, una mujer o un tranvía. Es cierto que a veces lo hacía, como ejercicio, y que el resultado era bastante bueno. Pero eran imágenes. Y él perseguía la realidad misma tal y como la veía, o, mejor dicho, tal y como quedaba grabada, sin su intervención consciente, en su imaginación.

La mirada inocente
Georges Simenon

La Mirada Inocente [Pobreza del artista] (George Simenon)

Durante diez años llevó el mismo traje, confeccionado con el terciopelo acanalado con que se hacían, cuando era pequeño, los pantalones de los jornaleros. No lo había elegido para tener aspecto de pintor, sino porque siempre había deseado uno así. Por lo demás, no se preocupaba demasiado por la ropa y a veces llevaba la misma camisa durante quince días. [...]
No era pobre ni rico. Se pasaba el día pintando, en busca de esa irradiación del espacio que perseguía desde hacía tanto tiempo y que perseguiría durante el resto de su vida.

La Mirada Inocente
George Simenon

El salmo de la vida (Henry Wadsworth Longfellow)

Desconfía del futuro por agradable que sea!
Deja que el pasado muerto entierre a sus muertos.
¡Actúa, actúa en el vivo presente
el corazón firme y Dios guiándote!
Las vidas de los grandes hombres nos recuerdan
que podemos sublimar las nuestras,
y al partir tras de sí dejan
sus huellas en las arenas del tiempo.

Huellas por las que quizás otro que navegue
por el solemne océano de la vida,
un hermano náufrago desolado,
al verlas, vuelva a recobrar la esperanza.

En pie y manos a la obra,
con ánimo para afrontar cualquier destino.
Logrando y persistiendo,
aprendiendo así a trabajar y a esperar.

El Salmo de la Vida
Henry Wadsworth Longfellow

La hija del caníbal (Rosa Montero)

Nada hay hoy en mí que sea igual a la Lucía de hace veinte años. Nada, salvo el empeño de creerme la misma. Esa voluntad de ser es lo que los burócratas llaman identidad; o lo que los creyentes llaman alma. Yo me imagino a la pobre alma como una sombra flojamente entretejida en el vapor de una tela de araña; y esa sombra se aferraría con dedos transparentes a las células vertiginosas de la carne (células veloces que mueren y que nacen a toda prisa) intentando mantener la continuidad, de igual manera que una vasija, puesta debajo de un grifo y rebosante de agua, impone en el líquido una misma forma, aunque el agua que contenga sea siempre distinta. O sea que, bien mirados, los humanos no somos otra cosa que una especie de botijos rebosantes.

La hija del caníbal
Rosa Montero

El hombre en busca de sentido [Libertad espiritual y Felicidad] (Viktor Frankl)

Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.
Y allí, siempre había ocasiones para elegir. A diario, a todas horas, se ofrecía la oportunidad de tomar una decisión, decisión que determinaba si uno se sometería o no a las fuerzas que amenazaban con arrebatarle su yo más íntimo, la libertad interna; que determinaban si uno iba o no iba a ser el juguete de las circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad, para dejarse moldear hasta convertirse en un recluso típico.
[...]
Dostoyevski dijo en una ocasión: "Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos" y estas palabras retornaban una y otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el campo, cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad íntima nunca se pierde. Puede decirse que fueron dignos de sus sufrimientos y la forma en que los soportaron fue un logro interior genuino.
Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.

El hombre en busca de sentido
Viktor Frankl

El hombre en busca de sentido [Amor y Felicidad] (Viktor Frankl)

Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprehendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad —aunque sea sólo momentáneamente— si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente —con dignidad— ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido. Por primera vez en mi vida podía comprender el significado de las palabras: "Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita."

El hombre en busca de sentido
Viktor Frankl

miércoles, octubre 17, 2007

Al faro (Virginia Woolf)

Qué insignificante era todo esto, qué aburrido es todo, pensaba él, comparado con lo otro, con el trabajo. Aquí estaba, tambaleando con los dedos sobre el mantel, cuando podría estar... vio su propio trabajo como a vista de pájaro. ¡Vaya si era perder el tiempo! Aunque, es una de mis más antiguas amigas. Debo de ser uno de los fieles. Pero ahora, en este preciso momento la presencia de ella no le decía nada; su belleza lo dejaba indiferente; lo de estar sentada junto a la ventana con el niño: nada, nada. Deseaba estar solo, y coger de nuevo el libro. Se sentía incómodo, se sentía falso; lo hacía sentirse así el hecho de estar sentado junto a ella, y no sentir nada. Lo cierto es que él no disfrutaba con la vida familiar. Cuando se hallaba uno en estas circunstancias es cuando se preguntaba, ¿es para que progrese la raza humana para lo que se toma uno tantas molestias? ¿Es eso tan deseable? ¿Somos una especie atractiva? [...] Preguntas necias, preguntas vanas, preguntas que no se hacían cuando había algo que hacer. ¿Es esto la vida? ¿Es aquello? No había tiempo para pensar cosas como ésa.

Al faro
Virginia Woolf

Yo la que te quiere (Gioconda Belli)

[...]
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere.

Yo la que te quiere
Gioconda Belli

martes, octubre 16, 2007

Informe sobre la Tierra (Douglas Adams)

Lejos, en las negras profundidades del espacio invisible había movimiento.
[...]
En el extremo mismo del sistema solar, acurrucado en un sofá verde de imitación de cuero, con aire malhumorado y la vista fija en una batería de televisores y pantallas de ordenador, estaba el jefe de los grebulones, que parecía muy preocupado. Movía las manos nerviosamente. Hojeaba su libro de astrología. Manipulaba la consola del ordenador. Cambiaba las imágenes que continuamente le enviaban los demás aparatos grebulones de grabación, todos ellos enfocados al planeta Tierra.

Informe sobre la Tierra
Douglas Adams

Una breve historia de casi todo [Tierra y conservación] (Bill Bryson)

Somos terriblemente afortunados por estar aquí... y en el “somos” quiero incluir a todos los seres vivos. Llegar a generar cualquier tipo de vida, sea la que sea, parece ser todo un triunfo en este universo nuestro. Como humanos somos doblemente afortunados, claro. No sólo gozamos del privilegio de la existencia sino también de la capacidad singular de apreciarlo e incluso, en muchísimos sentidos, de mejorarla. Se trata de un truco que sólo acabamos de empezar a dominar.
Hemos llegado a esta posición eminente en un periodo de tiempo de una brevedad asombrosa. Los humanos conductualmente modernos llevamos por aquí sólo un 0,0001% más o menos de la historia de la Tierra.., casi nada, en realidad, pero incluso existir durante ese breve espacio de tiempo ha exigido una cadena casi interminable de buena suerte.
Estamos en realidad en el principio de todo. El truco consiste, sin duda en asegurarse de que nunca encontremos el final. Y es casi seguro que eso exigirá muchísimo más que golpes de suerte.

Una breve historia de casi todo
Bill Bryson

lunes, octubre 15, 2007

Artículos de las costumbres (Mariano José de Larra)

Hombre del pueblo, la igualdad ante la ley existirá cuando tú y tus semejantes la conquistéis; cuando yo sea la verdadera sociedad y entre en mi composición el elemento popular; llámanme ahora sociedad y cuerpo, pero soy un cuerpo truncado: ¿y no ves que no tengo sino cabeza, que es la nobleza, y brazos, que es la curia, y una espada ceñida, que es mi fuerza militar? Pero ¿no ves que me falta la base del cuerpo, que es el pueblo? ¿No ves que ando sobre él, en vez de andar con él? ¿No ves que me falta el alma, que es la inteligencia del ser, y que sólo puede resultar del completo y armonía de lo que tengo, y de lo que me falta, cuando lo llegue a reunir todo? ¿No ves que no soy la sociedad, sino un monstruo de sociedad? ¿Y de qué te quejas, pueblo? ¿No renuncias a tus derechos en el acto de no reclamarlos? ¿No lo autorizas todo sufriéndolo todo? Si tú eres mis pies, ¿por qué no te colocas debajo de mí y me haces andar a tu placer, y no que das lugar a que ande malamente, con muletas?

Artículos de las costumbres
Mariano José de Larra

Paisaje (Federico García Lorca)

[...]
Todo llora por costumbre.
Todo el campo se lamenta
sin darse cuenta.
Yo, por no desafinar,
digo por educación:
"¡Mi corazón!"
Pero una grave tristeza
tiñe mis labios manchados
de pecados.
Yo voy lejos del paisaje.
Hay en mi pecho una hondura
de sepultura.
[...]

Paisaje
Federico García Lorca

viernes, octubre 12, 2007

Defensa de la Hispanidad (Ramiro de Maeztu)

La Hispanidad, desde luego, no es una raza. [...] Sólo podría aceptarse en el sentido de evidenciar que los españoles no damos importancia a la sangre ni al color de la piel, porque lo que llamamos raza no está constituido por aquellas características que pudieran transmitirse al través de las obscuridades protoplásmicas, sino por aquellas otras que son luz del espíritu, como el habla y el credo. La Hispanidad está compuesta de hombres de las razas blanca, negra, india y malaya, y sus combinaciones, y sería absurdo buscar sus características por los métodos de la etnografía.
También por los de la geografía. Sería perderse antes de echar a andar. La Hispanidad no habita una tierra, sino muchas y muy diversas. La variedad del territorio peninsular, con ser tan grande, es unidad si se compara con la del que habitan los pueblos hispánicos. Magallanes, al Sur de Chile, hace pensar en el Norte de la Escandinavia. Algo más al Norte, el Sur de la Patagonia argentina, tiene clima siberiano. El hombre que en esas tierras se produce no puede parecerse al de Guayaquil, Veracruz o las Antillas, ni éste al de las altiplanicies andinas, ni éste al de las selvas paraguayas o brasileñas. Los climas de la Hispanidad son los de todo el mundo. Y esa falta de características geográficas y etnográficas no deja de ser uno de los más decisivos caracteres de la Hispanidad. Por lo menos es posible afirmar, desde luego, que la Hispanidad no es ningún producto natural, y que su espíritu no es el de una tierra ni el de una raza determinada.

Defensa de la Hispanidad
Ramiro de Maeztu

Sueño de flautas (Herman Hesse)

Enseguida empecé una canción acerca de cómo el rayo de sol está enamorado de las rojas amapolas y juega con ellas lleno de alegría. Y de la hembra del pinzón, cuando aguarda al pinzón y al llegar éste vuela como si estuviera asustada. Y seguí cantando acerca de la muchacha de ojos pardos y del joven que llega y canta y recibe un pan de regalo; pero ahora no quiere más pan, quiere un beso de la doncella y quiere ver dentro de sus ojos pardos, y canta y canta hasta que ella empieza a sonreír y le cierra la boca con sus labios.

Sueño de flautas
Herman Hesse

Del agua nacieron los sedientos [Un buen día] (V. Pisabarro)

Hay días buenos, jornadas en que todo sale bien, brilla esplendoroso el sol en un cielo inmaculado, se nos abrazan tiernamente los hijos, el perro menea el rabo girando a nuestro alrededor; con sonrisa plácida, la virtuosa consorte sirve un café con pastas y sin reproches; venerables progenitores orgullosos alardean encomiásticamente de su hijo; somos admirados, atendidos, respetados; comprendemos, perdonamos, estamos sanos, dormimos bien; y lo mejor es que olvidamos.
Con claro y fastidioso recuerdo puedo afirmar que ése no fue uno de estos días para mí.

Del agua nacieron los sedientos
V. Pisabarro

jueves, octubre 11, 2007

Las olas [Sencilla felicidad] (Virginia Woolf)

.- Llega el verano, luego el invierno - dijo Susana-. Las estaciones pasan. La pera madura se hincha y cae del árbol. La hoja muerta reposa sobre su borde estrecho, pero el vapor ha oscurecido la ventana. Sentada junto al fuego, vigilo el hervor del agua en la tetera y, a través del vidrio de la ventana opacado por el vapor, percibo el peral del jardín.
«Duerme, hijo mío, duerme...» musito en verano como en invierno, en mayo como en noviembre. Duerme, canto yo que no soy melodiosa y que no escucho jamás otra música que la rústica del ladrido de un perro, del tañido de una campana o de las ruedas de la carreta al hollar la arenilla. Sentada junto al fuego, canto mi canción igual que una vieja concha de mar que susurrara a orillas del océano. [...] Duerme, hijo mío, digo, duerme, mientras el agua hierve en la tetera y su aliento se hace más y más espeso brotando con un impulso poderoso. Así llena la vida mis venas repartiéndose por todo mi cuerpo. Así avanzo al impulso de la vida y, sin embargo, hay momentos en que podría gritar cuando abro las ventanas al alba o cuando las cierro al crepúsculo: ¡No más! ¡Estoy ahíta de esta sencilla felicidad!

Las olas
Virginia Woolf

miércoles, octubre 10, 2007

2666 [Escritores mejicanos] (Roberto Bolaño)

En realidad no sé cómo explicarlo –dijo Amalfitano–. La relación con el poder de los intelectuales mexicanos viene de lejos. No digo que todos sean así. Hay excepciones notables. Tampoco digo que los que se entregan lo hagan de mala fe. Ni siquiera que esa entrega sea una entrega en toda regla. Digamos que sólo es un empleo. Pero es un empleo con el Estado. En Europa los intelectuales trabajan en editoriales o en la prensa o los mantienen sus mujeres o sus padres tienen buena posición y les dan una mensualidad o son obreros y delincuentes y viven honestamente de sus trabajos. En México, y puede que el ejemplo sea extensible a toda Latinoamérica, salvo Argentina, los intelectuales trabajan para el Estado. Esto era así con el PRI y sigue siendo así con el PAN. El intelectual, por su parte, puede ser un fervoroso defensor del Estado o un crítico del Estado. Al Estado no le importa. El Estado lo alimenta y lo observa en silencio. Con su enorme cohorte de escritores más bien inútiles, el Estado hace algo. ¿Qué? Exorciza demonios, cambia o al menos intenta influir en el tiempo mexicano. Añade capas de cal a un hoyo que nadie sabe si existe o no existe. Por supuesto, esto no siempre es así. Un intelectual puede trabajar en la universidad o, mejor, irse a trabajar a una universidad norteamericana, cuyos departamentos de literatura son tan malos como los de las universidades mexicanas, pero esto no lo pone a salvo de recibir una llamada telefónica a altas horas de la noche y que alguien que habla en nombre del Estado le ofrezca un trabajo mejor, un empleo mejor remunerado, algo que el intelectual cree que se merece, y los intelectuales siempre creen que se merecen algo más. Esta mecánica, de alguna manera, desoreja a los escritores mexicanos. Los vuelve locos. Algunos, por ejemplo, se ponen a traducir poesía japonesa sin saber japonés y otros, ya de plano, se dedican a la bebida. Almendro, sin ir más lejos, creo que hace ambas cosas. La literatura en México es como un jardín de infancia, una guardería, un kindergarten, un parvulario, no sé si lo podéis entender.

2666
Roberto Bolaño

Tao Te King (Lao Tse)

El Tao es vacío,
imposible de colmar,
y por eso, inagotable en su acción.
En su profundidad reside el origen
de todas las cosas.
Suaviza sus asperezas,
disuelve la confusión,
atempera su esplendor,
y se identifica con el polvo.
Por su profundidad parece ser eterno.
No sé quién lo concibió,
pero es más antiguo que los dioses.

Tao Te King
Lao Tse

El talento de los demás [Los modelos del novelista] (Alberto Olmos)

En el tiempo en que salí con ella, escribí dos novelas. Mi ex novia aparecía en ambas de manera clara. Luego dejé de pensar en ella y su personaje se cayó de mi panoplia. Sin embargo, cuando le di a leer mi tercera novela, se reconoció en un personaje, y me tuvo dos horas hablando de lo mal que la ponía en mi texto. Vanamente traté de que creyera que no era ella, porque no era ella. Aún así, en mi cuarta novela volvió a verse reflejada, y volvió a quejarse. En mi quinta y en mi sexta y en mi séptima novela, igual. Era la chica tímida y era la chica linfática y era la mujer del crítico literario, después de haber sido la camarera y la ejecutiva y la estudiante y la yonki. En mi octava novela no salían mujeres. Me dio una vena misógina. Mi ex novia me dijo que salía, que era el quiosquero, porque a ver a quién conocía yo, aparte de ella, que tuviera ese padre ex legionario que tenía el quiosquero. No conocía a nadie más con padres ex legionarios: eso es verdad. Seguimos igual en mis siguientes libros. Mi ex novia aparecía siempre. Un día se enfadó y me dijo textualmente: “¡Deja de sacarme en tus libros!”. Yo le prometí que lo haría, pero lo veo difícil.

El talento de los demás
Alberto Olmos

Leyendo un mapa mientras está siendo trazado (Santiago B. Olmo)

El mapa de nuestra contemporaneidad es extremadamente complejo, y está construido entre la tensión de centro y periferia, que como conceptos se relacionan de manera diferente: junto a los centros hegemónicos hay periferias que son centrales y en las periferias otras periferias aún invisibles; centros periféricos más visibles que las periferias centrales y así sucesivamente. Es decir que en el mapa no es la situación lo decisivo, sino el color de su visibilidad y su relación subalterna o hegemónica con la idea de centro o de periferia. El mapa se complejiza y se establece un laberinto de visibilidad.

Leyendo un mapa mientras está siendo trazado
Santiago B. Olmo

Saga de un cazador de música folk. Una odisea de 20 años con cilindro, disco y cinta (Alan Lomax)

Durante un mes más o menos vagué sin rumbo, impactado por la severa belleza de aquella tierra, impotente y asqueado ante la vista de esa noble gente machacada por la pobreza y por un estado policial. Comprobé que en España el folclore no era sólo fantasía y entretenimiento. Cada pueblo español era un sistema cultural en sí mismo, con la tradición impregnando cada uno de los aspectos de la vida; y era este sistema de costumbres tradicionales, a menudo paganas, el que había constituido la armadura espiritual de las gentes españolas contra las muchas formas de tiranía impuestas sobre ellas a lo largo de los siglos. Era en su folclore heredado donde los campesinos, los pescadores, los muleros y los pastores que me encontré, buscaban sus modelos para aquel comportamiento noble y aquel sentido de la belleza que los convertía en excelentes amigos.

Saga de un cazador de música folk. Una odisea de 20 años con cilindro, disco y cinta.
Alan Lomax

Reivindicación de la equidad cultural (Alan Lomax)

Todas las culturas necesitan la parte que les corresponde en los medios de comunicación. Cuando las gentes de las tribus o del campo escuchan o ven sus tradiciones en los medios de comunicación de masas, proyectados con la autoridad que generalmente se reserva a los grandes centros urbanos, y cuando ven cómo esas tradiciones se enseñan a sus propios hijos, ocurre algo mágico. Comprueban que sus modos de expresión son tan buenos como los de los demás y, si tienen las mismas posibilidades de comunicación, continuarán manteniéndolos...
Los hombres prácticos a menudo consideran que estos sistemas de expresión están muertos y carecen de valor. Sin embargo, cuando el principio de equidad cultural aparece, esas fuentes creativas vuelven a fluir... incluso en esta era industrial las tradiciones folk pueden revivir vigorosamente, pueden elevar la moral de la comunidad y generar nuevas formas, si disponen del tiempo y el espacio necesarios para crear en sus propias comunidades. El trabajo en este campo debe realizarse con ternura y cariñoso interés tanto hacia los artistas como hacia su herencia cultural. Este interés debe tener en cuenta no sólo la relación de cada género con su contexto local, sino también sus raíces en una o varias de las grandes tradiciones estilísticas de la humanidad.

Reivindicación de la equidad cultural
Alan Lomax

martes, octubre 09, 2007

Agua fresca en los espejos (Vinka Jackson)

Me toca. No me atrevo a moverme, cambiar de posición, o hacer como que despierto para interrumpirlo. No sé tampoco por qué insiste en tocarme, por qué espera esta hora para hacerlo, o por qué con las horas en el baño no le basta. Al menos en mi cama estoy vestida y cubierta y, por algún misterioso motivo, no llega destaparme. Sólo sus dedos van de ida y vuelta sobre el cubrecama hasta que los siento hundirse en las sábanas, y a éstas sobre mis piernas.

Agua fresca en los espejos
Vinka Jackson

Poeta en Nueva York [Pequeño Vals Vienés] (Federico García Lorca)

[...]
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.
Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
[...]

Pequeño Vals Vienes, de Poeta en Nueva York
Federico García Lorca

lunes, octubre 08, 2007

Si las mujeres hiciéramos hip hop (Aya de Leon)

Si las mujeres hiciéramos hip hop
el compás y el ritmo serían como una droga,
pero nunca habría mala onda al llegar a un lugar
y los clubes serían hermosos y tendrían un aroma agradable
y la música nunca estaría demasiado alta
pero igual habría disponibles auriculares gratis
y los locales tendrían claraboyas y patios magníficos
y los shows serían todo el día y no solo a la noche
porque si las mujeres hiciéramos hip hop no habría de qué avergonzarse.

Si las mujeres hiciéramos hip hop
Aya de Leon

Nueva tesis feminista (Gioconda Belli)

¿Cómo decirte hombre
que no te necesito?
No puedo cantar a la liberación femenina
si no te canto
y te invito a descubrir liberaciones conmigo.
No me gusta la gente que se engaña
diciendo que el amor no es necesario
-.témeles, yo le tiemblo.
Hay tanto nuevo que aprender,
hermosos cavernícolas que rescatar,
nuevas maneras de amar que aun no hemos inventado.
A nombre propio declaro
que me gusta saberme mujer
frente a un hombre que se sabe hombre,
que sé de ciencia cierta
que el amor
es mejor que las multi-vitaminas,
que la pareja humana
es el principio inevitable de la vida,
que por eso no quiero jamás liberarme del hombre;
lo amo
con todas sus debilidades
y me gusta compartir con su terquedad
todo este ancho mundo
donde ambos nos somos imprescindibles.
No quiero que me acusen de mujer tradicional
pero pueden acusarme
tantas como cuantas veces quieran
de mujer.

Nueva tesis feminista
Gioconda Belli

El talento de los demás [Tele-operadora] (Alberto Olmos)

El edifico estaba en el quinto pino. Tardaba como mínimo hora y media en llegar y hora y media en volver. Luego me sentí mejor cuando algunos compañeros me dijeron que ellos tardaban dos horas y media. Había gente viniendo de pueblos y ciudades limítrofes para trabajar de telefonista. [...]
... mis mañanas se iniciaban con una carrera loca por hacerme con unos cascos con almohadilla. Si el tren se retrasaba ocho segundos, ya sabía yo que iba a pasar ocho horas de sodomía auditiva: Pero me lo dijeron. Me dijeron que robara una almohadilla, una que viera yo más o menos decente, y que me la llevara a casa para usarla todos los días. Eso mejoró mucho las cosas. Ya no había que correr como una histérica a las cajas de cartón que guardaban los cascos ni repasar con la palma de las manos el que me tocara para limpiarlo de mierda. Mi almohadilla se convirtió en mi mejor compañero de trabajo. La llevaba en una bolsa de Cacharel que me habían dado al comprar unas bragas. La almohadilla era algo tan íntimo como unas bragas, ahora que lo pienso. Si mela dejaba en casa me sentía más infeliz que si me hubiera olvidado la cartera con el dinero para comer. Siempre había alguien que te prestaba unas monedas para comer, pero nadie te iba a prestar su almohadilla así te pusieras con el culo en pompa.

El talento de los demás
Alberto Olmos

miércoles, octubre 03, 2007

Adán Buenosayres (Leopoldo Marechal)

Receloso, con el nudillo de los dedos, pendiente de un hilo su alma y el corazón redoblándole a manera de tamboril, así llamó Adán Buenosayres antes de entrar en la habitación ajena. Luego, contenida su respiración, escuchó largamente, ansioso de sorprender adentro alguna señal de vida. Pero un silencio duro reinaba en el interior del antro, como si la habitación número cinco no fuese hueca sino maciza. Entonces, a puño cerrado, Adán Buenosayres insistió en su golpeteo; y como escuchase otra vez apoyando su oído en la tabla, volvió a responderle un silencio que parecía gozarse en su misma perfección.
«Koriskos no responde —se dijo Adán—. Koriskos duerme.»

Adán Buenosayres
Leopoldo Marechal

Travesuras de la niña mala (Mario Vargas Llosa)

En efecto, esta ciudad era la más bella del mundo y el haber pasado aquí tantos años había hecho que lo olvidara. Vivía rodeado de tantas cosas hermosas casi sin verlas. Así que por unos días gocé tanto como él haciendo turismo en mi ciudad de adopción. Tuvimos largas conversaciones, sentados en las terrazas de los bistrots, tomándonos una copita de vino de aperitivo. Estaba contento con el fin del régimen militar y la restauración de la democracia en el Perú, pero no se hacía muchas ilusiones en lo inmediato. Según él, la sociedad peruana era un hervidero de tensiones, odios, prejuicios y resentimientos, que se habían agravado mucho en los doce años de gobierno militar. «Ya no reconocerías tu país, sobrino. Hay en el aire una amenaza latente, la sensación de que en cualquier momento algo gravísimo puede estallar.» Sus palabras fueron proféticas también esta vez. A poco de regresar al Perú, luego de su viaje a Francia y un pequeño recorrido que hizo en ómnibus por Castilla y Andalucía, el tío Ataúlfo me envió unos recortes de periódicos de Lima con unas fotos truculentas: unos desconocidos maoístas habían ahorcado, en los postes eléctricos del centro de la capital, unos pobres perros a los que les habían pegado unos carteles con el nombre de Teng Hsiao-ping, al que acusaban de traicionar a Mao y de haber puesto fin a la revolución cultural en China Popular. Así comenzaba la rebelión armada de Sendero Luminoso, que duraría toda la década de los ochenta y provocaría un baño de sangre sin precedentes en la historia peruana: más de sesenta mil muertos y desaparecidos.

Travesuras de la niña mala
Mario Vargas Llosa

La casa de los espíritus (Isabel Allende)

El interés de Nicolás por los asuntos sobrenaturales comenzó a manifestarse un par de años antes. Los Fines de semana que podía salir del internado, iba a visitar a las tres hermanas Mora en su viejo molino, para aprender ciencias ocultas. Pero pronto se vio que no tenía ninguna disposición natural para la clarividencia o la telequinesia, de modo que tuvo que conformarse con la mecánica de las cartas astrológicas, el tarot y los palitos chinos. Como una cosa trae a la otra, conoció en casa de las Mora a una hermosa joven de nombre Amanda, algo mayor que él, que lo inició en la meditación yoga y en la acupuntura, ciencias con las cuales Nicolás llegó a curar el reuma y otras dolencias menores, que era más de lo que conseguiría su hermano con la medicina tradicional, después de siete años de estudio. Pero todo eso fue mucho después.

La casa de los espíritus
Isabel Allende

El museo de los esfuerzos inútiles (Cristina Peri Rossi)

El espacio que queda entre la espada y la pared es exiguo. Si huyendo de la espada, retrocedo hasta la pared, el frío del muro me congela, si huyendo de la pared, trato de avanzar en sentido contrario, la espada se clava en mi garganta. Cualquier alternativa, pues que pretenda establecerse entre ellas, es falsa y como tal, la denuncio. Tanto el muro como la espada sólo pretenden mi aniquilación, mi muerte, por lo cual me resisto a elegir. Si la espada fuera más benigna que el muro, o la pared, menos lacerante que el filo de aquella, cabría la posibilidad de decidirse, pero cualquiera que las observe, comprenderá enseguida que sus diferencias son sólo superficiales. Sé que tampoco es posible dilatar mi muerte tratando de vivir en el corto espacio que media entre la pared y la espada. No sólo el aire se ha enrarecido, está lleno de gases y de partículas venenosas: además, la espada me produce pequeños cortes 'que yo disimulo por pudor' y el frío de la pared congestiona mis pulmones.... Si consiguiera escurrirme, la espada y el muro quedarían enfrentados, pero su poder, faltando yo entre ambos, habría disminuido tanto que posiblemente el muro se derrumbara y la espada enmoheciera. Pero no existe ningún resquicio por el cual pueda huir, y cuando consigo engañar a la espada, la pared se agiganta, y si me separo de la pared, la espada avanza. He procurado distraer la atención de la espada proponiéndole juegos, pero es muy astuta, y cuando deja de apuntar a mi garganta, es porque dirige su filo hacia mi corazón. En cuanto al muro, es verdad que a veces olvido que se trata de una pared de hielo y cansado, busco apoyo en él: no bien lo hago, un escalofrío mortal me recuerda su naturaleza. He vivido así los últimos meses. No sé por cuánto tiempo aún podré evitar el muro, la espada. El espacio es cada vez más estrecho y mis fuerzas se agotan. Me es indiferente mi destino: si moriré de una congestión o me desangraré a causa de una herida, esto no me preocupa. Pero denuncio definitivamente que entre la espada y la pared no existe lugar donde vivir.

El museo de los esfuerzos inútiles
Cristina Peri Rossi

Fuego bajo la Nieve, Memorias de un Prisionero Tibetano (Palden Gyatso)

Había pasado treinta años en prisión y, durante ese tiempo, había presenciado y sufrido en mis propias carnes las atrocidades más inimaginables. Todos los prisioneros viven con la esperanza de que, de algún modo, en cuanto el mundo se entere de su sufrimiento, toda la humanidad se movilizará para ayudar a aquellos que han caído en el pozo del infierno

Fuego bajo la Nieve, Memorias de un Prisionero Tibetano
Palden Gyatso

El nombre de la rosa [canto] (Umberto Eco)

En verdad el comienzo del canto produjo una impresión de inmenso poder.
Con la primera sílaba, se, comenzó un lento y solemne coro de decenas y decenas de voces, cuyo sonido grave inundó las naves y aleteó por encima de nuestras cabezas, aunque al mismo tiempo pareciese surgir del centro de la tierra. Y mientras otras voces empezaban a tejer, sobre aquella línea profunda y continua, una serie de solfeos y melismas, aquel sonido telúrico no se interrumpió: siguió dominando y se mantuvo durante el tiempo que necesita un recitante de voz lenta y cadenciosa para repetir doce veces el Ave Maria. Y como liberadas de todo temor, por la confianza que aquella sílaba obstinada, alegoría de la duración eterna, infundía a los orantes, las otras voces (sobre todo las de los novicios), apoyándose en aquella pétrea e inconmovible base, erigían cúspides, columnas y pináculos de neumas licuescentes que sobresalían unos por encima de los otros. Y mientras mi corazón se pasmaba de deleite por la vibración de un climacus o de un porrectus, de un torculus o de un salicus, aquellas voces parecían estar diciéndome que el alma (la de los orantes, y la mía, que los escuchaba), incapaz de soportar la exuberancia del sentimiento, se desgarraba a través de ellos para expresar la alegría, el dolor, la alabanza y el amor, en un arrebato de suavísimas sonoridades. Mientras tanto, el obstinado empecinamiento de las voces atónicas no cejaba, como si la presencia amenazadora de los enemigos, de los poderosos que perseguían al pueblo del Señor, no acabara de disiparse. Hasta que, por último, aquel neptúnico tumulto de una sola nota pareció vencido, o al menos convencido, y atrapado, por el júbilo aleluyático que lo enfrentaba, y -se resolvió en un acorde majestuoso y perfecto, en un neuma supino.

El nombre de la rosa
Umberto Eco

Los portadores de sueños (Gioconda Belli)

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
Guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos muertos
como pájaros.

Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores de
sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras
de catástrofes.
los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua como el corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches hacían el
amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los multiplicaban
y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también habia engendrado
a los que inventaron la manera de apagar el sol.
Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos
pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales
Tuvieron algo que ver con esto,
La verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir hermosos
mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban
compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban en las
muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se ayudaban
en el arte de querer y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento
de todas partes venían a impregnarse de su aliento de sus
claras miradas
hacia todas partes salían los que habían conocido portando
sueños
soñando con profecías nuevas que hablaban de tiempos de
mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían puentes, jardines,
juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.
Los portadores de sueños conocían su poder por eso no se
extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.
Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.

Los portadores de sueños
Gioconda Belli

martes, octubre 02, 2007

La sabiduría es su voz (John Giorno)

En 1961 yo era un poeta joven que anduvo con artistas jóvenes como Andy Warhol, Robert Rauschenberg y Jasper Johns, así como con los miembros del Teatro de Baile de Judson. El empleo de los medios de comunicación modernos y la tecnología por estos artistas me hizo darme cuenta de que la poesía estaba 75 años por detrás de la pintura y la escultura, el baile y la música. Y pensé, si ellos pueden hacerlo, por qué no puedo hacerlo yo por la poesía. Por qué no tratar de conectar con el público usando todos los entretenimientos de la vida ordinaria: la televisión, el teléfono, los discos, etc. Era el deber del poeta inventar nuevos lugares y refrescar el contacto con la audiencia.

La sabiduría es su voz
John Giorno

lunes, octubre 01, 2007

Psicomagia [Esquizofrenia] (Alejandro Jodorowsky)

Un hombre de 28 años vivía desde hacía diez años en hospitales psiquiátricos. Su diagnóstico era de esquizofrenia paranoide y, su síntoma principal, que escuchaba voces. A los médicos que lo trataban no les interesaba el contenido de las voces; se contentaban con administrarle medicamentos para que las voces desaparecieran, cosa que nunca se logró. Sin embargo la angustia de desintegración, los manierismos esquizoides y la manía persecutoria aumentaban. Lo conocimos en ese entonces, cuando nadie en el sector de la psiquiatría sabía qué hacer con él. Organizamos un taller de voz para él y otros esquizofrénicos que sufrían escuchando voces. Nuestra idea era que pasaran, de meros sujetos pasivos «sufrientes» de la psicosis, a ser activos, actores inspirados de sus propios miedos. Esta persona escuchaba constantemente las voces de los personajes de dibujos animados que había visto en su niñez. Le propusimos que una vez al día, durante un año, se vistiera con las ropas de cuando era niño, e imitase ante un micrófono las voces de sus personajes persecutorios.
Para él no se trataba de imitar, sino verdaderamente de encarnar a estos personajes. A veces se entregaba a la repetición de esas voces que lo amenazaban con mucho dolor y dificultad. Poco a poco fue identificando a los distintos personajes que hablaban en su cabeza y, a medida que comenzaba a nombrarlos, la experiencia se hacía más alegre y gozosa. A los ocho meses el hospital decidió darle el alta, pero en cada revisión nos recitaba las voces de aquellos personajes, expresando una alegría y libertad sin límites. Hasta el momento no ha necesitado volver a ser hospitalizado, está casado y trabaja; su principal distracción es grabar las voces que él «escuchaba cuando era niño» y mostrárselas a sus amigos.

Psicomagia
Alejandro Jodorowsky

jueves, septiembre 27, 2007

Diarios de mi vejez (Ernesto Sábato)

He vivido en un tiempo histórico de ruptura y tan viejo soy, que hay en mi distintos sedimentos, como en las montañas. Así, todavía guardo de mi juventud las marcas de las luchas sociales. Pienso que los chicos me querrán porque nunca dejé de luchar, porque no conseguí instalarme en ninguna época, y hoy, trastabillando, me siento cerca de la gente que aprendió a vivir de otra manera. Y muy cerca de los jóvenes que después de este horror de mediocridad, indecencia y ferocidad, pujan por nacer a otra cultura que vuelva a echar raíces en un suelo más humano.

Diarios de mi vejez
Ernesto Sábato

Sexo para uno (Betty Dodson)

Aprendí a pintar desnudos, como todos los artistas. Mis dibujos me parecían sensuales, pero no claramente sexuales. Siempre había mantenido el arte apartado del sexo. Pero después de divorciarme estaba tan a favor del sexo, y tenía tantas ganas de vivir, que me parecía lo más natural del mundo decir: «¡Claro! Voy a dibujar a muchas personas haciendo el amor». Empecé a reflejar mis experiencias en la cama sobre el papel. Esta decisión resultó ser muy importante más adelante. Luché contra los convencionalismos sociales y la censura para que se me permitiera ser creativa. Pero lo peor era luchar contra la autocensura que me habían enseñado desde pequeña: «¿Qué pensará la gente?» Una vez que puse mis ideas del sexo sobre el papel, empecé a tener mucha más libertad para expresarme.

Sexo para uno
Betty Dodson

miércoles, septiembre 26, 2007

Confieso que he vivido [Vignole y la vaca] (Pablo Neruda)

[El escritor argentino Omar] Vignole había sido agrónomo en una provincia argentina y de allá se trajo una vaca con la cual trabó una amistad entrañable. Paseaba por todo Buenos Aires con su vaca, tirándola de una cuerda. Por entonces publicó algunos de sus libros que siempre tenían títulos alusivos: Lo que piensa la vaca, Mi vaca y yo, etcétera, etcétera. Cuando se reunió por primera vez en Buenos Aires el congreso del Pen Club mundial, los escritores presididos por Victoria Ocampo temblaban ante la idea de que llegara al congreso Vignole con su vaca. Explicaron a las autoridades el peligro que les amenazaba y la policía acordonó las calles alrededor del Hotel Plaza para impedir que arribara, al lujoso recinto donde se celebraba el congreso, mi excéntrico amigo con su rumiante. Todo fue inútil. Cuando la fiesta estaba en su apogeo, y los escritores examinaban las relaciones entre el mundo clásico de los griegos y el sentido moderno de la historia, el gran Vignole irrumpió en el salón de conferencias con su inseparable vaca, la que para complemento comenzó a mugir como si quisiera tomar parte en el debate. La había traído al centro de la ciudad dentro de un enorme furgón cerrado que burló la vigilancia policial.

Confieso que he vivido
Pablo Neruda

Confieso que he vivido [Al alimón con Lorca] (Pablo Neruda)

Al fin estuvimos reunidos Federico García Lorca y yo, entre cien escritores argentinos.
Dimos una gran sorpresa. Habíamos preparado un discurso a alimón. Ustedes probablemente no saben lo que significa esa palabra y yo tampoco lo sabía. Federico, que estaba siempre lleno de invenciones y ocurrencias, me explicó:
"Dos toreros pueden torear al mismo tiempo el mismo toro y con un único capote. Esta es una de las pruebas más peligrosas del arte taurino. Por eso se ve muy pocas veces. No más de dos o tres veces en un siglo y sólo pueden hacerlo dos toreros que sean hermanos o que, por lo menos, tengan sangre común. Esto es lo que se llama torear al alimón. Y esto es lo que haremos en un discurso."
Y esto es lo que hicimos, pero nadie lo sabía. Cuando nos levantamos para agradecer al presidente del Pen Club el ofrecimiento del banquete, nos levantamos al mismo tiempo, cual dos toreros, para un solo discurso. Como la comida era en mesitas separadas, Federico estaba en una punta y yo en la otra, de modo que la gente por un lado me tiraba a mí de la chaqueta para que me sentara creyendo en una equivocación, y por el otro hacían lo mismo con Federico. Empezamos, pues, a hablar al mismo tiempo diciendo yo "Señoras" y continuando él con "Señores", entrelazando hasta el fin nuestras frases de manera que pareció una sola unidad hasta que dejamos de hablar. Aquel discurso fue dedicado a Rubén Darío, porque tanto García Lorca como yo, sin que se nos pudiera sospechar de modernistas, celebrábamos a Rubén Darío como uno de los grandes creadores del lenguaje poético en el idioma español.

Confieso que he vivido
Pablo Neruda

martes, septiembre 25, 2007

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura [Para acabar con las biografías] (Woody Allen)

Estaba hojeando una revista mientras esperaba a que Joseph K., mi basset, terminara su acostumbrada consulta de cincuenta minutos todos los martes con un psicoterapista de Park Avenue (un veterinario junguiano que, por cincuenta dólares la sesión, se empeña en convencerle de que los mofletes no son una desventaja social), cuando, por casualidad, di con una frase al pie de la página que atrajo mi atención tanto como la notificación de un cheque sin fondos. Sin embargo, no se trataba más que de uno de esos artículos de las rúbricas pseudoculturales, tipo «Conozca usted la vida de...» o «¡A que no lo sabe!», pero su evidencia me sacudió con la fuerza de las primeras notas de la Novena de Beethoven. «El sandwich», decía, «fue inventado por el conde de Sandwich». Estupefacto por la noticia, la volví a leer y me estremecí con un temblor involuntario.

Para acabar con las biografías, extraído de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura
Woody Allen

Del agua nacieron los sedientos (V. Pisabarro)

- Me tienes hasta los huevos. Te voy a matar, hijo de puta.
- ¡A que no! ¡A que no te atreves! —dije tranquilamente—. ¡A que no disparas!
Di una calada profunda al cigarro. Me sentía extrañamente sereno; qué diferente del hombre que en esta misma habitación temblaba ante la Negra Pola. Continué:
- Eres un desecho, una auténtica porquería. Estoy seguro que lo único de valor que hay en tu vida lo tengo yo. Por eso no vas a disparar. ¡Mamarracho!
- ¡Dispara! ¡Dispárale en la boca! ¡Que se calle de una puta vez! ¡Matalé! —chilló fuera de sí Jeniffer haciendo retumbar las paredes.
- Sí. Aprieta el gatillo. Pero antes, dime qué oculta el saxo. Quiero saber por lo que vas a matar y por lo que voy a morir —ahora no temblaba.

Del agua nacieron los sedientos
V. Pisabarro

El Napoleón de Notting Hill (Gilbert Keith Chesterton)

El Rey calló de pronto, el puro en ristre y ojo avizor. Se quedó inmóvil durante unos segundos y de pronto volvió la cabeza hacia una alta y estrecha verja de madera que aislaba de la calle varios jardines y otros espacios. Del lado opuesto de la verja llegaban ruidos inusitados, como de forcejeos o arañazos pugnando por romper aquella celda de madera. El Rey tiró su puro y trepó a la mesa. Desde allí alcanzó a ver un par de manos que intentaban desesperadas agarrarse al extremo superior de la verja. Las manos, en un esfuerzo convulsivo, se estremecieron, y por en medio de ellas apareció una cabeza, la de un miembro de la Junta de Bayswater Town, los ojos y los bigotes despavoridos. Dio un último impulso y cayó de bruces al otro lado, sin parar de gemir. Al instante siguiente, la estrecha y resistente madera de la verja recibió un impacto como de bala y empezó a sonar cual tambor, y de encima de ella, dándose empellones e imprecando, con las ropas desgarradas, las uñas rotas y las caras ensangrentadas, salieron veinte hombres de un tirón. El Rey pegó un salto. [...] La enorme verja, tambaleante, se venció bajo el peso de los escaladores que la seguían trepando y hundiendo. Esa artillería viviente le había hecho unos boquetes tremendos, a través de los cuales el Rey, como en un sueño, no hacía más que ver caras frenéticas de hombres que huían en estampida, hombres que componían una miscelánea salida de un cubo de desechos humanos. Había de todo: hombres intactos o cortados, magullados y sangrantes; hombres vestidos suntuosamente o con la ropa hecha jirones y semidesnudos; hombres ataviados con las prendas de sus burlescos barrios o con el lóbrego traje moderno. El Rey se fijaba en cada uno de ellos, pero ninguno se fijaba en el Rey.

El Napoleón de Notting Hill
Gilbert Keith Chesterton

lunes, septiembre 24, 2007

Agentes del Caos [El fin de la Hegemonía] (Norman Spinrad)

Hay algo más que ustedes no saben. Nuestra sonda fue seguida en su viaje de regreso por una sonda extraterrestre. Está claro que los Cygnianos estarán en condiciones de construir sus propias naves interestelares dentro de poco tiempo. Si el Hombre no va hacía las estrellas, éstas vendrán hacía el Hombre. El resultado final será el mismo: el Hombre se verá inevitablemente sumergido en la Galaxia, y eso será el fin de la Hegemonía. El control cederá paso a la libertad, y el Orden al Caos. .. y a lo infinito. Y ustedes, caballeros, tendrán la posibilidad de participar en forma directa en esta gran aventura.

Agentes del Caos
Norman Spinrad

Las flores del mal [Duellum] (Charles Baudelaire)

Dos guerreros se han precipitado uno sobre el otro; sus armas
Han salpicado el aire con destellos y sangre.
Estos juegos, estos tintineos del hierro son el estrépito
De una juventud víctima del amor plañidero.

¡Las espadas se han quebrado! como nuestra juventud,
¡Mi querida! Pero los dientes, las uñas aceradas,
Vengan pronto la espada y la daga traidora.
— ¡Oh, furor de los corazones maduros por el amor ulcerados!

En el barranco frecuentado por panteras y onzas
Nuestros héroes, agarrándose malamente, han rodado,
Y su piel florecerá la aridez de las zarzas.

— ¡Este abismo, es el infierno, por nuestros amigos habitado!
¡Rodemos hacia él, sin remordimientos, amazona inhumana,
A fin de eternizar el ardor de nuestro odio!

Duellum, de Las flores del mal
Charles Baudelaire

La ciudad sentida [Noche de juerga] (Manuel Longares)

Mi amigo sabe que llevo mucho tiempo acostándome temprano, como dice Proust. Pero esta vez insiste en sacarme de la cama. Se ha apoderado de su cerebro la obsesión de distraerme.
- Madrid es la ciudad más alegre de Europa –grita, porque a sus espaldas cantan rumbas los rocieros de San Feliz de Guíxols.
Habla desde una sala de fiestas de la calle del Amor de Dios donde le prometí acudir y aún no lo he hecho. Estoy retenido por la policía de tráfico y me enloda verbalmente un locatis al que adelanté con mi bólido por la derecha porque se los pisaba.

Noche de Juerga, de La ciudad sentida
Manuel Longares

Paseos por Madrid (Corpus Barga)

Los buenos madrileños no parece que hayamos sentido nunca demasiada simpatía hacia esas dos hermanas largas y estrechas que van por el centro de Madrid, de norte a sur o de sur a norte, y se llaman la calle de Fuencarral y la calle de Hortaleza. La calle de Hortaleza aún tenía el eco de la fiesta de San Antón; pero la calle de Fuencarral, ni eco.

Paseos por Madrid
Corpus Barga

El Contrabajo (Patrick Süskind)

Habría que hacer más música de cámara. Quizá sería incluso divertido. Pero, ¿quién me acepta en un quinteto con mi contrabajo? No compensa. Cuando necesitan a uno, lo alquilan. Y lo mismo ocurre con un septeto o un octeto. Pero no a mí. En Alemania hay dos o tres contrabajos que lo tocan todo. Uno, porque tiene su propia agencia de conciertos, el otro, porque toca en la Filarmónica de Berlín y el tercero porque tiene una cátedra en Viena. Ante ellos, nosotros no somos nada. Tocar un quinteto tan bello como el de Dvorák. O el de Janácek. O el Septimino de Beethoven. O quizá incluso el Quinteto "La trucha" de Schubert. Esto sería lo máximo, ¿sabe?, hablando de la carrera musical. El sueño de un contrabajo, Schubert... Pero esto queda lejos, muy lejos. No soy más que uno del montón, quiero decir que me siento en el tercer atril. En el primer atril está nuestro solista y, junto a él, el solista adjunto, y detrás vienen los del montón. Esto no tiene nada que ver con la calidad, es un orden de colocación. Porque debe usted tener en cuenta que una orquesta es y debe ser una formación estrictamente jerarquizada y, como tal, una imagen de la sociedad humana. No de una sociedad humana determinada, sino de la sociedad en general:

El Contrabajo
Patrick Süskind

La conjura de los necios (John Kennedy Toole)

Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza.

La conjura de los necios
John Kennedy Toole

La voz humana (Jean Cocteau)

¿Sabes? Alguna vez, cuando estábamos acostados y apoyaba mi cabeza en tu pecho, oía tu voz exactamente igual que esta noche en el teléfono.
¿Oiga? Oigo música... Digo que estoy oyendo música... Pues deberías dar golpes en la pared e impedir que tus vecinos pongan el gramófono a estas horas... Es inútil. Además, el médico de Marta volverá mañana... No te preocupes... Por supuesto. Ella te dará noticias mías. ¿Qué? ¡Oh, sí, mil veces mejor! Si no hubieses llamado, yo ya estaría muerta. (...) Perdóname. Sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero, entiéndeme, sufro, estoy muy mal. Este hilo es el último que nos sigue uniendo... ¿Antes de ayer por la noche? Dormí. Me dormí junto al teléfono... No, no. En mi cama... Sí, lo sé. Resulto ridícula, es cierto, pero tenía el teléfono metido en la cama; a pesar de todo estamos unidos por él. Porque tú me hablas. Hace ya cinco años que vivo de ti, que eres el único aire que respiro, que paso mi vida esperándote, creyéndote muerto si llegas tarde, muriendo por creerte muerto, volviendo a la vida cuando entras y estás aquí, muriéndome por miedo a que te marches... Ahora respiro porque me estás hablando...

La voz humana
Jean Cocteau

La Celebración del Lagarto (Jim Morrison)

Leones en la calle, vagabundos
Perros en celo, rabiosos, espumeantes
Una bestia enjaulada en el corazón de una ciudad
El cuerpo de su madre
se pudre en el suelo veraniego.
Abandonó el pueblo.
Se fue al sur y cruzó la frontera
Dejó el caos y el desorden
atrás, sobre su hombro.
Una noche se levantó en un hotel verde
con una extraña criatura gimiendo a su lado
El sudor rezumaba de su brillante piel.
¿Están todos adentro?
La ceremonia está a punto de comenzar.
¡Despierta!
No puedes recordar dónde fue.
¿Se había detenido este sueño?
La serpiente era de oro pálido,
de vidrio y encogida.
Tuvimos miedo de tocarla.
Las sábanas eran calientes prisiones muertas.

La Celebración del Lagarto (The Celebration of the Lizard)
Jim Morrison

Tres hermanas (Antón Chejov)

¡No digo ya dentro de doscientos o de trescientos años..., dentro de un millón, la vida seguirá siendo como era!... ¡La vida no cambia, permanece inmutable, sujeta a unas leyes propias que nos son ajenas o que, por lo menos, no conoceremos nunca! ¡Los pájaros emigrantes, las grullas, por ejemplo, vuelan y vuelan y, sean grandes o pequeños los pensamientos que vaguen por sus cabezas, seguirán volando siempre, sin saber por qué ni adónde!... Vuelan y vuelan, diciendo de los filósofos que haya entre ellos: «¡Que filosofen cuanto quieran! ¡A nosotros lo que nos importa es volar!»

Tres hermanas
Antón Chejov

El código Da Vinci (Dan Brown)

—La historia del Grial está en todas partes, pero oculta. Cuando la Iglesia prohibió hablar de la repudiada María Magdalena, su historia tuvo que empezar a transmitirse por canales más discretos... canales llenos de metáforas y simbolismo.
—Claro. El mundo de las artes.
Langdon se acercó a la reproducción de La última cena.
—Un ejemplo perfecto. Algunas de las más destacadas obras pictóricas, literarias y musicales nos hablan secretamente de la historia de María Magdalena y de Jesús.
Langdon se refirió brevemente a las obras de Leonardo da Vinci, de Botticelli, de Poussin, de Bernini, de Mozart, de Víctor Hugo. En todas latía el intento por restaurar el culto a la prohibida divinidad femenina. Leyendas clásicas como las de Sir Gawain y el Caballero Verde, el Rey Arturo o la Bella Durmiente eran alegorías del Grial. El jorobado de Notre Dame, de Víctor Hugo, y La flauta mágica de Mozart estaban llenas de simbología masónica y de secretos.

El código Da Vinci
Dan Brown

Las amistades peligrosas (Choderlos de Laclos)

La señora de Merteuil, sin duda muy estimable, no tiene tal vez otro defecto que el de confiarse demasiado en sus fuerzas; es parecida a un conductor hábil que gusta de regir a su carro entre rocas y precipicios, y a quien sólo el acierto justifica. A medida que va teniendo más experiencia, sus principios son más severos y no temo asegurar que en este punto pensaría como yo.
Por lo que a mí toca, no me justificaré más que las otras. Recibo, sin duda, al señor de Valmont y todo el mundo lo recibe. Pero esto es una inconsecuencia que debe aludirse a mil otras que rigen la sociedad. Usted sabe como yo que se emplea la vida en observarlas, en criticarlas y en prometerlas. El señor de Valmont, con un nombre ilustre, una gran riqueza y muchas cualidades amables, ha conocido muy pronto que para dominar en la sociedad basta saber manejar con igual destreza el elogio y la sátira. Nadie le aventaja en ambas cosas; seduce con la una y se hace temer con la otra. Ninguno le estima, pero todos le acarician. Así vive en medio de un mundo que, más prudente que atrevido, prefiere contemplarle a combatirle.

Las amistades peligrosas
Choderlos de Laclos

Marea de Silencio (Gabriel Celaya)

Mi cuerpo o masa se afirma
En voluntad de ser tierra,
Sólo tierra firme y quieta,
Mientras palomas, deseos,
Los pájaros se me escapan
Hacia alturas imposibles del silencio.

Río de música, mira
La delicia de este instante
Que se escapa como brisa
O suspiro hacia lo eterno,
Mira este instante muriendo
Por no morir con el tiempo.

Mira la tarde resuelta
En su más puro silencio:
Mar y altura, y esta huída
De los pájaros al cielo,
Mientras mi cuerpo se queda,
Masa ciega, masa o tierra,
Masa total, sin deseos.

Marea de Silencio
Gabriel Celaya

Madre agua (Juan Vicente Piqueras)

Madre agua, tu voz que es mar y lágrima,
madre manos que amasan mi destino,
madre que me dio a luz y me da pena,
madre alma y aldea, madre mía,
madre maná de idioma, madre mies
que ayer fue miga y hoy rastrojo ardido,
lumbre siempre encendida, humo en mi alma,
madre patria de culpa,
madre mar de pronombres y madera de nave,
madre aún niña y ya anciana,
ceniza de mi voz,
manantial de tus manos que me llaman
donde quise saciar mi sed de ser,
manos que me amasaron con harina de trigo
y agua de los morenos,
manos que me decían adiós con sus caricias,
madre del mundo, madre dolorosa,
madre sin madre, madre cuyo hijo
eres tú, somos, es el mundo entero,
madre madera y lumbre,
madre candela y cándalo,
madre alma y aldea, madre mía,
madre nuestra que estás en esta tierra,
madre ciprés, madre pozo,
madre morena, dentro, madre mar,
madre agua que acoges y no sacias
mi sed en tu dolor, mírame irme,
madre, perdóname lo que no he sido.

Madre agua
Juan Vicente Piqueras