martes, julio 31, 2007

La Ratesa (Homo Detritus) (Günter Grass)

¡En verdad os digo que ya no existís!, la oigo proclamar. Como en otro tiempo Cristo muerto desde lo alto del edificio del mundo, la Ratesa habla, ampliamente retumbante, desde su montón de basura: Nadie hablaría de vosotros si nosotras no existiéramos. Contamos para memoria lo que queda del género humano. Invadidas por la basura se extienden las llanuras, basura a lo largo de las playas, valles en los que la basura se acumula. Masas sintéticas emigran en copos, tubos que han olvidado su ketchup y no se oxidan. Los zapatos, ni de cuero ni de esparto, andas solos con la arena, y se amontonan en hondonadas llenas de basura, en donde los esperan ya los guantes del regatista y la cómica fauna hinchable del bañista. Todo ello habla de vosotros sin tregua. Vosotros y vuestras historias, soldados en celofán, sellados en bolsas al vacío, moldeados en resina sintética, vosotros en chips y clips: el género humano que fue.

La Ratesa
Günter Grass

Veinte mil leguas de viaje submarino [Secretos del Mar] (Julio Verne)

Ahora, permítame acabar lo que quiero decirle. Yo le co­nozco, señor Aronnax. Si no sus compañeros, usted, al me­nos, no tendrá tantos motivos de lamentarse del azar que le ha ligado a mi suerte. Entre los libros que sirven a mis estu­dios favoritos hallará usted el que ha publicado sobre los grandes fondos marinos. Lo he leído a menudo. Ha llevado usted su obra tan lejos como le permitía la ciencia terrestre. Pero no sabe usted todo, no lo ha visto usted todo. Déjeme decirle, señor profesor, que no lamentará usted el tiempo que pase aquí a bordo. Va a viajar usted por el país de las maravi­llas. El asombro y la estupefacción serán su estado de ánimo habitual de aquí en adelante. No se cansará fácilmente del es­pectáculo incesantemente ofrecido a sus ojos. Voy a volver a ver, en una nueva vuelta al mundo submarino (que, ¿quién sabe?, quizá sea la última), todo lo que he podido estudiar en los fondos marinos tantas veces recorridos, y usted será mi compañero de estudios. A partir de hoy entra usted en un nuevo elemento, verá usted lo que no ha visto aún hombre al­guno (pues yo y los míos ya no contamos), y nuestro planeta, gracias a mí, va a entregarle sus últimos secretos.

Veinte mil leguas de viaje submarino
Julio Verne

Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (Pablo Tusset)

Quince años y todo lo que quedaba de mí era la afición a los porros y al alcohol (a las putas las descubrí un poco más tarde). La afición a los porros, al alcohol y un padre millonario. Cincuenta mil millones: cincuenta mil. Estaban los inmuebles, edificios enteros en Barcelona y Madrid; varios chalets en la Costa Brava, apartamentos para alquilar en Castelldefels, en Salou; había acciones, bonos, participación en distintos negocios, derechos industriales; había obras de arte, joyas, oro, cajas de seguridad en varios bancos en las que sólo Señor Padre podía saber qué se guardaba. Seguramente era fácil reunir inmediatamente quinientos millones en líquido. ¿Qué son quinientos millones a cambio de un Estupendo Hijo, Arquitecto del Templo y Máster en Chanchullos Financieros? No se me había ocurrido antes. Un secuestro por dinero... Pero junto al sentimiento de alivio que esta clarificación suponía, algo en mí se resistía a la idea de una solución tan fácil.

Lo mejor que le puede pasar a un cruasán
Pablo Tusset

El pagano (Jack London)

Éramos los únicos supervivientes de la Petite Jeanne. El capitán Oudouse debió de perecer agotado, pues unos días después su madero fue arrojado a la playa por el oleaje. Otoo y yo vivimos con los indígenas del atolón durante una semana. Luego fuimos rescatados por un crucero francés, que nos llevó a Tahití. Pero antes habíamos realizado la ceremonia del cambio de nombres. En los mares del Sur esta ceremonia establece entre dos hombres vínculos más estrechos que los de sangre. La iniciativa fue mía, y Otoo mostró un entusiasmo indescriptible cuando se lo propuse.
-Es una gran idea -dijo en tahitiano-. Hemos sido compañeros durante dos días en la misma boca de la muerte.
-Pero la muerte tartamudeaba -le dije, sonriendo.
-Hiciste algo magnífico, patrón -me contestó-, y la muerte no cometió la vileza de hablar.
-¿Por qué me llamas «patrón»? -le pregunté, contrariado-. Hemos cambiado nuestros nombres. Para ti, yo soy ahora Otoo; para mí tú eres Charley. Y entre tú y yo, para siempre jamás, tú serás Charley y yo seré Otoo. Es una ley de los mares del Sur. Y cuando muramos, si seguimos viviendo más allá de las estrellas y del cielo, tú seguirás siendo Charley para mí y yo seguiré siendo Otoo para ti.
-Sí, patrón -respondió él, mientras sus ojos luminosos brillaban de ternura y de alegría.
-¡Ya lo has vuelto a decir! -exclamé, indignado.
-¿Qué importa lo que digan mis labios? -repuso él-. No son más que mis labios los que lo dicen. Yo siempre diré Otoo con el pensamiento. Cada vez que piense en mí, pensaré en ti. Cada vez que me llamen por mi nombre, pensaré en ti. Y más allá del cielo y las estrellas, para siempre jamás, tú serás para mí Otoo. ¿Te parece bien, patrón?

El pagano
Jack London

lunes, julio 30, 2007

Entrevista con el vampiro (Vampiros) (Anne Rice)

- Me temo que no te permito hacer suficientes preguntas, ¿verdad?
- Le iba a preguntar... Los rosarios tienen cruces, ¿no es así?
- ¡Oh, el rumor de las cruces! —se rió el vampiro—. ¿Te refieres a que les tenemos miedo a las cruces?
- O que no las pueden mirar..., según yo creía —dijo el entrevistador.
- Un absurdo, amigo mío, un absurdo total. Yo puedo mirar lo que se me ocurra. Y me gusta bastante mirar los crucifijos.
- ¿Y el rumor de las cerraduras? ¿Que ustedes pueden... vaporizarse y pasar por ellas?
- Ojalá fuera así —se rió el vampiro—. Qué cosa más encantadora. Me gustaría pasar por toda clase de cerraduras y sentir el gusto de sus formas especiales. Pero no —movió la cabeza—. ¿Cómo se diría hoy? ¿Un bulo?
El muchacho se rió, pese a todo. Luego se puso serio.
- No tendrías que ser tan tímido conmigo —dijo el vampiro—. ¿De qué se trata?
- La historia sobre las estacas traspasando el corazón —dijo el muchacho y se le encendieron un poco las mejillas.
- Lo mismo —dijo el vampiro—. Un soberano disparate.

Entrevista con el vampiro
Anne Rice

Películas clave del cine de terror moderno [Prólogo de Jaume Balagueró] (Desirée de Fez)

A menudo, al revisitar una película que glorificamos y recordamos como fabulosa, nos sorprendemos al sentirnos inesperadamente decepcionados. ¿Estábamos acaso equivocados? ¿Alguien ha cambiado las imágenes y la trama durante estos años para engañarnos? O puede que seamos nosotros los que hemos cambiado. Las películas son lo que nos hacen sentir, lo que nos afecta en el instante en que las vemos. Y sólo de ese modo debemos valorarlas y recordarlas. Por lo que fueron y lo que son para nosotros. Porque ésta es la regla que lo rige todo, el criterio que lo ordena, el que escoge y descarta, el que selecciona las películas y los autores que conforman lo que sigue.

Prólogo de Jaume Balagueró a Películas clave del cine de terror moderno
Desirée de Fez

La fábrica de los sueños [cinéfago] (Jesús Palacios)

Frente al cinéfilo, amante del cine y sinónimo del crítico y espectador tradicional, el cinéfago es un devorador de cine, dispuesto a comer de todo, siempre y cuando le apetezca y satisfaga su apetito desordenado. Yo, naturalmente, me identifico con este último, capaz tanto de disfrutar de un buen bocata de calamares grasiento, como del más exquisito y caro caviar de Beluga.

La fábrica de los sueños
Jesús Palacios

Ventana sobre el miedo (Eduardo Galeano)

El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza. Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia. Si piensa, tendrá angustia. Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad.

Ventana sobre el miedo
Eduardo Galeano

El espíritu de Praga (Ivan Klima)

No existe poder en el mundo que no haya dependido en alguna forma del terror. El hombre vivió no sólo temeroso a los invasores que podrían llegar furiosamente desde la distancia, vivió con miedo a los dioses o a Dios y sus representantes en la tierra. Vivió con miedo a la autoridad de oficiales y de los administradores de sus propios maestros, temeroso de perder su hogar o el alimento que necesitaba para permanecer vivo, o su tierra o su trabajo. Cada esfuerzo por liberar al hombre ha sido en realidad un esfuerzo por liberarlo de su miedo, para crear las condiciones en las cuales pudiera dejar de sentir su dependencia como una amenaza.
(...)
El miedo que descansa en las camas de los que no tienen poder, da un fuerte ímpetu a sus sueños y sus acciones. Una persona sin poder anhelando escapar de su ansiedad, usualmente encuentra solo dos caminos: escapar más allá del poder hostil o convertirse en poderoso él mismo. El miedo engendra sueños de grandeza.

El espíritu de Praga
Ivan Klima

viernes, julio 27, 2007

Don Quijote de la Mancha [Convite] (Miguel de Cervantes)

Todo lo miraba Sancho Panza, y todo lo contemplaba, y de todo se aficionaba. Primero le cautivaron y rindieron el deseo las ollas, de quien él tomara de bonísima gana un mediano puchero; luego le aficionaron la voluntad los zaques; y últimamente, las frutas de sartén, si es que se podían llamar sartenes las tan orondas calderas; y así, sin poderlo sufrir ni ser en su mano hacer otra cosa, se llegó a uno de los solícitos cocineros, y con corteses y hambrientas razones le rogó le dejase mojar un mendrugo de pan en una de aquellas ollas. A lo que el cocinero respondió:
-Hermano, este día no es de aquellos sobre quien tiene jurisdicción la hambre, merced al rico Camacho. Apeaos y mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos, y buen provecho os hagan.

Don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes

La pasión turca (Antonio Gala)

Para evitar perdernos, lo mejor será que nos citemos en esta misma puerta dentro de una hora. Lleva el nombre de la mezquita contigua. Se llama Nuruosmaniye, la Luz de Osmán. Recuérdenlo... Así, cada cual comprará lo que le apetezca sin tener que soportar las compras de los otros. Regateen mucho, por favor. Los comerciantes de este Bazar intentarán engañarlos hasta cuando les regalen algo: no se fíen. -Sonreía-. Y fíjense, sin alejarse mucho, por dónde se van, para saber desandar luego el camino. Igual que Pulgarcito. Hasta luego.

La pasión turca
Antonio Gala

jueves, julio 26, 2007

La Regenta (Leopoldo Alas Clarín)

Sin pensar lo que hacía, siguió hasta la calle de la Rúa, por el mismo camino que había andado a mediodía. Los balcones de casa del Marqués estaban también ahora abiertos; pero la luz no entraba por ellos, salía a cortar las tinieblas de la calle estrecha, apenas alumbrada por lejanos faroles de gas macilento. De Pas oyó gritos, carcajadas y las voces roncas y metálicas del piano desafinado.
«-¡Sigue la broma! -se dijo mordiéndose los labios. Pero yo ¿qué hago aquí? ¿Qué me importa todo esto?... Si ella es como todas... mañana lo sabré. ¡Estoy loco! ¡estoy borracho!... ¡Si me viera mi madre!»

La Regenta
Leopoldo Alas Clarín

Mrs. Caldwell habla con su hijo [Dibujos] (Camilo José Cela)

Con varios frasquitos de tinta de color, Eliacim, y varias plumas para que las tintas no se mezclen y los colores no se ensucien, se pueden hacer bonitos dibujos, un barco, una flor, una campesina holandesa, dos o tres árboles, un mendigo, un cisne nadando entre flores coloradas, amarillas y azules. Cuando tú eras niño, Eliacim, un niño todavía muy pequeño, tu padre (q. D. h.) te regaló unos lápices de colores que recibiste con un gesto huraño porque lo que tú querías, hijo mío, era dibujar a pluma los más tiernos e inaprehensibles objetos, un barco hundido, una flor muerta, una campesina malaya, dos o tres árboles bajo la nieve, un mendigo cansado de caminar, un cisne.
Como eras tan niño, Eliacim, aún no habías perdido la virtud de ignorar casi todos los imposibles.
Los dibujos a pluma, Eliacim, suelen ser obra de artistas muy experimentados, muy veteranos.

Mrs. Caldwell habla con su hijo
Camilo José Cela

miércoles, julio 25, 2007

Los Locos de Valencia (Lope de Vega) [Prólogo de Hèléne Tropé]

La comedia Los locos de Valencia fue probablemente escrita en 1590, en la misma Valencia y llevada a las tablas poco después como era usual. Sobre su representación sólo se sabe que la puso en escena por primera vez el célebre “autor de comedias” y escritor Antonio de Villegas.
Esta obra hoy no existe en su versión autógrafa, ni en una copia fiel a ésta. Es sabido al respecto, que Lope vendía sus autógrafos a los directores de las compañías teatrales. Estos introducían los cambios que se les antojaban para a representación. Los textos de los que disponía el empresario (generalmente un librero) que los hacía imprimir, tampoco eran manuscritos autógrafos de Lope, sino las copias hechas por los actores.
Los dos testimonios más antiguos que quedan de Los locos de Valencia son dos ediciones impresas, ambas en 1690, la primera en Madrid y la segunda en Barcelona.

Prólogo de Hèléne Tropé a
Los Locos de Valencia
Lope de Vega

Las uvas de la ira (John Steinbeck)

- ¿No piensas en qué pasará cuando lleguemos? ¿No temes que quizá no sea tan bonito como pensamos?
- No. No lo temo. No debes hacer eso.
- Yo tampoco. Es demasiado, es vivir demasiadas vidas. Delante de nosotros hay mil vidas distintas que podríamos vivir, pero cuando llegue, sólo será una. Si voy adelante en cada una de ellas, es excesivo.

Las uvas de la ira
John Steinbeck

Poemas en Prosa [Embriagaos] (Charles Baudelaire)

Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.
Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la tristona soledad de vuestro cuarto, os despertáis, diminuida ya o disipada la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj, os contestarán: «¡Es hora de emborracharse! Para no ser esclavos y mártires del Tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino, de poesía o de virtud; de lo que queráis.

Embriagaos, de Poemas en Prosa
Charles Baudelaire

Occidente contra Occidente [El credo antiamericano] (André Glucksmann)

El credo anti-americano de esta Europa-potencia combina los eslóganes anti-imperialistas de la Internacional Comunista de antaño con los sentimientos de rivalidad hostil que el Quay d’Orsay cultiva desde siempre con respecto a la Pérfida Albión y al invasor Tío Sam. En la misma línea, múltiples obras, tanto francesas como alemanas, italianas o estadounidenses, de derechas y de izquierdas, duermen en las bibliotecas y pueblan en oleadas sucesivas las librerías. Los insultos, de un siglo de antigüedad, dirigidos a Wall Street y luego a Hollywood, se renuevan apenas con la inclusión en ellos de la CNN, McDonald’s, Coca-Cola y el FMI. Generaciones de académicos, de Georges Duhamel a Maurice Druon, pocas veces se han olvidado de maldecir la incultura yanqui mientras que, bajo la dirección Maurice Thorez y José Bové, los necesitados son llamados a desfilar contra el “sistema”, contra el Capital, el imperialismo y la globalización. ¡¡Corramos, el viejo mundo y los antiguos pensamientos van por delante de nosotros!!

Occidente contra Occidente
André Glucksmann

Occidente contra Occidente [La civilización] (André Glucksmann)

La civilización es una apuesta. Doble. Contra el que la niega y amenaza con aniquilarla. Contra sí misma, muy a menudo cómplice o aventurista de su desaparición. El pasado se aleja tanto en Bangkok como en Roma, el futuro titubea tanto en París como en Nueva York, nuestro planeta errante se convierte en un todo, en una insólita comunidad de vértigos, unificada por la angustia de una responsabilidad compartida al máximo. Desde Parménides, Hamlet o Hiroshima, la civilización se despierta y se revela en la encrucijada de caminos del ser o no ser. Somos. A cada uno, su campo de batalla. Cuando, en la ínfima intimidad de una conciencia, Occidente choca con Occidente, todo está en juego y nada lo está, el tañido fúnebre por el fin de la historia queda suspendido, el carillón de un nuevo comienzo contiene su aliento.

Occidente contra Occidente
André Glucksman

Occidente contra Occidente [La guerra] (André Glucksmann)

Si nos ceñimos rigurosamente a la definición número uno del terrorismo, la democrática (es decir, un ataque armado y deliberado contra los que están indefensos), justificamos al mismo tiempo el uso de la palabra “guerra” que califica la lucha actual emprendida contra el terrorismo. Haciendo de contrafuego, la guerra antiterrorista se opone a la guerra terrorista que se ha convertido, desde el siglo XX, en la forma más inhumana de enfrentamiento bélico. Clausewitz escribe que la guerra es “un acto de violencia llevado a su paroxismo”. Pero conviene aún añadir que ese paroxismo no es fijo ni inmutable. Varía con las épocas, en función de los regímenes y de los lugares. En la guerra de 1914, testigos y actores quedaron espantados ante un paroxismo cuantitativo, Francia hubo de lamentar un récord absoluto de soldados muertos. Pero el 80% de los muertos llevaba uniforme. Poco a poco se pasó del paroxismo cuantitativo al paroxismo cualitativo, la Segunda Guerra Mundial contó con cincuenta millones, mitad civiles y mitad soldados. Desde 1945 la cuestión se revuelve, la proporción se invierte, los conflictos armados suman muertos y más muertos aún por millones, pero ahora el 80% son mujeres, niños u hombres sin armas. La guerra llevada a su paroxismo se ha convertido en guerra contra la población civil.

Occidente contra occidente
André Glucksmann

Occidente contra Occidente [El antiamericanismo] (André Glucksmann)

¿Y si el diablo no existiera? Ensayemos una experiencia mental al alcance de todos. Si Bush se evaporase mágicamente ¿se extinguiría entonces el conflicto palestino-israelí? Si Bush hubiese perdido las elecciones, ¿se habría abstenido Sadam Hussein desde hace décadas de engañar, invadir, gasear, torturar y ejecutar sin vacilación alguna? Pongan a Bush entre paréntesis; queda Bin Laden, que no esperó a las elecciones presidenciales para preparar el mayor atentado terrorista de la historia de la humanidad. Queda Kim Jong Il, fabricando sus cohetes y unas cuantas cargas nucleares. Sustituyan a Bush por quienes ustedes quieran, ¿estaría Putin menos inclinado a “cargarse hasta en los urinarios” al desgraciado chechenio al que antes exterminaban Yeltsin, Stalin y Nicolás I? El antiamericanismo que imputa todos los males del mundo a la zarpa omnipresente de los belicosos de Washington me parece que sobrepasa en tontería la simpleza de espíritu que atribuye a esos pretendidos amos del mundo.

Occidente contra Occidente
André Glucksmann

El deseo (Hugo Claus)

El deseo sólo es posible en la distancia. Es la diferencia entre nosotros y los auténticos viajeros. Los auténticos viajeros se sumergen en el extranjero, se hunden en ello, se igualan a ello, adquieren el color de lo extranjero. Nosotros somos turistas, como máximo buscamos algo raro, algo picante que podamos contar después.

El deseo
Hugo Claus

Occidente contra Occidente [Seamos precisos] (André Glucksmann)

Cuando un comando chechenio armado invade un teatro lleno de gente en Moscú y toma como rehenes entre setecientos y mil espectadores, sin duda alguna se trata de un acto terrorista. George Bush felicita a Volodia por haberle puesto fin. Su portavoz Ari Fleischer, declara: “No hay excusas en ninguna parte del mundo para quienes usan el terror contra población civil inocente”. Bien dicho. Los periodistas presentes en la conferencia de prensa asienten pero le señalan que semejante razonamiento debería llegar hasta sus últimas consecuencias, pues no muy lejos de Moscú, en el Cáucaso, existe un ejército pletórico que usa y abusa del “terror contra una población civil inocente”. Y le recuerdan que en el transcurso de la campaña presidencial su jefe, George Bush, había previsto recortar los créditos a esa Rusia que, en Chechenia, se consagra “al asesinato de mujeres y de niños inocentes”. ¿Cómo se puede creer que la Santa Alianza de los Estados que se proclaman antiterroristas haya mezclado tan bien las cartas y los conceptos? ¿Por qué sembrar la confusión estableciendo dos pesos y dos medidas diferentes según sea la víctima chechena o rusa? La toma de rehenes se condena –justamente -, la masacre de todo un pueblo se consiente –escandalosamente -. Las declaraciones de fe antiterroristas, ingenuas y perentorias, desarrollan su anfibiología, lo justifican todo y cansan al parroquiano. Seamos precisos.

Occidente contra Occidente
André Glucksmann

El libro de los abrazos (Eduardo Galeano)

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.

El libro de los abrazos
Eduardo Galeano

martes, julio 24, 2007

Rayuela (Julio Cortázar) [Blues lagarto]

Gregorovius suspiró y bebió más vodka. Lester Young, saxo tenor, Dickie Welss, trombón, Joe Bushkin, piano, Bill Coleman, trompeta, John Simmons, contrabajo, Jo Jones, batería. Four O’Clock Drag. Sí, grandísimos lagartos, trombones a la orilla del río, blues arrastrándose, probablemente drag quería decir lagarto de tiempo, arrastre interminable de las cuatro de la mañana. O completamente otra cosa.

Rayuela
Julio Cortázar

Lady sing the blues (Billie Holiday) [De gira]

Tocábamos en grandes ciudades y en pequeñas ciudades, en salas y ferias. Era normal recorrer mil kilómetros de noche. Cuando llegábamos a meternos en un hotel, en general cada habitación tenía que ser compartida por cuatro personas. Solíamos terminar de actuar en Scranton, Pennsylvania, a las dos de la madrugada, comer algo y llegar a Cleveland, en Ohio, a mediodía del día siguiente. Los chicos de la banda habían elaborado un plan para conseguir dos noches de sueño pagando una sola.
Viajábamos toda la noche, por la mañana llegábamos a una ciudad, nos registrábamos en el hotel bien temprano y dormíamos has la hora de trabajar. Concluido el espectáculo dormíamos el resto de la noche, nos levantábamos temprano y emprendíamos viaje nuevamente.

Lady sings the blues
Billie Holiday

lunes, julio 23, 2007

Aforismos, visiones y sueños [Muerte y dolor] (Franz Kafka)

Podría morir, pero no padecer dolores. Con el esfuerzo por evitarlos, los aumenté claramente. Podría resignarme a morir, pero no al dolor, me faltaría el movimiento anímico, como cuando todo está empa­quetado y los remos son retirados con esfuerzo una y otra vez sin que se produzca la partida. Lo peor, los dolores inmortales.

Aforismos, visiones y sueños
Franz Kafka

Ahora: cero (J. G. Ballard)

Luego de un considerable trabajo, el relato fue escrito y publicado en una revista de amplia circulación.
¿Usted se sorprende? Lo entiendo; es como si yo mismo hubiese firmado mi propia sentencia de muerte con tinta imborrable, enviándome directamente a la horca. Sin embargo, omití una sola pieza de la historia: el desenlace, el final inesperado, la vuelta de tuerca. Como todos los cuentos respetables, este también tiene su vuelta, una vuelta por cierto tan violenta como para arrancar a la Tierra de su órbita. No fue escrito con otro propósito.
Mediante esta vuelta de tuerca el cuento mismo se aparece de pronto como mi última orden al poder, mi última sentencia de muerte.
¿Contra quién? ¡Naturalmente, contra el lector del cuento!
Ingenioso, de veras, admitirá usted de buena gana. Mientras queden en circulación ejemplares de la revista (y esto está asegurado por la muerte misma de las víctimas) el poder continuará aniquilando. El único a quien no irán a molestar será al autor, pues ningún tribunal aceptará testimonio indirecto, ¿y quién vivirá para dar testimonio directo?
Pero dónde, pregunta usted, fue publicado el relato, temiendo comprar inadvertidamente la revista, y leerla.
Yo le respondo: ¡Aquí! Es el relato que tiene usted delante de los ojos. Saboréelo bien, cuando termine de leerlo usted también terminará. Mientras lee estas últimas líneas se sentirá abrumado de horror y revulsión, luego de miedo y pánico. El corazón se le encoge... le tiembla el pulso... se le nubla la mente... la vida se le escapa... se está hundiendo, poco a poco... unos segundos más y entrará usted en la eternidad... tres... dos... uno... ¡Ahora! Cero.

Ahora cero
J. G. Ballard

Drácula [Demeter] (Bram Stoker)

9 de agosto. La secuela al extraño arribo del barco abandonado en la tormenta de anoche es casi más asombrosa que el hecho mismo. Resulta que la goleta es rusa, de Varna, y que es llamada Demeter. Está llena casi enteramente de lastre de arena de plata, con sólo una pequeña cantidad de carga: muchas cajas grandes de madera llenas de tierra. [...] Se ha notado bastante interés por el perro que saltó a tierra cuando el barco encalló, y más de un miembro de la A. P. C. A., que es muy fuerte aquí en Whitby, ha tratado de hacerse cargo del animal. Pero para desconsuelo general, no ha sido posible encontrarlo en ningún lado; más bien parece que ha desaparecido por completo del pueblo. Muy bien puede ser que se encontrara aterrorizado y que haya corrido a refugiarse en los pantanos, donde posiblemente está todavía escondido. Hay algunos que miran con miedo esta última posibilidad pues podría ser que después se convirtiera en un peligro, ya que evidentemente se trata de una bestia feroz. Temprano esta mañana, un perro grande, un mastín mestizo perteneciente a un comerciante de carbón cercano al muelle de Tate Hill, apareció muerto en el camino situado enfrente al patio de su dueño. Había estado peleando, y, manifiestamente tuvo a un oponente salvaje, pues tenía la garganta desgarrada y su vientre estaba abierto como por una garra salvaje.
Más tarde, por amabilidad del inspector del Ministerio de Comercio, se me ha permitido que eche una mirada al cuaderno de bitácora del Demeter, que está en orden hasta hace tres días, pero que no contenía nada de especial interés, excepto lo relativo a los hechos de hombres desaparecidos.

Drácula
Bram Stoker

jueves, julio 19, 2007

Palacio del deseo (Naguib Mahfuz)

¿Qué haces? Quieres llenarte los ojos de ella, reconócelo. Quieres tener las dimensiones de su elástico cuerpo..., contemplar su sonrisa y su modo de bajar los párpados..., seguir las yemas de sus dedos teñidas con alheña. ¿Adónde va a parar todo esto? Nada de eso te había pasado nunca con las que la superaban en hermosura, en belleza y en renombre... Esto es doloroso, y más doloroso aún el que tú la quieras... No te mientas a ti mismo; tú la quieres hasta morir.

Palacio del deseo
Naguib Mahfuz

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura [Para acabar de una vez por todas con la cultura] (Woody Allen)

Escribir para el teatro: todo drama es un conflicto.
El desarrollo de los personajes es también muy importante. Asimismo lo que dicen. Los estudiantes aprenden que los discursos largos y aburridos no son tan eficaces como los breves y chistosos que parecen cumplir con creces su cometido.
Se investiga la sicología simplificada del público: ¿por qué a menudo una obra de teatro sobre un viejo personaje, llamado Gramps, capaz de inspirar ternura, no es tan interesante en el teatro como contemplar la nuca de otro espectador y tratar de que se dé la vuelta?
Asimismo se investigan aspectos interesantes de la historia de las tablas. Por ejemplo, antes de la invención de la bastardilla, con frecuencia se confundían las direcciones de escena con el diálogo y a menudo grandes actores se encontraban diciendo: «John se pone de pie, cruza hacia la izquierda». Naturalmente, esto causaba grandes desconciertos y, en algunas ocasiones, una mala crítica. El fenómeno se analiza en detalle a fin de que los estudiantes no cometan estos errores.
Texto obligado: de A. F. Shulte, Shakespeare: ¿fue él cuatro mujeres?

Boletín de cursos de primavera, extraído de Para acabar de una vez por todas con la cultura
Woody Allen

El ojo cosmológico [Shakespeare] (Henry Miller)

Tus respuestas me incitan a ofrecerte una imagen un poco más clara de mi impresión de Hamlet, pues, como te expliqué previamente, el Hamlet original (y ahora me refiero al Hamlet de Shakespeare) está sumergido ya en el Hamlet universal. Sea lo que fuere que Shakespeare tuviese que decir carece ahora totalmente de importancia y de pertinencia, salvo como punto de partida. Por débil que pueda haber sido la tesis del príncipe Alfred sobre la "objetividad", mi espíritu formula la misma crítica de Shakespeare: a saber, que fue un titiritero. Y en mi caso agrego audazmente la temeridad a la ignorancia afirmando que las obras de Shakespeare poseen tan universal atracción precisamente a causa de esa cualidad titiritesca del autor. Debo agregar entre paréntesis que esta atracción universal, como la de la Biblia, está fundada en la fe y no en la investigación. La gente sencillamente ya no lee a Shakespeare, y tampoco la Biblia. Todos leen acerca de Shakespeare.

El ojo cosmológico
Henry Miller

miércoles, julio 18, 2007

La piel del cielo (Elena Poniatowska)

A partir del momento en que empezó a observar, se dio cuenta de que el cosmos lo convertiría en otro hombre. Claro, viviría entre los demás, caminaría con ellos, los escucharía, comería, sonreiría, pero él tendría un mundo propio mucho más real que el de la vida diaria. Aguantaba la cotidianidad por la sola esperanza de volver al telescopio. La vida de las estrellas le resultaba más auténtica que la de los hombres, a quienes escuchaba con extrañeza y sin curiosidad. A ellos no podía observarlos en su microscopio como a sus placas para predecir su conducta burda en comparación con la de los objetos del cielo.

La piel del cielo
Elena Poniatowska

Box y literatura del crack (Elena Poniatowska)

Hace años Kid Palou, Kid Volpi, Kid Urroz, Kid Padilla, Kid Chávez Castañeda, Kid Herrasti noquearon a la literatura mexicana con un manifiesto que mandó a la lona a las mafias, el grupo de Vuelta, el de Nexos, el de La cultura en México. Nada de lo pasado valía, los escritores eran una mierda, había que barrer con ellos y el único futuro estaba en el crack, que es una fisura, un hueso que se rompe, un vidrio que se estrella, una rama de árbol que cae y hace precisamente eso: crack. Con el tiempo, los jóvenes airados se suavizaron y levantaron de la lona a los noqueados, les vendaron las patas, les pusieron curitas en las cejas y les dieron un apretado abrazo sudoroso a sus abuelos literarios: Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Sergio Pitol, Juan Vicente Melo, Fernando del Paso, todos ellos nacidos en los años 30. Recogieron también a la generación inmediatamente anterior a la suya, la de José Agustín, Gustavo Sainz, Juan Tovar, Parménides García Saldaña y Margarita Dalton.
(…)
La verdad, los escritores del crack le tiraron siempre a la sofisticación, a escribir sobre temas internacionales, que interesaran en Alemania, Francia, Italia e Inglaterra. Habían leído a Broch y a Musil, traducidos por sus abuelitos literarios: Pitol y García Ponce. (Eran un poco esnobs, la verdad). Imposible permanecer tras la cortinita de nopal que tanto enfureció a José Luis Cuevas. Una vez profesionalizada la carrera de escritor por Carlos Fuentes, ellos se lanzan a las grandes avenidas. Nada de Allá en el rancho grande, nada de color local.

Box y literatura del crack
Elena Poniatowska

El Yo, arquetipo de la Individuación. (David De Bus)

El Yo no puede ser reducido a la consciencia infantil. En realidad debería ser entendido como lo que nos contenía en nuestros orígenes. Como círculo o esfera, aguas primordiales o jardín del Eden, el Yo nos rodeaba e inspiraba. Cuando somos uno con nuestro inconsciente, con nuestro cuerpo, nuestros padres y madres y el universo, nuestro sentido temporal nos da un conocimiento íntimo del tipo de tiempo en el que habita el Yo. A este tiempo lo denomino “tiempo eónico” para distinguirlo de la noción religiosa de la eternidad de Dios y del tiempo secular de los relojes. El tiempo eónico se parece al tiempo de la visión mística, de la inspiración artística, los sueños, los cuentos de hadas y los mitos que empiezan con “Érase una vez”. Se parece al sentido temporal que rodea las coincidencias significativas y las experiencias del sistema nervioso parasimpático tales como una elevada sexualidad. Cuando recordamos la unidad inconsciente del mundo y nuestras psiques en el tiempo eónico de los orígenes, recordamos una experiencia de la presencia del Yo sin diferenciación consciente. Nuestra primera unidad es inconsciente. No se ha movido desde el Uno al Dos y a los Muchos, no ha atravesado lo que los chinos llaman “las diez mil cosas”.

El Yo, arquetipo de la Individuación.
David De Bus

Cachao, Iniciado, Pionero y Precursor [Eónico] (Fernando España)

Nunca he visto a Cachao en persona, me gustaría ver sus manos, estrechar ese par con el cual domina a su corcel sonoro. Pedirle permiso para otear sus palmas, observar su línea de vida y, con detenimiento, intentar descubrir si existe una muerte en ella o cuántas, conocer si su memoria es superior a la de Funes, el memorioso y abrazar el calor de su velocidad cercana a los 300.000 kilómetros por segundo. Es posible que Cachao también haya estado aquel día que Dios no quiso jugar a los dados con el mundo.

Cachao, Iniciado, Pionero y Precursor
Fernando España

Cachao, Iniciado, Pionero y Precursor [Pope] (Fernando España)

Alrededor de los días en curso del año 2.005, durante los cuales los medios de comunicación informaban acerca de la vida, obra y honras del Papa Juan Pablo II conversábamos entre periodistas de diferentes generaciones sobre el número de papados que a cada uno nos había tocado conocer en vida. ¡Vaya sorpresa! La gran mayoría de los consultados habían conocido un solo pontificado, otros a los sumo dos, otros tres y, en mi caso, cuatro. El hecho de que solamente les hubiera tocado un solo mandato papal a toda una generación de periodistas menores de 26 años, les causaba la sensación de que el sumo pontífice, en este caso Juan Pablo II, era un ser eterno, infinito e inmortal... ¡Qué extraño! me dije, es una impresión similar a la que me generan Cachao y Charles Mingus, existiendo tantos bajistas y contrabajistas en los mundos de la salsa, de la música cubana y del jazz. Qué raro además, con la suerte de confundirlos, cuando pienso en Cachao inmediatamente me asalta el nombre de Mingus. Cuando escucho a Mingus en el instante se me viene a la mente la figura de Cachao, de quién como su ritmo no hay dos.

Cachao, Iniciado, Pionero y Precursor
Fernando España

martes, julio 17, 2007

Espantapájaros [I] (Oliverio Girondo)

No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretenden seducirme!
Está fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡ María Luisa! ¡María Luisa!...y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

I, de Espantapájaros
Oliverio Girondo

lunes, julio 16, 2007

Palabras de un combatiente (Henri Barbusse)

Se nos habla de patria. Nosotros también hablamos de ella. Pero la nuestra no es, como la suya, una especie de ciudadela feroz plantada frente a las otras con las cajas fuertes en el centro. Es una patria que no tiene más frontera que el horizonte -como la naturaleza y el espíritu humano- y es demasiado grande para que los explotadores sean capaces de comprenderla.

Palabras de un combatiente
Henri Barbusse

El país pequeño (Charles de Lint)

Aunque Janey no tenía interés en escribir libros, había descubierto, muy dentro de sí, un genuino talento para la música antigua. Se aficionó a tocar el violín y a hojear viejos libros de música que había hallado en librerías de segunda mano. Las melodías se le pegaban como zarzas en una caminata por el descampado. Viejas melodías, viejos nombres, viejos relatos. Una vez, cuando Janey comentó que Dunthorn era en parte responsable de que ella fuera lo que era, el Vejete rió jovialmente.
- Vaya si Billy sonreiría al oírte decir eso, palomita mía... Que sus escritos indujeran a una buena muchacha de Cornualles a tocar música tradicional para ganarse la vida..., por no mencionar sus vagabundeos con la sola compañía de un violín y una gaita escocesa.

El país pequeño
Charles de Lint

La música de Erich Zann (H. P. Lovecraft)

La oscuridad era total, pero las luces de la ciudad estaban continuamente encendidas de noche por lo que esperaba poder verlas por entre la cortina de lluvia y viento. Pero cuando miré desde la ventana más alta de la buhardilla, mientras las velas seguían chisporroteando y el enajenado violín competía con los aullidos del nocturnal viento, no vi ciudad alguna debajo de mí ni percibí el resplandor de ninguna luz cordial procedente de calles conocidas, sino únicamente la oscuridad del espacio sin límites, un espacio lleno de música y movimiento, sin parecido alguno con ningún otro rincón de la tierra.

La música de Erich Zann
H. P. Lovecraft

viernes, julio 13, 2007

La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall (Edgar Allan Poe)

Ya que no cabía hacer nada más razonable, todos ellos volvieron a colocarse cuidadosamente la pipa a un lado de la boca y, mientras mantenían los ojos fijamente clavados en el fenómeno, fumaron, descansaron, se contonearon como ánades, gruñendo significativamente, y luego volvieron a contonearse, gruñeron, descansaron y, finalmente... fumaron otra vez.
Entretanto el objeto de tanta curiosidad y tanto humo descendía más y más hacía aquella excelente ciudad.


La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall
Edgar Allan Poe

Cien años de soledad (Gabriel García Márquez) [Fiesta Nacional]

Aureliano jugaba con el suegro interminables partidos de dominó, mientras Remedios conversaba con sus hermanas o trataba con su madre asuntos de gente mayor. El vínculo con los Buendía consolidó en el pueblo la autoridad de don Apolinar Moscote. En frecuentes viajes a la capital de la provincia consiguió que el gobierno construyera una escuela para que la atendiera Arcadio, que había heredado el entusiasmo didáctico del abuelo. Y logró por medio de la persuasión que la mayoría de las casas fueran pintadas de azul para la fiesta de la independencia nacional.

Cien años de soledad
Gabriel García Márquez

jueves, julio 12, 2007

Entrevista a Paquito de Rivera (Rubén Yizmeyián)

¿Oscar D' León? Me encanta ese tipo, sobre todo como toca el bajo. Fuera de Cuba es la persona que yo he oído cantar la música cubana como nadie, la verdad. Los cubanos decimos que cuando ese hombre fue a Cuba en 1983 fue a bailar a la casa del trompo. Fue a Cuba a cantarle música cubana a los cubanos. Oscar es un grande. Tú sabes que el tipo quiso comprar el carro del Benny Moré, su ídolo, que tenía un Cadillac convertible y convenció a su familia para que se lo vendieran, pero las autoridades no se lo dejaron llevar de Cuba.

Entrevista a Paquito de Rivera
Rubén Yizmeyián

La sombra del viento [La fémina] (Carlos Ruíz Zafón)

Mire, Daniel. Las mujeres, con notables excepciones como su vecina la Merceditas, son más inteligentes que nosotros, o cuando menos más sinceras consigo mismas sobre lo que quieren o no. Otra cosa es que se lo digan a uno o al mundo. Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza, Daniel. La fémina, babel y laberinto. Si la deja usted pensar, está perdido. Recuerde: corazón caliente, mente fría. El código del seductor.

La sombra del viento
Carlos Ruíz Zafón

martes, julio 10, 2007

El candombe y el diccionario del viejo Ramón Sopena (Julio César Castro)

A mí, qué quiere que le diga, es escuchar un candombe bien tocado, y me viene una cosa acá. Como una emoción en el pecho. Recuerdo que, luego de pasar en forma obligada algunos añitos sin escuchar un candombe en vivo, cuando en reunión con algunos porteños en Buenos Aires, les quería explicar cómo era, cómo sonaban y cómo se movían, cómo había que caminar al tiempo de ir tocando el tambor, trataba de imitar el ritmo, y me venía esa cosa acá, y me tenía que ir a encerrar al baño hasta que me echaba agua en la cara y se me pasaba "eso". Yo no me crié en el barrio Sur, ni en Palermo. Soy de un barrio desabrido. Pero mis abuelos vivieron en la calle Tacuarembó y San Salvador, y de tanto en tanto iba con mi viejo a visitarlos, y ahí estaban los tambores. Mi padre se saludaba y conversaba con un negro de traje y corbata, Silva de apellido, y me decía que era una excelente persona. Nunca supe tocar los tamboriles. No es nada fácil. Algunos dicen, todavía, que los negros lo traen en la sangre, pero el folclorólogo Lauro Ayestarán, decía que eso era racismo, porque los negros traen en la sangre lo mismo que los blancos. Según tengo entendido, se trata de un líquido fibroso llamado plasma compuesto por glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

El candombe y el diccionario del viejo Ramón Sopena
Julio César Castro

La hermosa gente (William Saroyan)

Bien, déjalos que lloren. ¿qué esperabas...? Las cosas terminan. Cambian. Se arruinan y mueren. O se destruyen. Ocurren accidentes. Sin estas cosas no podría haber... felicidad. Todas terminan, de a una cada vez, pero siempre hay árboles. Y ahí está la razón porque, eventualmente, cada uno de ellos termina también. Si quieres enseñarles cosas, enséñales todo. Creo que es una mejora considerable en ellos el que estén llorando por un perdido o muerto, pero, más tarde o más temprano tienen que saber que la muerte está en nosotros desde nuestra primera respiración.

La hermosa gente
William Saroyan

lunes, julio 09, 2007

Aforismos, visiones y sueños (Franz Kafka)

En los diarios de Flaubert leo esta hermosa anéc­dota: un día visitó Chateaubriand con algunos amigos el lago de Gaube (un lago de montaña aislado en los Pi­rineos); todos se sentaban en el mismo banco durante la comida, donde nosotros (dice Flaubert) hemos desayu­nado. La belleza del lago los dejó a todos extasiados. «Quisiera vivir siempre aquí», dijo Chateaubriand. «Oh, se aburriría mortalmente», replicó una de las da­mas. «Qué quiere decir con eso, yo me aburro siem­pre», contestó sonriendo Chateaubriand. No es lo in­genioso de la historia lo que me proporciona placer, pues no es especialmente extraordinaria, sino la ale­gría, la franca felicidad mayestática del hombre.

Aforismos, visiones y sueños
Franz Kafka

La balsa de piedra (José Saramago)

Llegó el momento de decir, ahora llegó, que la Península Ibérica se apartó de repente, toda ella por entero y por igual, diez súbitos metros, quién me va a creer, se abrieron los Pirineos de arriba abajo como si de las alturas hubiera caído un hacha invisible, introduciéndose en las brechas profundas, cortando la tierra hasta el mar, ahora sí, ahora podemos ver al Irati cayendo, mil metros, como el infinito, en caída libre, abriéndose al viento y al sol, abanico de cristal o cola de ave del paraíso, es el primer arco iris suspendido sobre el abismo, el primer vértigo de gavilán que con las alas mojadas planea, teñidas de siete colores. Y veríamos también el Visaurín, el monte Perdido, el pico Perdiguero, el de Estats, dos mil metros, tres mil metros de escarpes insoportables de mirar, ni el fondo se les alcanza, brumoso de agua y de distancia, y después vendrán las nubes nuevas al ampliarse este espacio, tan seguro como que existe el destino.

La balsa de piedra
José Saramago

Libro del desasosiego (Fernando Pessoa) [Voz suave]

Cantaba, con una voz muy suave, una canción de un país lejano. La música volvía familiares a las palabras desconocidas. Parecía un fado para el alma, pero no tenía con él ninguna semejanza.
La canción decía, con las palabras veladas y la melodía humana, cosas que están en el alma de todos y que nadie conoce. Cantaba él con una especie de somnolencia, ignorando con la mirada a los oyentes, en un pequeño éxtasis callejero.
La gente reunida le oía sin gran zumba visible. La canción era de todo el mundo, y las palabras hablaban a veces con nosotros, secreto oriental de alguna raza perdida. El ruido de la ciudad no se oía si le oíamos, y pasaban los coches tan cerca que uno me rozó el faldón de la chaqueta. Pero lo sentía y no lo oí.
Había una absorción en el canto del desconocido que le hacia bien a lo que en nosotros sueña o no consigue.

Libro del desasosiego
Fernando Pessoa

viernes, julio 06, 2007

Moral del juguete (Charles Baudelaire)

Esa facilidad de la niñez para contentar su imaginación atestigua la espiritualidad de sus concepciones artísticas. El juguete es la primera iniciación del niño al arte, o más bien es para él la primera realización artística, y cuando haya llegado a la edad madura, las realizaciones perfeccionadas no le brindarán a su espíritu el mismo calor, ni los mismos entusiasmos, ni la misma creencia.

Moral del juguete
Charles Baudelaire

Lo que está en juego en Colombia (William Ospina)

(...) ¿La nuestra ha sido una historia de guerras? En parte sí, pero también quiero señalar que en nuestra historia cada guerra parece haber correspondido a una riqueza particular: al oro, a las perlas, a las esmeraldas, al café, al caucho, a la marihuana, a la coca. Incluso a veces a riquezas fantásticas como la canela, a riquezas potenciales como el canal interoceánico, a riquezas infames como la esclavitud. Y ello parece también presagiar tristemente que toda nueva riqueza o toda riqueza que responda a nuevas necesidades, podría dar pie entre nosotros a nuevas violencias, a nuevas guerras. Ello nos hace pensar y temer que la biodiversidad, la gran riqueza del futuro, y el santuario de los páramos colombianos, puedan suspender sobre nuestro porvenir la amenaza de las guerras de la biología, de las guerras del agua, cada vez más escasa en el planeta.

Lo que está en juego en Colombia
William Ospina

jueves, julio 05, 2007

Una visita al escritor Georges Simenon (Josep Pla)

Un crimen no me dice nada. Es algo completamente estúpido. Pero todo crimen, el que sea, va precedido o arrastra un ambiente peculiar, sorprendente, anormal, misterioso... Un crimen se produce siempre en una paisaje peculiar o crea un paisaje peculiar. Yo creo tener – es mi única fuerza- una cierta sensibilidad, una cierta impresionabilidad ante estos ambientes.

Una visita al escritor Georges Simenon
Josep Pla

La Habana para un infante difunto (Guillermo Cabrera Infante)

Yo que nunca he sido fácil a las lágrimas, ni siquiera cuando murió mi hermanita o mi bisabuelo o mi bisabuela, a quienes quería tanto, me encerré un día en uno de los baños a llorar de rabia y de celos, olvidándome en mi dolor de amor del hedor. Luego me atacó una fiebre que duró unos días y que no me cabe duda que tenía un origen viral. Pero tumbado en la cama, febril, casi delirando (siempre he sido víctima propicia al delirio y las fiebres solían entonces producirme extraños estados alucinantes que el Dr. De Quincey atribuyó al opio, el humo que hace soñar, alucinaciones en que las manos se me convertían en sólo hueso y la sangre se me hacía arena y sufría pesadillas paregóricas despierto) sentí que alguien se aproximaba lentamente, con cuidado y cuando esperaba a mi madre vi, invertida, la cara todavía amada de Beba. Se acercó más, bajando la cabeza y susurró a mi oído: «Sé por qué estás enfermo. Estás enfermo por mí. Pero quiero que sepas que yo no quiero a nadie más que a ti», dijo sólo eso y se fue.

La Habana para un infante difunto
Guillermo Cabrera Infante

miércoles, julio 04, 2007

Nuestra América (José Martí)

Vengo a comunicar lo poco que sé, y a aprender mucho que no sé todavía. Vengo a ahogar mi dolor por no estar luchando en los campos de mi patria, en los consuelos de un trabajo honrado, y en las preparaciones para un combate vigoroso.
No me anuncie Vd. a nadie como escritor, que tendré que decir que no lo soy. Amo el periódico como misión, y, lo odio... no, que odiar no es bueno, lo repelo como disturbio. Por sistema me tengo vedada la ingerencia en la política activa de los países en que vivo. Hay una gran política universal, y esa sí es la mía y la haré: la de las nuevas doctrinas.
Nuestra América
José Martí

Cómo vive la otra mitad (Jacob A. Riis)

Lo que el hombre sembrare, eso cosechará. He intentado contar la verdad tal como yo la vi. Si este libro logra contribuir, aunque sea humildemente, a una cosecha de mayor justicia, habrá cumplido su objetivo. Mientras escribía estas líneas he bajado hasta el mar, donde miles de ciudadanos disfrutaban de su descanso estival. El océano dormitaba bajo un cielo sin nubes. Suaves olas bañaban perezosamente la arena blanca, y los niños huían de ellas con gritos y risas. Viéndolos jugar, pensé que durante las feroces tormentas del invierno, este mar, ahora tan sereno, se elevaba furioso y violento, rompía contra el acantilado, barriéndolo todo a su paso. Ningún muro construido por manos humanas tenía poder para contenerlo entonces. El mar de una poderosa población, sujeta con lacerantes grilletes, se alza inquieto en las casas de vecindad. Una vez nuestra ciudad, que ha tenido que enfrentarse a los deberes y responsabilidades de la magnitud metropolitana cuando aún no era capaz de valorar justamente su tarea, ha sentido el oleaje de su flujo irresistible. Si vuelve a alzarse, ningún poder humano podrá controlarlo. El abismo que separa a las clases entre las que se agita, y que los incautos no ven ni sospechan siquiera, crece día a día. Ninguna lenta promulgación de la ley, ningún expediente político podrá reducirlo. Nuestro sistema de gobierno puede ofrecer defensa y protección contra cualquier otro peligro; pero no contra éste. Sólo conozco un puente que pueda conducirnos sanos y salvos, un puente cimentado en la justicia y construido con corazones humanos. Creo que el peligro de las condiciones que crecen rápidamente a nuestro alrededor es mayor para la propia libertad de la que se burlan. Las palabras del poeta, con que he encabezado este libro, son más verdaderas hoy y tienen un significado más profundo para nosotros que cuando las escribió hace cuarenta años:
¿Creéis que perdurará este edificio
que aloja al noble y aplasta al pobre?

Cómo vive la otra mitad
Jacob A. Riis

El pintor de la vida moderna (Charles Baudelaire)

Para el perfecto paseante, para el observador apasionado, es un inmenso goce el elegir domicilio entre el número, en lo ondeante, en el movimiento, en lo fugitivo y lo infinito. Estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua sólo puede definir torpemente. El observador es un príncipe que disfruta en todas partes de su incógnito. El aficionado a la vida hace del mundo su familia, como el aficionado al bello sexo compone su familia con todas las bellezas encontradas, encontrables e inencontrables; como el aficionado a los cuadros, vive en una sociedad encantada de sueños pintados sobre tela.

El pintor de la vida moderna
Charles Baudelaire

En plena noche o el bluff surrealista (Antonin Artaud)

El surrealismo siempre ha sido para mí una nueva forma de magia. La imaginación, el sueño, toda esta intensa liberación del inconsciente que tiene por finalidad hacer aflorar a la superficie del alma lo que habitualmente tiene escondido, debe necesariamente introducir profundas transformaciones en la escala de las apariencias, en el valor de significación y en el simbolismo de lo creado. Lo concreto cambia completamente de vestido, de corteza, no se aplica más a los mismos gestos mentales. El más allá, lo invisible rechaza la realidad. El mundo ya no se sostiene.

En plena noche o el bluff surrealista
Antonin Artaud

martes, julio 03, 2007

El niño (Elena Poniatowska)

Éramos jóvenes, la “jeunesse dorée”. Aparecíamos en las horribles secciones de “Sociales” de los periódicos con una sonrisa de oreja a oreja. Teníamos una copa en la mano. Bebíamos champagne. Los noviecitos nos llevaban serenata con mariachis de guitarrón y trompeta que costaban mucho dinero y nos cantaban: “Muñequita linda de cabellos de oro, de dientes de perla, labios de rubí”. La casa se llenó de flores y cajas de chocolate. ¡Qué felices, qué ricos, qué sanos éramos!
Acudíamos con nuestros vestidos hampones y escotados muy parecidos a los de Scarlet O’Hara a las embajadas de Francia, de Italia, de Estados Unidos. Clark Gable iba a aparecer en nuestras vidas como se le apareció a Scarlet O’Hara en Lo que el viento se llevó. Estábamos tan seguras de ser bonitas y apetecibles que lo éramos.
Bailábamos el vals con jóvenes de smoking que serían empresarios y banqueros, jóvenes de “nuestra clase”. Los fines de semana transcurrían en Acapulco. “En el mar la vida es más sabrosa.”

El niño
Elena Poniatowska

Las elegías de Duino (Primera elegía) (Rainer María Rilke)

¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes angélicas?
Y aun si de repente algún ángel me apretara contra su corazón,
me suprimiría su existencia más fuerte.
Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible,
lo que somos apenas capaces de soportar,
lo que sólo admiramos porque serenamente desdeña destrozarnos.
Todo ángel es terrible.

Las elegías de Duino (Primera elegía)
Rainer María Rilke

lunes, julio 02, 2007

Octubre 1974 Editorial núm. 1 (Revista Ajoblanco)

¿Por qué esta nueva revista?
Porque no queremos una cultura de imbecilistas.
Porque estamos ya hartos de divinidades, sacerdocios y elites industrial culturalistas.
Porque queremos intervenir, provocar, facilitar y usar una cultura creativa.
Porque todavía somos utopistas.
Porque queremos gozárnosla con eso que llaman cultura.
Porque tenemos imaginación para diseñar otra, si ustedes quieren.
Porque siempre hay un por qué que nos apremia y AJOBLANCO intentará entenderlo y manejarlo a nivel de revista.
Porque, porque, porque sencillamente AJOBLANCO se sitúa fuera de los cenáculos de los grandes iniciados en pasarse la pelota cultural. AJOBLANCO no es una revista deportiva para información de jugadores de 1ª división.
AJOBLANCO vuelve a la simplicidad, la creación, el interés por todo aquello que sea nueva sensibilidad. Porque ha oído, ella también, el grito: “¡Despertad jóvenes de la nueva era! ¡Desplegad vuestras inteligencias contra los mercenarios ignorantes! Pues llenos están los campamentos, los tribunales y las universidades de mercenarios que si pudieran prolongarían para siempre la guerra de los cuerpos y arruinarían la lucha de la inteligencia. Esto oyó William Blake.
AJOBLANCO quiere sintonizar con todos los que luchan por una nueva cultura. Se te ofrece como revista y pide tu colaboración en esta utopía que estamos poniendo en marcha para reflejar en ella, con toda fidelidad, nuestros sueños y nuestra acción, lo que nos llevamos entre manos.

Octubre 1974 Editorial núm. 1
Revista Ajoblanco