¿A donde irás, Ulises, que no escuches
ese virgen sonido de la brisa,
esas voces, esa casi secreta
presencia del enigma en tus auroras?
Un atajo en el tiempo me desvía
(no divagues, Ulises, no preguntes
ni por qué ni a qué vienen: son las olas)
y en la noche que cierra los jardines
(la antigua tentación de la alegría
ya no tiene poder sobre mis venas)
mi alma batalla en la inquietud.
Ulises, hombre solo
José Manuel Crespo
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