miércoles, abril 02, 2008

El Laberinto Sentimental (José Antonio Marina)

«A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea», escribió Virginia Woolf en su diario. Hay que darle la razón y escandalizarse después por habérsela dado. ¿Cómo vamos a desear sentir en abstracto, acríticamente, al por mayor, cuando sabemos que algunos sentimientos son terribles, crueles, perversos o insoportables? La contradicción existe y sospecho que irremediablemente. Nos morimos de amor, nos morimos de pena, nos morimos de ganas, nos morimos de miedo, nos morimos de aburrimiento, y, a pesar de la eficacia letal de los afectos, la anestesia afectiva nos da pavor.
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Espero que a estas alturas el lector haya comprendido por qué este libro trata del laberinto sentimental. Le invito a explorarlo, advirtiéndole que es una expedición de espeleología íntima. Creo haber encontrado una salida. Tal vez sea una gatera solamente, pero a una ciencia que empieza no se le pueden pedir portaladas. Me interesa que el lector actúe como juez, observe con lupa las pruebas que le ofrezco, evalúe los testimonios, intente reconocer en su propia afectividad las cosas que he descrito y pronuncie un veredicto justo. Si no es verdad que he encontrado una salida, me conviene saberlo cuanto antes, porque no hallo aliciente alguno en estar de por vida perdido en el laberinto.
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Lo que veo al final de estas investigaciones es una larga tarea teórica y práctica, para al fin desaprender los miedos, aprender a amarse y también a no tomarse demasiado en serio, para reivindicar como propiedad y creación del hombre toda la belleza y la nobleza que hemos prestado a las cosas, y arrepentirnos, ciertamente, de la miseria y el horror que son también herencia nuestra. Al comprender nuestra vida sentimental se hace necesario emprender una reforma del entendimiento humano, que a su vez nos obligará a un cambio en los sistemas educativos. Bien a las claras se ve que éstas son palabras mayores. Lo que pretendo es hablar con palabras menores de esas palabras inmensas. Para ser más sincero: me gustaría hablar con palabras inmensas de esas palabras inmensas.

El Laberinto Sentimental
José Antonio Marina

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