Es un error pensar que los golfillos son criaturitas indefensas, dignas de compasión y lágrimas porque están solas en el mundo. El implacable “choteo” de que sería objeto el buen hombre que se acercase a ellos con tal esquema mental pronto le convencería de que malgastaba su piedad, y probablemente acabase con la impresión de que no eran más que una banda de endurecidos sinvergüenzas, fuera del alcance de todo esfuerzo misionero.
Pero éste sería tan sólo su segundo error. El golfillo tiene todos los defectos y virtudes de la vida sin ley que le caracteriza. Vagabundo como es, no reconoce autoridad alguna ni cree deber lealtad a nada ni a nadie, y alza su sucio puño contra la sociedad cuando cree que se le intenta coaccionar. Es astuto y vivo como una comadreja, la bestia depredadora que más se le parece. Su obstinada independencia, su amor a la libertad y su autonomía absoluta, junto con un rudimentario sentido de la justicia que le permite gobernar su pequeña comunidad, no siempre de acuerdo con las leyes y ordenanzas municipales, sino más cerca de la máxima “trata a los demás como querrías que te tratasen a ti”: ésos son los apoyos firmes con que cuentan quienes saben cómo manejar al muchacho y convertirlo en una persona útil.
Cómo vive la otra mitad
Jacob A. Riis
Pero éste sería tan sólo su segundo error. El golfillo tiene todos los defectos y virtudes de la vida sin ley que le caracteriza. Vagabundo como es, no reconoce autoridad alguna ni cree deber lealtad a nada ni a nadie, y alza su sucio puño contra la sociedad cuando cree que se le intenta coaccionar. Es astuto y vivo como una comadreja, la bestia depredadora que más se le parece. Su obstinada independencia, su amor a la libertad y su autonomía absoluta, junto con un rudimentario sentido de la justicia que le permite gobernar su pequeña comunidad, no siempre de acuerdo con las leyes y ordenanzas municipales, sino más cerca de la máxima “trata a los demás como querrías que te tratasen a ti”: ésos son los apoyos firmes con que cuentan quienes saben cómo manejar al muchacho y convertirlo en una persona útil.
Cómo vive la otra mitad
Jacob A. Riis
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