La crítica literaria, ahora confinada casi por entero a las universidades, va, pues, contra el canon, que es lo mismo que ir contra el talento... Una breve visita a Internet revela que, mientras tanto, en el otro extremo del negocio, todos se han convertido en críticos literarios –o, cuando menos, en reseñadores de libros-. La democratización ha traído consigo una ganancia inalienable: la igualdad de los sentimientos. Creo que Gore Vidal fue el primero en decir esto, y lo dijo no precisamente con sorna, sino con animado escepticismo.
Dijo que hoy en día, nadie tiene sentimientos más auténticos, y, por lo tanto, más importantes, que cualquier otra persona. Este es el nuevo credo, el nuevo privilegio. Un privilegio muy ejercitado en la reseña contemporánea, ya sea en la red o en las páginas literarias. El reseñador acepta con resignación la llegada de una gruesa novela recién publicada o de un libro menos voluminoso, pone manos a la obra y espera a ver qué impresión le causa. Buena o mala. Los resultados de ese contacto serán la base de la reseña, sin referencia alguna a lo que hay detrás. Y lo que hay detrás, me temo, es el talento, y el canon, y el corpus de conocimientos que constituye lo que llamamos literatura..
La guerra contra el cliché
Martín Amis
Dijo que hoy en día, nadie tiene sentimientos más auténticos, y, por lo tanto, más importantes, que cualquier otra persona. Este es el nuevo credo, el nuevo privilegio. Un privilegio muy ejercitado en la reseña contemporánea, ya sea en la red o en las páginas literarias. El reseñador acepta con resignación la llegada de una gruesa novela recién publicada o de un libro menos voluminoso, pone manos a la obra y espera a ver qué impresión le causa. Buena o mala. Los resultados de ese contacto serán la base de la reseña, sin referencia alguna a lo que hay detrás. Y lo que hay detrás, me temo, es el talento, y el canon, y el corpus de conocimientos que constituye lo que llamamos literatura..
La guerra contra el cliché
Martín Amis
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