lunes, noviembre 20, 2006

Bestiario del circo (Pepe Viyuela)

El mago debe su existencia a su capacidad para deslumbrar al espíritu, a ser capaz de describirnos sin palabras la incógnita de los orígenes, y a saber romper los hilos de la lógica para crear otros vínculos entre las causas y los efectos.
Es experto en hacer quiebros a lo razonable. Mostrando infinitas posibilidades para lo común y lo esperado. Que deja de serlo cuando él lo desbarata. Lo vulgar entre sus manos y sus pañuelos se convierte en lo que menos podíamos imaginar, dudamos de lo que vemos y quisiéramos entrar en la trastienda de sus ojos para ver a través de ellos. […]
Sus ramos de flores, de súbita aparición, les nacen en eterno de la palma de la mano. Son flores que han regado con su sangre, una pócima de vida, teñida de bermellón, una sangre que circula por el aire y por la tierra, por la espalda de los unicornios, y que cuando se cortan tiñe los cuchillos de invisible y los transforma en bastón o en cuerda de nudos. Si una gota de su sangre cayera al suelo, al instante brotaría una columna de mariposas y pañuelos de colores, amanecería varias veces seguidas solo en ese punto de la tierra. Si la sangre nos tocara, estaríamos durante varias horas apareciendo y desapareciendo como un luminoso de neón.

Bestiario del circo
Pepe Viyuela

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