El exilio sigue siendo una prisión, aunque tenga puertas y ventanas, y calles y caminos, si se piensa que el exiliado tiene siempre ante sí un alto, implacable, y movedizo muro que no puede saltar. Es prisión y también muerte; muerte lenta que recuerda su presencia cada vez que se arranca la hoja del calendario en el que está inscrito el sueño de la vuelta […] El exilio es un desgarrón que no acaba de desgarrarse, una herida que no cicatriza, una puerta que parece abrirse y que nunca se abre. El exiliado vive siempre escindido: de los suyos, de su tierra, de su pasado. Y a hombros de una contradicción permanente: entre una aspiración a volver y la imposibilidad de realizarla.
Cuando el exilio permanece y dura
Adolfo Sánchez Vázquez
Cuando el exilio permanece y dura
Adolfo Sánchez Vázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario