martes, julio 22, 2008

Coños (Juan Manuel de Prada) [El coño de la coronela]

El coronel de mi regimiento vive en el cuartel con su esposa, una mujer madura, con esa madurez anterior a la menopausia tan proclive a las aventuras extraconyugales y al flirteo con los cabos furrieles. La coronela, la llamamos, con una mezcla de veneración y sano pitorreo. A la coronela le gusta pasearse por el patio de armas y pegar gritos a los reclutas, para que se enteren de quién manda aquí. Con la connivencia de los sargentos, manda cuadrarse a las compañías y les pasa revista, eligiendo al soldado más apuesto. Su marido se finge al margen, pero los cuernos ya le golpean en los dinteles de las puertas, y tiene que agacharse para pasar. La coronela muestra siempre unos escotes pronunciadísimos, de una carne sazonada por el vicio, que a los reclutas les gusta mordisquear, porque sabe mejor y es más nutritiva que la carne de las novias que se dejaron en el pueblo, novias pavisosas y palurdas que no admiten punto de comparación con la coronela. Ser elegido por la coronela para un escarceo significa, para el prestigio de un soldado, mucho más que un informe de buena conducta; ser elegido para una relación adúltera con visos de perdurabilidad, mucho más que un ascenso. Yo, que soy el corneta del regimiento, me incluyo en esta última categoría de afortunados.

El coño de la coronela, de Coños
Juan Manuel de Prada

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