Algún día este mundo, aparentemente tan armonioso y mesurado y eterno, hasta las orillas de todos los mares será una mera maraña de trincheras abiertas, de paredes derrumbadas y cuerpos destrozados. Todo debe ser arrancado del sitio de costumbre, donde se pudrió durante siglos, arrojado al cielo y distribuido, caer limpio como lluvia, sin una identidad separada. No sobrevivirá nada que las manos agarrotadas de la pobreza hayan creado para los ricos, y nadie quedará con vida excepto los espíritus selectos destinados a engendrar un mundo nuevo limpio de crueldad e injusticia, regido por una benévola anarquía.
Judas en flor
Catherine Ann Porter
Judas en flor
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