Doña Visi y doña Montserrat charlan por los codos. Doña Visi está encantada; en la última página de "El querubín misionero", revista quincenal, aparece su nombre y el de sus tres hijas.
-Lo va usted a ver por sus propios ojos cómo no son cosas mías, cómo es una gran verdad. ¡Roque! ¡Roque! Desde el otro extremo de la casa, don Roque grita:
-¿Qué quieres?
-¡Dale a la chica el papel donde viene lo de los chinos!
-¿Eh?
Doña Visi comenta con su amiga:
-¡Ay, santo Dios! Estos hombres nunca oyen nada. Levantando la voz volvió a dirigirse a su marido.
-¡Que le des a la chica...! ¿Me entiendes?
-¡Sí!
-¡Pues que le des a la chica el papel donde viene lo de los chinos!
-¿Qué papel?
-¡El de los chinos, hombre, el de los chinitos de las misiones!
-¿Eh? No te entiendo. ¿Qué dices de chinos? Doña Visi sonríe a doña Montserrat.
-Este marido mío es muy bueno; pero nunca se entera de nada. Voy yo a buscar el papel, no tardo ni medio minuto. Usted me perdonará un instante.
La Colmena
Camilo José Cela
-Lo va usted a ver por sus propios ojos cómo no son cosas mías, cómo es una gran verdad. ¡Roque! ¡Roque! Desde el otro extremo de la casa, don Roque grita:
-¿Qué quieres?
-¡Dale a la chica el papel donde viene lo de los chinos!
-¿Eh?
Doña Visi comenta con su amiga:
-¡Ay, santo Dios! Estos hombres nunca oyen nada. Levantando la voz volvió a dirigirse a su marido.
-¡Que le des a la chica...! ¿Me entiendes?
-¡Sí!
-¡Pues que le des a la chica el papel donde viene lo de los chinos!
-¿Qué papel?
-¡El de los chinos, hombre, el de los chinitos de las misiones!
-¿Eh? No te entiendo. ¿Qué dices de chinos? Doña Visi sonríe a doña Montserrat.
-Este marido mío es muy bueno; pero nunca se entera de nada. Voy yo a buscar el papel, no tardo ni medio minuto. Usted me perdonará un instante.
La Colmena
Camilo José Cela
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