Léase a Conrad, no en los libros que se regalan en los cumpleaños sino todo él, y en verdad estará perdido para el significado de las palabras quien no escuche en esa música un tanto rígida y sombría, con su reserva, su orgullo, su integridad vasta e implacable, que es mejor ser bueno que malo, que la lealtad es buena junto con la honestidad y el valor, aunque ostensiblemente a Conrad sólo le preocupa mostrarnos la belleza de una noche pasada en el mar. Pero es una labor desaconsejable extraer esas percepciones de su elemento, resecadas en nuestros platillos, sin la magia y el misterio del lenguaje, pierden la capacidad de excitarnos y estimularnos; pierden ese poder extremo que es la cualidad constante de la prosa de Conrad.
Joseph Conrad
Virginia Woolf
Joseph Conrad
Virginia Woolf
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