—Hay algo que quería aclarar —manifestó finalmente—. Todo lo que usted nos contó puede ser perfectamente cierto, y sin embargo, podría no estar diciendo la verdad. ¿Me entiende?
—No —respondí yo, que lo había entendido muy bien.
Tamborileó sobre su rodilla y me estudió con una mirada lenta. No era hostil, ni siquiera desconfiado. Era un hombre tranquilo que cumplía con su deber.
—Por ejemplo... Usted está realizando un trabajo. No sabemos de qué se trata. Phillips jugaba al detective privado. Él tenía una misión. Lo estaba siguiendo. ¿Cómo podemos saber, a menos que usted lo explique, que los trabajos de ustedes dos no tenían alguna relación? Y si es así, eso nos interesa. ¿Entiende?
—Ésa es una forma de verlo —contesté—. Pero no es la única y tampoco la mía.
—No lo olvido. Pero tampoco olvido que hace mucho que estoy en esta ciudad, más de quince años. Vi pasar muchos casos de asesinato. Algunos fueron resueltos, otros no pudieron ser descifrados, y algunos que pudieron serlo no lo fueron. Y uno o dos o tres de ellos fueron resueltos equivocadamente. Se le pagó a alguien para que cargase con la culpa y es muy probable que eso fuese sabido o fundadamente sospechado. Y olvidado. Pero pasemos eso por alto. Ocurre, pero no con frecuencia.
La ventana siniestra
Raymond Chandler
—No —respondí yo, que lo había entendido muy bien.
Tamborileó sobre su rodilla y me estudió con una mirada lenta. No era hostil, ni siquiera desconfiado. Era un hombre tranquilo que cumplía con su deber.
—Por ejemplo... Usted está realizando un trabajo. No sabemos de qué se trata. Phillips jugaba al detective privado. Él tenía una misión. Lo estaba siguiendo. ¿Cómo podemos saber, a menos que usted lo explique, que los trabajos de ustedes dos no tenían alguna relación? Y si es así, eso nos interesa. ¿Entiende?
—Ésa es una forma de verlo —contesté—. Pero no es la única y tampoco la mía.
—No lo olvido. Pero tampoco olvido que hace mucho que estoy en esta ciudad, más de quince años. Vi pasar muchos casos de asesinato. Algunos fueron resueltos, otros no pudieron ser descifrados, y algunos que pudieron serlo no lo fueron. Y uno o dos o tres de ellos fueron resueltos equivocadamente. Se le pagó a alguien para que cargase con la culpa y es muy probable que eso fuese sabido o fundadamente sospechado. Y olvidado. Pero pasemos eso por alto. Ocurre, pero no con frecuencia.
La ventana siniestra
Raymond Chandler
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