Un barco es muy parecido a otro y el mar es siempre el mismo. En la inmutabilidad de cuanto los circunda, las costas extranjeras, los rostros extranjeros, la variable inmensidad de vida se desliza imperceptiblemente, velada, no por un sentimiento de misterio, sino por una ignorancia ligeramente desdeñosa, ya que nada resulta misterioso para el marino a no ser la mar misma, la amante de su existencia, tan inescrutable como el destino. Por lo demás, después de sus horas de trabajo, un paseo ocasional, o una borrachera ocasional en tierra firme, bastan para revelarle los secretos de todo un continente, y por lo general decide que ninguno de esos secretos vale la pena de ser conocido. Por eso mismo los relatos de los marinos tienen una franca sencillez: toda su significación puede encerrarse dentro de la cáscara de una nuez. Pero Marlow no era un típico hombre de mar (si se exceptúa su afición a relatar historias), y para él la importancia de un relato no estaba dentro de la nuez sino afuera, envolviendo la anécdota de la misma manera que el resplandor circunda la luz, a semejanza de uno de esos halos neblinosos que a veces se hacen visibles por la iluminación espectral de la claridad de la luna.
El corazón de las tinieblas
Joseph Conrad
El corazón de las tinieblas
Joseph Conrad
2 comentarios:
Escuché el teatro mientras conducía por la autovía, camino de casa; atardecía y las nubes del cielo eran de color rojo y naranja y contrastaban con las oscuras montañas a contraluz y las imágenes que evocaba el relato. Yo remontaba el río, igual que el protagonista. Una experiencia impactante.
Hola a todos:
Me alegro mucho de que os haya gustado El corazón de las tinieblas. Se lo comunicaré a la oficialidad.
Veo que por estos lares hay interés por el teatro radiofónico. ¿Lo sabe la dirección? Hacérselo saber. Gustará.
Por otro lado me voy a permitir recomendaros una escucha al podcast que hay en Palabra y voz arriba a la derecha (creo que acepta suscripciones). Hay cosillas. JuanHadas.
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