.- Yo iré a América a buscar a mi madre.
El padre movió la cabeza, entristecido, y no respondió. Era algo loable, pero imposible de realizar. ¿Cómo iba a ir solo a América un chico de trece años, si hacía falta un mes para llegar? Pero el muchacho insistió en su idea aquel día y en los sucesivos, sin ninguna vacilación y razonando como un hombre.
.- Otros han ido -decía- y aun menores que yo. Una vez en el barco, llegaré allá como cualquier otro, y cuando esté en Buenos Aires no tengo más que buscar el comercio del tío. Hay tantos italianos por aquellas tierras, que alguno me dirá por dónde he de ir. Una vez que encuentre al tío, encontraré a mamá, y si no la encuentro, acudiré al Cónsul y buscaré a la familia argentina. Ocurra o que ocurra, allí hay trabajo para todos, y alguno encontraré para ganar lo suficiente con que pagar el pasaje de vuelta.
De esta forma, poco a poco casi logró convencer a su padre. Este lo apreciaba, sabía que era un chico juicioso y valiente, acostumbrado a las privaciones y a los sacrificios, cualidades que darían doble fuerza a su corazón para llevar a buen fin el propósito de encontrar a su madre, a la que adoraba.
De los Apeninos a los Andes, extraído de Corazón
Edmundo de Amicis
El padre movió la cabeza, entristecido, y no respondió. Era algo loable, pero imposible de realizar. ¿Cómo iba a ir solo a América un chico de trece años, si hacía falta un mes para llegar? Pero el muchacho insistió en su idea aquel día y en los sucesivos, sin ninguna vacilación y razonando como un hombre.
.- Otros han ido -decía- y aun menores que yo. Una vez en el barco, llegaré allá como cualquier otro, y cuando esté en Buenos Aires no tengo más que buscar el comercio del tío. Hay tantos italianos por aquellas tierras, que alguno me dirá por dónde he de ir. Una vez que encuentre al tío, encontraré a mamá, y si no la encuentro, acudiré al Cónsul y buscaré a la familia argentina. Ocurra o que ocurra, allí hay trabajo para todos, y alguno encontraré para ganar lo suficiente con que pagar el pasaje de vuelta.
De esta forma, poco a poco casi logró convencer a su padre. Este lo apreciaba, sabía que era un chico juicioso y valiente, acostumbrado a las privaciones y a los sacrificios, cualidades que darían doble fuerza a su corazón para llevar a buen fin el propósito de encontrar a su madre, a la que adoraba.
De los Apeninos a los Andes, extraído de Corazón
Edmundo de Amicis
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