Me rehúso a aceptar el fin del hombre. Es bastante fácil decir que el hombre es inmortal simplemente porque perdurará: que cuando el último din don del destino haya resonado y se haya apagado en la última piedra sin valor bajo la última roja tarde agonizante, que incluso entonces habrá ahí un sonido más: ésa su insignificante voz inextinguible, hablando todavía. Me rehúso a aceptar eso. Yo creo que el hombre no sólo perdurará: prevalecerá. Es inmortal, no porque sea el único entre las criaturas que tenga una voz inextinguible, sino porque tiene un alma, un espíritu capaz de compasión y sacrificio y resistencia. El deber del poeta, del escritor, es escribir acerca de estas cosas. Es un privilegio aligerar el corazón del hombre para ayudarlo a resistir, al recordarle el valor y honor y orgullo y esperanza y compasión y caridad y sacrificio que han sido la gloria de su pasado. No es necesario que la voz del poeta sea un mero registro del hombre, puede ser uno de los apoyos, de los pilares para ayudarlo a perdurar y a prevalecer.
Discurso del Premio Nobel
William Faulkner
Discurso del Premio Nobel
William Faulkner
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