jueves, mayo 03, 2007

Yo, Farinelli, el capón (Jesús Ruiz Mantilla)

Junto a Scarlatti llegamos a hacer grandes cosas. Cantamos en recitales nocturnos por todos los palacios de la corte o en las escuadras del Tajo, que fueron quizá el invento más excitante de todos los que llevé a cabo en el reino. Consistía en un espectáculo que mezclaba música, luz y placer como pocas veces hemos podido experimentar. A los reyes les entusiasmaba, incluso más que las óperas que montábamos en el Buen Retiro o en los Caños del Peral, teatro de mi preferencia en la ciudad. [...]
Cuando los reyes montaron por primera vez en una de las escuadras del Tajo no lo pudieron olvidar. Se hacían casi siempre al atardecer, pero a veces pasábamos el día navegando, pescando y comiendo a bordo de los barcos que nos transportaban a lo largo del cauce del río, con fragatas, jabeques, falúas y botes, que fueron creciendo hasta llegar a la cifra de quince.
En la primera, la Real, que medía un largo de sesenta pies y seis pulgadas, nos montábamos los reyes y yo junto a ocho músicos, que acompañaban mi voz cuando no querían hacerlo al clave los mismos reyes o el gran Scarlatti. Detrás nos seguía una comitiva que a veces llegaba hasta cincuenta personas, invitados de los reyes, que se acuchillaban entre ellos por acudir a una de estas jornadas o veladas, algo que solamente estaba reservado a unos pocos privilegiados de la corte.

Yo, Farinelli, el capón
Jesús Ruiz Mantilla

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