Hay un tiempo fugaz, que transcurre como un suspiro y es vano como un sueño, y éste es el tiempo que llamamos vida. En su brevedad, los hombres se abocan a la locura. Construyen castillos efímeros, creyendo que han de ser mansiones de eternidad. Pero la vida los destruye porque lleva en sí misma la semilla de la destrucción inmediata. Así nacen los imperios y así caen después. Pero existe un tiempo eterno, inscrito en la esencia misma de las cosas, en el constante devenir que se transmite de hombre a hombre. Y es un tiempo mucho más vasto de lo que podrían calcular los historiadores de palacio y va mucho más allá de cuanto puedan agotar los hombres del futuro. Éste es el tiempo que te hemos entregado, Totmés. El tiempo eterno que deberás transmitir a Cesarión.
No digas que fue un sueño
Terenci Moix
No digas que fue un sueño
Terenci Moix
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