En el mundo moderno, la repetición y la inocencia van de la mano. La sofisticación es la virtud más elevada: la búsqueda de la variedad interminable, de las maneras de dispersar nuestros anhelos en entretenimientos y distracciones, en cosas distintas que hacer y decir. Incluso los intentos que hacemos por mejorar, ser más sabios o más interesantes o tener más éxito son sólo métodos para huir corriendo del vacío que todos sentimos dentro.
Así pues, lo entendemos todo al revés y confundimos la sofisticación con la madurez, y casi no nos damos cuenta de que no hay nada más repetitivo que el deseo de variedad.
Es necesaria una tremenda concentración, una inmensa intensidad para romper la pared de apariencias que nos rodea y que tomamos por realidad. La mayoría de la gente pinta esa pared de distintos colores y piensa que es libre. Pero lo extraordinario es que lo más importante que necesitamos para ser libres está ya dentro de nosotros: nuestro anhelo. Y la voz de nuestro anhelo es la repetición, que llama insistentemente a lo que está más allá de todo lo que conocemos o entendemos.
En los oscuros lugares del saber [Realidad & apariencia]
Peter Kingsley
Así pues, lo entendemos todo al revés y confundimos la sofisticación con la madurez, y casi no nos damos cuenta de que no hay nada más repetitivo que el deseo de variedad.
Es necesaria una tremenda concentración, una inmensa intensidad para romper la pared de apariencias que nos rodea y que tomamos por realidad. La mayoría de la gente pinta esa pared de distintos colores y piensa que es libre. Pero lo extraordinario es que lo más importante que necesitamos para ser libres está ya dentro de nosotros: nuestro anhelo. Y la voz de nuestro anhelo es la repetición, que llama insistentemente a lo que está más allá de todo lo que conocemos o entendemos.
En los oscuros lugares del saber [Realidad & apariencia]
Peter Kingsley
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