Si había llegado a pensar Belkíis que su héroe era hombre de sonrisa permanente y modales siempre afables pronto tuvo ocasión de comprobar que ambas observaciones eran claramente matizables. El ambiente empachoso, de pera almibarada, reinante en el interior del vehículo iba a cambiar de un momento a otro, pues dejaban la carretera del sur, con árboles y latentes manadas de monos salvajes en las riberas, para acercarse a la multitudinaria Route de Ouakam, el reino del desorden y los car rapides; aunque ambas cosas podrían considerarse casi como sinónimos.
Blanco y negra, Historias africanas
Blanco y negra, Historias africanas
Javier Puebla
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