Alejandro echó sus ansiosas miradas dentro de aquella cavidad, de la cual salía fortísimo aroma de flores secas, de rosas seculares y como embalsamadas. Los dedos de la señora abrieron la tapa de una caja, que tenía encima una bonita pintura de Adonis herido, y espirando en brazos de Venus. Dentro vio Alejandro las que fueron rosas, y eran ya una masa seca, pero aún olorosa, cual momia que conservara también momificada el alma... Después apareció un retrato, preciosa miniatura. Era un joven muy guapo, pálido, con los cabellos encrespados y revueltos... Alejandro se inclinó, movido de curiosidad, para ver aquella imagen que al punto creyó la de su abuelo, más doña Isabel, con rapidísimo y airado movimiento de su mano le apartó, diciendo:
-Quita de aquí tus ojos puercos...
El Doctor Centeno
Benito Pérez Galdós
-Quita de aquí tus ojos puercos...
El Doctor Centeno
Benito Pérez Galdós
No hay comentarios:
Publicar un comentario