¡Menudo muchacho!
Desde la más tierna infancia se había valido de las manos para saltar de una rama a otra, a la manera que lo hacía su gigantesca madre, y durante toda la niñez se pasó horas y horas todos los días desplazándose con sus hermanos a toda velocidad por las copas de los árboles.
Podía cubrir de un salto un espacio de siete metros, en las alturas de la selva, sin sentir el menor vértigo, y agarrarse con absoluta precisión y perfecta suavidad a una rama que oscilase impulsada violentamente por los vientos precursores de un inminente huracán.
Era capaz de descolgarse y cubrir siete metros de una rama a otra, en veloz descenso hasta el suelo, y coronar con la ligereza de una ardilla la cima más alta del más alto gigante arbóreo de la selva tropical.
Tarzán de los monos
Edgard Rice Burroughs
Desde la más tierna infancia se había valido de las manos para saltar de una rama a otra, a la manera que lo hacía su gigantesca madre, y durante toda la niñez se pasó horas y horas todos los días desplazándose con sus hermanos a toda velocidad por las copas de los árboles.
Podía cubrir de un salto un espacio de siete metros, en las alturas de la selva, sin sentir el menor vértigo, y agarrarse con absoluta precisión y perfecta suavidad a una rama que oscilase impulsada violentamente por los vientos precursores de un inminente huracán.
Era capaz de descolgarse y cubrir siete metros de una rama a otra, en veloz descenso hasta el suelo, y coronar con la ligereza de una ardilla la cima más alta del más alto gigante arbóreo de la selva tropical.
Tarzán de los monos
Edgard Rice Burroughs
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