Gírate, mueve tu cuerpo hacia mí con la inocencia fingida del acto casual. Y después ladea la cabeza y, con la mano, aparta hacia atrás el cabello en gesto que descubra tu cuello, como si el pelo te estorbase para hablarme, como si el giro de la cabeza y el vuelo de la melena fuese el movimiento de una danza espontánea. Después mírame como si yo ocupase toda la capacidad que de ver tienes, llenándome de tus pupilas que se agradan y se fijan en mi con interés exclusivo. En un momento dado te pintarás la boca con lenta parsimonia y frotarás un labio contra otro, procurando que yo siga todo el proceso sin perder un detalle. A continuación, tendrás la necesidad de arreglarte el pliegue de tu falda mientras hablas distraídamente de cualquier cosa que ninguno de los dos va a recordar más tarde. Por fin, tropezará tu cuerpo con el mío en el movimiento impreciso de una leve torpeza.
Gestos, de Cuentos tan cortos
José Manuel Fernández Argüelles
Gestos, de Cuentos tan cortos
José Manuel Fernández Argüelles
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