martes, agosto 14, 2007

Los umbrales del mundo (o la metáfora de Raphael) (Ignacio del Valle)

El hombre es un ser que se seduce a sí mismo con sus proyectos, que necesita ir más allá del horizonte. El hombre es un ser de lejanías. Y ese binomio concupiscencia-ímpetu que señalaban los antiguos filósofos, adquiere todo su esplendor en el actual mundo globalizado. Si antes eran necesarios tsunamis históricos como guerras de conquista y colonización o visionarios de voluntad patológica para hacer estallar las costuras del estancamiento, ahora, gracias al desarrollo y perfeccionamiento de los medios de transporte y comunicación, basta con un folleto de una agencia de viajes y una paga extra. Mahoma ya no tiene que ir a la montaña; la montaña, la cordillera entera, viene a nosotros. Y basta con echar un vistazo extramuros para darse cuenta del grado de complejidad y diversidad que ha alcanzado la realidad: en los 200 estados independientes que hay en el mundo, conviven 6000 lenguas, 5000 grupos étnicos y centenares de religiones. Un tráfico entre fronteras y culturas, en el que el barrio, por su vocación aglomerativa, se presenta como el máximo sujeto activo del verbo globalizar.

Los umbrales del mundo (o la metáfora de Raphael)
Ignacio del Valle

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