lunes, agosto 20, 2007

Las inquietudes de Shanti Andia (Pío Baroja)

El sol comenzó a abandonar las olas y a subir en el cielo claro y limpio, ahuyentando la bruma; las velas se teñían por el rojo sol naciente y se hinchaban cada vez más. El patrón hablaba a sus hombres y les ordenaba tirar de las cuerdas para recoger las velas de cuando en cuando. El grumetillo cantaba a proa una canción vascongada. Era una canción al mismo tiempo alegre y melancólica, monótona y llena de variaciones.
Pasamos por delante de Biarritz, con sus rocas, y comenzamos a avanzar por delante de esa línea de dunas blancas que forma la costa vascofrancesa hasta llegar al promontorio pizarroso de Socoa. Larrun apareció cortando el cielo, y más lejos, los montes de España.
[...]
Un poco antes del mediodía cambió el viento; íbamos dejando atrás la costa francesa, sus suaves y bajas colinas, sus dorados arenales y sus lajas pizarrosas carcomidas por el mar.
Pasamos Hendaya y Fuenterrabía, dormidos al sol en las márgenes del Bidasoa. Estábamos delante de Jaizquibel. Era hora de comer. El grumete trajo una cazuela de patatas con bacalao, y comimos todos fraternalmente.
La brisa era cada vez más débil; íbamos avanzando despacio por la costa guipuzcoana.

Las inquietudes de Shanti Andia
Pío Baroja

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