A Manuel le pareció agradable aquello. Hallábase todo arreglado, limpio, relativamente; se notaba la mano de una persona ordenada y pulcra.
En la cocina, enjalbegada de cal, brillaban los pocos trastos de la espetera. En el fogón, sobre la ceniza blanca, un puchero de barro hervía con un glu glu suave.
De fuera, apenas llegaba vagamente, y eso como un pálido rumor, el ruido lejano de la ciudad; reinaba un silencio de aldea; a intervalos, algún perro ladraba, algún carro resonaba al dar barquinazos por el camino y volvía el silencio, y en la cocina sólo se escuchaba el glu glu del puchero, como un suave y confidencial murmullo...
La Busca
Pío Baroja
En la cocina, enjalbegada de cal, brillaban los pocos trastos de la espetera. En el fogón, sobre la ceniza blanca, un puchero de barro hervía con un glu glu suave.
De fuera, apenas llegaba vagamente, y eso como un pálido rumor, el ruido lejano de la ciudad; reinaba un silencio de aldea; a intervalos, algún perro ladraba, algún carro resonaba al dar barquinazos por el camino y volvía el silencio, y en la cocina sólo se escuchaba el glu glu del puchero, como un suave y confidencial murmullo...
La Busca
Pío Baroja
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