“¡Voy a curar al mundo de fumar!”
Estaba hablando con mi mujer. Ella pensó que me había vuelto loco, lo cual es comprensible, dado que cada dos años había sido testigo de mis serios intentos por dejar de fumar. Resulta más comprensible si se tiene en cuenta que mi último intento había terminado en un ataque de llanto, cuando comprendí que, una vez más, había sido derrotado después de seis meses de infierno. Lloraba porque sabía que si no lo lograba esta vez, sería fumador para el resto de mi vida, y había puesto tanto empeño que me di cuenta de que no podría volver a sufrir tanto. Su reacción resulta aún más comprensible cuando me oyó pronunciar esta frase, apenas apaqué mi último cigarrillo: “¡No sólo me curaré yo, sino que además curaré al resto del mundo!”.
Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo
Estaba hablando con mi mujer. Ella pensó que me había vuelto loco, lo cual es comprensible, dado que cada dos años había sido testigo de mis serios intentos por dejar de fumar. Resulta más comprensible si se tiene en cuenta que mi último intento había terminado en un ataque de llanto, cuando comprendí que, una vez más, había sido derrotado después de seis meses de infierno. Lloraba porque sabía que si no lo lograba esta vez, sería fumador para el resto de mi vida, y había puesto tanto empeño que me di cuenta de que no podría volver a sufrir tanto. Su reacción resulta aún más comprensible cuando me oyó pronunciar esta frase, apenas apaqué mi último cigarrillo: “¡No sólo me curaré yo, sino que además curaré al resto del mundo!”.
Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo
Allen Carr
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