Tú no has estado en tu vida en una balsa y de pronto se te ocurre cruzar el Pacífico en una. Quizá, saldría bien, quizá no. Los antiguos indios del Perú se apoyaban en la experiencia de muchas generaciones. A lo mejor diez balsas se iban a pique por cada una que lograba cruzar, o tal vez cientos en el curso de varios siglos. Como tú mismo dices, los incas navegaban en el mar abierto con verdaderas flotas de estas balsas; de modo que, si algo iba mal, los náufragos podían ser salvados por la balsa más cercana. Pero a ti, ¿quién te va a recoger en medio del océano?. Aunque te lleves un aparato de radio para un caso de urgencia, no creas que sea fácil localizar una pequeña balsa entre las olas, a miles de millas de la costa. En una tormenta puedes ser barrido de cubierta y hundido cien veces, antes de que nadie pueda llegar hasta ti. Mejor será que te quedes tranquilo aquí, hasta que alguien tenga tiempo de leer tu manuscrito. Escríbeles otra vez animándolos; sería bueno que lo hicieras.
La expedición de la Kon-Tiki
Thor Heyerdhal
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