lunes, febrero 12, 2007

A través de la Selva Amazónica (Percy Harrison Fawcett) (Senderos andinos)

Quienes únicamente conocen Europa o el Oriente apenas pueden imaginar cómo son estos senderos andinos. Los indios y las mulas –y, por supuesto, las ubicuas llamas- son prácticamente las únicas criaturas capaces de recorrerlos con éxito. Los angostos caminos están sembrados de piedras sueltas y grava movediza, ascienden miles de metros por pendientes que sólo puedo describir comparándolas con el costado de la Gran Pirámide, y luego, del otro lado, descienden por escarpados precipicios en una serie de bruscos zigzags. Las mulas han de saltar, como los gatos, sobre piedras enormes que recuerdan la escalinata de un gigante. A ambos lados de las afiladas crestas, el sendero desciende hasta un abismo lleno de fango. El camino aparece flanqueado por esqueletos de animales, y alguna que otra ruidosa bandada de buitres se disputa el cadáver descompuesto de un caballo o una mula. En algunos puntos el tortuoso sendero se reduce a poco más que un estrecho saliente labrado en la escarpada roca, a centenares de metros sobre el fondo del valle, y allí las mulas optan por avanzar próximas al borde. El jinete mira al vacío con el corazón en la garganta, sabedor de que los accidentes son habituales. Es entonces cuando uno recuerda los relatos sobre pasos en falso sobre la grava suelta, y la caída entre alaridos de un animal y un jinete que jamás volverán a ser vistos.

A través de la Selva Amazónica
Percy Harrison Fawcett

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